Se llegan a planificarse las ejecuciones de condenados a muerte para coincidir con la donación
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(Jesús Bastante).- El comercio de órganos para transplantes, lejos de desaparecer, cobra auge en distintos lugares del mundo. Y, con la globalización, se puede dar el caso de un «donante» que vende un riñón en Filipinas, le opera un médico chino en Sudáfrica, y el órgano es trasplantado a un norteamericano en Reino Unido. El escándalo es conocido, aunque silenciado, en distintos foros, y ayer lo hizo público el nuevo presidente de la Pontificia Academia de la Vida, el español Ignacio Carrasco de Paula.
Durante su participación en un curso de verano organizado por la Universidad Rey Juan Carlos, y que este viernes será clausurado por los cardenales Rouco y Cañizares, el «ministro» del Papa para la vida denunció el «negocio extremadamente serio del comercio de órganos», donde el donante «no es un cadáver, es un ser vivo, que ‘vende’ sus órganos por dinero«. La situación ha llegado a límites escandalosos, hasta el punto de que, como denunció el religioso, del Opus Dei, «se dan transplantes de órganos de condenados a muerte, en los que la ejecución se viene planificando en función del trasplante».
La noticia causó la lógica perplejidad entre los asistentes al curso, dedicado a «La vida humana como bien supremo«. Carrasco de Paula, en un discurso un tanto trabado, trató de explicar el funcionamiento y objetivos de la Pontificia Academia de la Vida, a la que acaba de acceder tras el nombramiento de Rino Fisichella como responsable del dicasterio para la Nueva Evangelización creado por Benedicto XVI.
Una institución creada por Juan Pablo II para «luchar contra las amenazas contra la vida», como el aborto y la eutanasia, pero también las células madre o los debates éticos en la medicina. Retos para los que se necesitan nuevas respuestas, pues «el Evangelio nos ayuda a encuadrar las cosas, pero no nos va a dar una respuesta concreta, por ejemplo, para la cuestión de las células madre«.
De ahí la necesidad de encontrarse con expertos en el ámbito de la salud, a todos los niveles, en un momento en el que «vivimos un ataque, un asedio al ser humano y a su dignidad congénita. Los grandes peligros no son el hambre, las enfermedades o las miserias, sino el mal que causa la enfermedad, la miseria y el hambre».
«El objetivo es el diálogo», insistió Carrasco, quien en referencia a los cuidados paliativos abundó en la necesidad de «una reforma, hoy que el dolor no es inevitable». Y es que, para el nuevo responsable de la Pontificia Academia de la Vida, «la bioética es importante, pero es más importante entender qué es la medicina y sus avances«. Una curiosa afirmación que, sin embargo, no abundó posteriormente.