“A veces, no me acerco a comulgar, porque no quiero un escándalo ni hacer daño a la Iglesia”
(José Manuel Vidal).-Nada más terminar su ponencia en un curso de verano de la Complutense en El Escorial sobre «Pluralidad en la Iglesia católica», el presidente del Congreso, José Bono, se dirigió al final de la sala a saludar a José María Setién, obispo emérito de San Sebastián. Este fue el diálogo entre ambos:
-Monseñor, ¿he sido demasiado heterodoxo?, preguntó un afable Bono, mientras estrechaba su mano
-Un poco, sí, repuso monseñor Setién sin dejar de sonreír.
-¿Tiene algo más que decirme?
-Pues mire, sí, una cosa: que los dogmatismos de los que acusa a la Iglesia también los hay en su partido.
-Por supuesto que sí y, como habrá visto, lo repetí en varias ocasiones en mi conferencia.
Entre risas y bromas, el obispo vasco que nunca se mordió la lengua y el político socialista que no esconde su fe católica siguieron hablando un rato más. Era la primera vez que Bono estrechaba la mano de Setién. Pero parecían encontrarse a gusto.
Quizás porque ambos son personas de carácter, con claros criterios, pero siempre dialogantes. «Siento no poder quedarme a su conferencia, de la que seguro podría aprender mucho. Pero me la llevo impresa y le prometo leerla. Ya sabe aquello de que el deber me llama», se disculpó el presidente del Congreso, antes de estrechar por última vez la mano del prelado donostiarra. A mi lado, una señora comentaba: «Dos incomprendidos«.
Porque así se definió José Bono en su conferencia. Como un político que trata de casar su militancia socialista con su fe cristiana. Y eso le ocasiona problemas en ambos frentes. Bono se declara «español, a mi manera, socialista desde hace 41 años y persona de fe, a la que le preocupa mucho menos el dogma».
Pero a renglón seguido, el presidente del Congreso reconocía: «No es fácil hacer compatible mis ideas con mis creencias«. Porque «ser socialista y católico, tiene mala prensa entre unos y otros».
En el lado católico, por parte sobre todo de los obispos que «más que pastores son celadores de los dogmas«. De hecho, «a veces he encontrado pastores que me hubiesen preferido ateo a cristiano disidente». Y, por eso, «en cierto momento quisieron echarme de la comunión». Porque, «en algunos ámbitos o se es de derechas o parece que no se puede ser un buen cristiano».
En el lado del socialismo, Bono es también un incomprendido. Y lo reconoce abiertamente: «También en mi partido, a veces, el que se mueve no sale en la foto». Y porque «en la izquierda sigue habiendo gente que cree que todos progreso es imposible si tiene origen o motivaciones cristianas». El líder socialista sostiene, en cambio, que «ignorar la relevancia del hecho religioso es un puro disparate«.
Tolerancia como receta de entendimiento
A su juicio, la receta para tender puentes entre el PSOE y la Iglesia es muy simple: tolerancia. O dicho de otra forma, «no convertir la religión en política o la política en religión».
De ahí que sostenga que «no se es socialista para topar con la Iglesia» y que pida a la Iglesia que «prevalezca en ella la fraternidad sobre la intransigencia y el dogmatismo».
El PSOE y la Iglesia deben poder entenderse «en un Estado aconfesional, como el nuestro, basado en el respeto, donde el Estado debe facilitar la dimensión religiosa y no tomar partido por ninguna religión».
Bono alabó, en este sentido, la figura «olvidada» del cardenal Tarancón, «que fue un gran artífice de la Transición política y eclesiástica» y aseguró que el respeto es imprescindible para reconocer que «la historia de nuestro país no se explica sin el componente religioso y que la Iglesia católica presta un gran servicio a la comunidad, que no puede ignorarse o descalificarse». O como decía Tarancón, «mutua independencia y sana colaboración».
Como sano debe ser el laicismo. En un término que, como dijo Bono, «acuñó el propio Papa y, por eso, los más enemigos de cualquier planteamiento laico no se atreven a descalificarlo, por no contradecir e Benedicto XVI».
«Sigo poniendo la x, pero no me gusta que el Estado financie a la Iglesia»
En el turno de preguntas, Bono tuvo que abordar la financiación de la Iglesia, cuestionada por algunos de los presentes. Comenzó señalando, al respecto, que «hay que cumplir las reglas que tenemos con la Santa Sede» y aclaró que, en estos momentos, «casi estamos llegando sólo a un servicio de recaudación».
Y añadió: «A mí no me incomoda y, de hecho, sigo poniendo la cruz en la casilla de la Iglesia en mi declaración de la renta, pero, como creyente, me gustaría que el Estado no financiase a la Iglesia«.
Dicho esto, el micrófono de Catalunya Radio se cayó y Bono aprovechó para hacer reír al auditorio: «Cataluña se cae. La alcachofa de Cataluña Radio». Y él mismo la levantó.
Otro asistente al curso, le preguntó a Bono qué pueden hacer los cristianos en el PSOE. El presidente del Congreso reconoció que «hay millones de españoles que son cristianos y que votan al PSOE».
Y recordó que, como decía el recientemente desaparecido Félix Pons, predecesor suyo en el cargo, «si ser cristiano y socialista no fuese compatible, habría que cerrar la mayoría de las iglesias y de las agrupaciones».
Y, aunque aseguró que, en estos momentos, «hay regresión de la jerarquía española», dijo que se siente «cómodo en la Iglesia». Pero con precauciones. «Hay algunos templos a los que no voy y, si voy, no me acerco a comulgar. No quiero un escándalo ni hacer daño a la Iglesia».
Y Bono dejó la cátedra a monseñor Setién en el curso de El Escorial. De la mano de Juan José Tamayo, se seguirá abordando «El pluralismo en la Iglesia católica»del 19 al 23 de julio. Con ponentes variados y de reconocido prestigio, como los citados José Bono y José Mª Setién, amén de Soledad Suárez, el cardenal Carlos Amigo, el propio Juan José Tamayo, Margarita Pintos, Francesc Torredeflot o Federico Mayor Zaragoza. Una temática interesante y más necesaria que nunca en la Iglesia española de hoy, en la que el pluralismo se siente asfixiado.
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