En la España de ZP, laicista light, no se queman iglesia ni se persigue a los curas; al contrario, el Estado recauda fondos para la Iglesia y ayuda a restaurar las catedrales
Un auténtico ‘bombazo‘ el que soltó el Papa Ratzinger camino de Santiago de Compostela. En pleno vuelo y en respuesta preparada a preguntas que se hacen con mucha antelación, el Papa marcó el objetivo y la finalidad primordial de su viaje a España: poner un dique al laicismo agresivo de Zapatero.
Sin papeles ni corsés diplomáticos, hablando muy rápido, en italiano y de forma espontánea, el Papa explicó que el «problema del secularismo y la laicidad del mundo occidental» tiene en España uno de sus epicentros.
«España siempre fue un país generador de fe; el renacimiento del catolicismo en la época moderna se produce sobre todo gracias a España, donde figuras como San Ignacio, Santa Teresa o San Juan de la Cruz dan forma a la fisionomía del catolicismo moderno. Pero es también verdad que en España nació una laicidad, un secularismo fuerte y agresivo, como vimos en los años treinta».
«Esa disputa, o mejor este choque entre fe y modernidad, ambas muy vivaces, tiene lugar de nuevo hoy en España».
«Por eso, el futuro de la fe y el encuentro -¡y no el desencuentro!- entre fe y laicismo tienen su punto central en la cultura española».
UNA ESPECIE DE BASTA YA
Ha sido una especie de ‘basta ya‘ al dirigente socialista que se presenta (o se presentaba) como el adalid del laicismo en España, en Europa y con efecto contagio en Latinoamérica.
Y, por lo que parece, Benedicto XVI quiere pararle los pies. Y le da un solemne tirón de orejas. Y eso que, este mismo fin de semana, el Gobierno socialista anunciaba que la revisión de la Ley de Libertad religiosa queda para mejor ocasión.
El Papa quiere frenar en seco esa deriva y le lanza un órdago. Y llega a comparar el laicismo de ZP con el de los años 30 de tan penoso recuerdo en nuestro país. Con la II República.
Con todos los respetos, Santidad, alguien le ha debido asesorar mal. O mejor dicho, alguien le ha engañado. En la España de ZP, laicista light, no se queman iglesia ni se persigue a los curas. Al contrario, el Estado recauda fondos para la Iglesia y ayuda a restaurar las catedrales.
¿Qué ha pasado, entonces, en las alturas vaticanas? Porque no se trata de una respuesta improvisada, sino de una declaración de intenciones pensada y calibrada. Y hecha en pleno vuelo, quizás para no herir demasiado las susceptibilidades del Gobierno socialista español. Pero que, sin suda, traerá cola. Y mucha.
Algunos ya dicen que, puestos en esa tesitura, lo que debería hacer el Gobierno de ZP es denunciar los Acuerdos Iglesia-Estado, firmados precisamente con el Vaticano, y de los que derivan todos los privilegios de los que todavía disfruta la Iglesia católica en España.
PALABRAS DE CRUZADA
Además y en contra de lo que en él suele ser habitual, el Papa Ratzinger se pronuncia en términos beligerantes, de lucha, de batalla, casi de cruzada, de enfrentamiento entre la fe y el laicismo.
Y haciendo mención a la época de la guerra civil y de la República. Asegurando que en los años 30 en España se generó un movimiento «laicista, anticlerical y agresivamente secularista«.
Y del pasado reciente a la más rabiosa actualidad. El Papa aseguró que, hoy, en época de Zapatero, pasa algo muy parecido:
«Esta disputa entre fe y modernidad se realiza hoy de nuevo de modo muy vivo en España».
En España y ante Zapatero parece querer comenzar el Papa la reconquista de la fe. O dicho, en términos teológicos, la reevangelización de España y de Europa.
EL GOBIERNO ESTUPEFACTO
El ‘bombazo‘ lanzado por el Papa oficializa en cierto modo el desencuentro que la diplomacia vaticana y la española han intentado evitar durante los últimos años.
El Gobierno Zapatero, todavía estupefacto, argumenta a estas horas que el Papa no citó al presidente ni al Gabinete y que, por tanto, no se debían interpretar sus palabras como una crítica al presidente.
Pero el guardián de la fe ha sido suficientemente claro:
«El problema existe en todos los grandes países de Occidente, pero sobre todo en España».
«Mi visita es naturalmente un signo de amor. España es un país lleno de dinamismo, pleno de fuerza de la fe, y la fe responde a los retos que están igualmente presentes en España: he venido por casualidad, pero esta casualidad demuestra una realidad más profunda: la fuerza de la fe y la fuerza del reto por la fe».
A buen entendedor…