La historia de la humanidad es la historia de un combate cruel, una batalla entre el mal y el bien, entre la justicia y la injusticia, entre la luz y las tinieblas, entre la muerte y la vida
Con motivo de la festividad de la Virgen de la Paloma, la parroquia de la Paloma y San Pedro el Real acogió ayer una solemne Eucaristía presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, en la que defendió la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural y pidió que «se siga cultivando la devoción y el amor a la Virgen». Lo cuenta Elena Cabrera en Análisis Digital.
En una iglesia abarrotada de fieles, Martínez Camino pronunció una homilía en la que mostró su alegría por la celebración de la festividad de la Paloma, «día -dijo- en que eleva su velo hasta el cielo, donde Jesús la está esperando». «Si a alguien le pesan las dudas y los sinsabores de la vida, que a me a la Virgen con la Iglesia», recomendó.
Para el obispo auxiliar de Madrid, al ofrecer Dios su corazón a la Virgen, «le ha dado parte en la victoria de su Hijo contra el mal y la muerte«. «Ella -agregó- supo lo que es el amor sacrificado».
Dicho esto, declaró que «la historia de la humanidad es la historia de un combate cruel, una batalla entre el mal y el bien, entre la justicia y la injusticia, entre la luz y las tinieblas, entre la muerte y la vida». Así, se preguntó: «¿Por qué andamos, a veces, tan tristes y sin esperanza? ¿Por qué hay quien prefiere la muerte a la vida? ¿Por qué hay gente que no sabe por qué vivir? ¿Por qué las palabras son huecas y dejan de ser instrumento de concordia y se convierten en agentes de engaño? ¿Por qué hacemos el mal cuando queremos el bien? ¿Por qué llamamos bueno a lo malo en lugar de pensar que está mal quitar la vida a un ser humano inocente y aprobamos leyes que sancionan el triunfo de lo irracional y de la muerte bajo el pretexto del progreso y libertad? ¿Por qué no somos solidarios con los niños que mueren mientras a nosotros nos sobran las cosas? ¿O con las familias que no llegan a fin de mes?» «La vida -apostilló- es un combate cruel».
Finalmente, frente a los egoísmos y mentiras, pidió mirar a la Virgen de la Paloma para alcanzar la generosidad y la verdad. «Cultivad -pidió- vuestra devoción y amor a la virgen, que es el mayor tesoro que tenemos».
A continuación, un piquete del Cuerpo de Bomberos de Madrid procedió, como es costumbre, a descender el cuadro de la Virgen, y se procesionó por la Gran Vía de San Francisco, la Puerta de Toledo, la calle Toledo, la plaza de la Cebada, la carrera de San Francisco, la Puerta de Moros, la carrera de San Francisco de nuevo, y la calle Calatrava, para regresar por la calle de la Paloma a la Iglesia.
La Virgen de la Paloma es una de las advocaciones marianas más antiguas (data del siglo XVIII), y su fiesta una de las más castizas, tradicionales y queridas de la Historia de Madrid.