Puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, queremos compartir con vosotros las decisiones que afectan a la vida de la Iglesia
Como mujeres adultas comprometidas con la Iglesia y con el Evangelio, como bautizadas con capacidad legítima para hablarle a la comunidad y como herederas de ese linaje de mujeres evangelizadoras de la primera hora que, desde el principio del cristianismo, tomaron la palabra desde la libertad del Espíritu. Y por último, y no menos importante, tomamos la palabra y la hacemos pública desde el mandato urgente de nuestra conciencia que nos mueve a hablar y no callar, porque así lo requiere la dignidad a la que nos impulsan Jesús y la sensibilidad social actual.
Y QUEREMOS DECIR:
2. Que la sociedad gallega, de la que formamos parte, está escandalizada por el gasto de recursos económicos, energéticos, mediáticos, logísticos y de seguridad que requiere un viaje como el que el Papa va a hacer a Galicia por unas horas.
3. Que es manifiesta la connivencia de este viaje con los poderes políticos y económicos más involutivos y conservadores de nuestra sociedad, claramente ajenos a las personas más desfavorecidas.
4. Que el Papa se comporta en sus viajes más como un jefe de estado que como un representante de una iglesia y menos aún como representante de Cristo. Se perdió el sentido inicial de la sucesión apostólica y, en pleno siglo XXI, su figura tiene poca legitimidad en esta Iglesia carente de una mínima articulación democrática.
5. Que si las mujeres representamos la mitad de la humanidad, en la Iglesia somos mujeres más del 70% de las personas participantes en los actos litúrgicos o encargadas de las tareas de mantenimiento y dinamización de las parroquias. Sin embargo, somos una mayoría silenciada, sin reconocimiento de nuestros derechos básicos y sin remuneración económica por las tareas que sostienen el día a día de las iglesias locales. Tenemos un estatuto de menores de edad y de tuteladas que no podemos consentir.
6. Como mayoría, históricamente minusvalorada, lo que nos afecta como mujeres precisa ser tenido en cuenta para bien de todas y todos, y de la misma comunidad eclesial. Y así:
– Sentimos que nos afecta muy negativamente la mayoría del pensamiento sobre las mujeres transmitido por la jerarquía y los documentos de la Iglesia, que pretenden mantenemos en papeles tradicionales de sumisión y obediencia bajo una capa superficial de idealización «de la mujer»; no sólo no ayuda a terminar con la tremenda violencia de género (que ya provocó en lo que va de año 56 asesinatos de mujeres en el Estado y 4 en Galicia), sino que incluso puede ayudar a mantenerla en algunos aspectos.
– Sentimos que nos afecta negativamente el énfasis constante en una doctrina eclesial involutiva en relación a cuestiones de moral sexual como el divorcio o los anticonceptivos, u otras tan complejas y dolorosas como el sida o el aborto, cuando apenas se dice una palabra pública y comprometida sobre lo que afecta a la vida y al cuidado de la vida: la desnutrición endémica y las causas del hambre, las matanzas de minorías, la explotación laboral de menores o la explotación sexual de mujeres y niñas…
– Sentimos que nos afectan muy negativamente las recientes noticias de cientos de curas y muchos obispos involucrados en situaciones de abuso a niños y niñas, y la poca firmeza de la jerarquía en las declaraciones públicas y en las medidas tomadas, que suponen una vergüenza moral y social para nuestra Iglesia, sin generar una reflexión básica para una nueva comprensión de la sexualidad y del celibato obligatorio para una vida saludable en la Iglesia.
– Sentimos que nos afecta muy negativamente la prohibición del ministerio del sacerdocio a las mujeres, una falta básica al derecho a la igualdad que frena la renovación de la Iglesia, ya que las mujeres con vocación sacerdotal la entienden, en su mayoría, desde una clave comunitaria. Otras iglesias cristianas disfrutan de él desde hace años: así, la iglesia presbiteriana de Estados Unidos desde finales del siglo XIX, la iglesia luterana de Dinamarca desde el año 1948 o la iglesia anglicana desde 1994. Esto contrasta, y gravemente, con las últimas normas de derecho canónico sobre pederastia -hechas públicas en el mes de julio pasado- que consideran la ordenación de mujeres como uno de los delitos más graves que pode cometer un creyente o un clérigo.
TENIENDO EN CUENTA ESTAS Y OTRAS MUCHAS CIRCUNSTANCIAS Y VALORACIONES:
QUEREMOS DECIRLE A TODA A SOCIEDAD GALLEGA DE LA QUE NOS SENTIMOS PARTE ACTIVA:
1. Que el mensaje cristiano no es únicamente lo que transmite el Obispo de Roma o la Conferencia Episcopal Española. Hay otras palabras en la Iglesia, otras maneras de vivir cómo mujeres y hombres creyentes y de entender la vida y la fe. Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia y en la actualidad.
2. Que cada persona, cada colectivo, cada religión, cada sociedad tienen sus propias palabras, únicas y valiosas; a cuyo objeto apostamos por una Iglesia de comunidades que no se erija ni en juez de otras religiones ni del pensamiento laico y, en cambio, escuche y comparta busquedas comunes.
3. Que muchos y muchas de nosotros estamos trabajando por esa «otra Iglesia posible», más próxima a la vida del día a día, más organizada con los sectores sociales empobrecidos, más respetuosa con la diversidad y más celebradora de la bondad de la vida.
QUEREMOS DECIROS A VOSOTROS, HOMBRES LAICOS, CURAS, MONJES Y OBISPOS, COMPAÑEROS DE CAMINO EN LA IGLESIA GALLEGA:
1. Que, nosotras, mujeres, llenamos los templos, animamos las catequesis de niños, de juventud y de gente adulta, dinamizamos las comunidades, nos formamos en la fe y estudiamos teología, sostenemos económicamente las parroquias, impulsamos y participamos en movimientos de la Iglesia, apoyamos iniciativas eclesiales en favor de los sectores marginados …
2. Que, puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, queremos que se abran espacios donde nuestra palabra diferente sea escuchada.
3. Que, puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, queremos sentimos reconocidas y valoradas en lo que aportamos.
4. Que, puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, queremos poder decidir sobre las cuestiones que nos afectan directamente
5. Que, puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, queremos compartir con vosotros las decisiones que afectan a la vida de la Iglesia
QUEREMOS RECORDARNOS A NOSOTRAS, MUJERES LAICAS, RELIGIOSAS Y MONJAS DE LA IGLESIA GALLEGA:
1. Que en la actualidad, una de las llamadas del Espíritu y uno de los mayores servicios al Evangelio es ahondar en nuestra conciencia de mujeres desde la propia situación social y eclesial para, desde ahí, promover una necesaria apertura en la Iglesia.
2. Que para eso, necesitamos escucharnos interiormente desde el Espíritu como mujeres, y también hablar y hacer camino con otras mujeres.
3. Que, puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, precisamos tomar decisiones sobre las cuestiones que nos afectan directamente.
4. Que, puesto que trabajamos activamente en la Iglesia y la estamos sosteniendo, precisamos reclamar poder compartir las decisiones que afectan a la vida de la Iglesia.
Colectivo «Nós-mulleres-tomamos-a-palabra-na-Igrexa-galega»
Galicia, octubre de 2010