Las sociedades europeas, incluida la española, han entrado en los últimos tiempos "en el sendero fatal de un radical no a la vida"
(J. B.).- «Una cultura que no fomente la vida, que no la propicie, se suicida a sí misma» ha subrayado este mediodía el cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela. Durante su participación en la clausura del curso de veran en la Universidad Rey Juan Carlos I en Aranjuez, Rouco Varela ha insistido en que «para que haya cultura tiene que haber gentes que la promuevan, que la protagonicen».
Rouco fue presentado por el cardenal Cañizares, quien dijo de él que es «una de las personas que han defendido la vida con mayor fuerza». En la tesitura actual, el cardenal de Madrid defendió la objeción de conciencia «no sólo desde el punto de vista de la moral cristiana, sino también como algo esencial de la tradición europea del Estado de Derecho».
En su conferencia, el cardenal ha denunciado que las sociedades europeas, incluida la española, han entrado en los últimos tiempos «en el sendero fatal de un radical no a la vida«, un camino que recorren «a ciegas» sobre las consecuencias que legislaciones como las relativas al aborto tendrá para su propia supervivencia.
«Si la sociedad española en su conjunto perdiese el sentido cristiano del valor de la vida humana, el carácter absoluto del derecho que la protege (…), habría perdido lo más esencial y fundamental de su cultura», añadió Rouco, quien arremetió también contra las teorías socio-biológicas que «evocan el nacional-socialismo» al negar el carácter específico de la vida humana, incluso que los recién nacidos sean personas por carecer de conciencia, o defienden que una cría sana de simio tiene más derecho a vivir que un feto y que hasta un bebé con alguna tara psíquica o física.
«Lo más triste -ha lamentado- es que ésta antropología radicalmente materialista haya encontrado un caldo cultural y político de cultivo en las sociedades europeas postmodernas, erosionando el propio sistema jurídico del Estado de Derecho, fundamentado en el carácter prepolítico de los Derechos Humanos».
«España no es una excepción -ha añadido-, incluso se ha puesto de algún modo a la cabeza en algunos de los más decisivos factores socio-políticos y jurídicos subyacentes a la crisis».
En este sentido, Rouco ha censurado las prácticas «relajadas» del divorcio o el alarmante descenso de la natalidad y la nupcionalidad. «Existe una confusión ética sin precedentes sobre la naturaleza del «verdadero matrimonio» y de la familia, una negación «impresionante» del derecho a la vida de los más indefensos (concebidos, enfermos terminales y ancianos)», denuncia, preguntándose ¿qué podemos esperar para estas sociedades europeas, sino decadencia física y espiritual, y progresiva desaparición de sus culturas tan fecundas para la Historia de la Humanidad?».