Doña Sofía tropezó y cayó al suelo.
Las 24 horas que permaneció el Papa Benedicto XVI en Barcelona dieron para mucho desde el punto de vista evangélico, pero además dejaron un buen puñado de anécdotas curiosas. Como la que protagonizó la Reina cuando regresaba con don Juan Carlos hacia el hangar -«tras despedir al Papa en la pista-» donde les esperaban las demás autoridades, momento en que tropezó y cayó al suelo.
Tuvo suerte, porque el incidente no fue captado por las cámaras que estaban retransmitiendo la ceremonia en directo, así que se evitó el bochorno de sentirse vista por los 150 millones de personas que recibieron este domingo la señal televisiva desde Barcelona.
Josep Lluís Carod Rovira también tuvo su pequeño minuto de gloria, en este caso, negativo, ya que fue el político más abucheado de cuantos asistieron a la ceremonia de la Sagrada Familia. El vicepresidente de la Generalitat, no obstante, hizo oídos sordos, y cuando pasó ante el público que esperaba frente a la fachada del templo se limitó a sonreír y a saludar.
A la salida de la celebración, volvió a oír los pitos, en esta caso más tímidos, ya que salió acompañado de otras personalidades políticas. Entre ellas José Bono, que también tuvo que aguantar el chaparrón del respetable. A pesar de su abierta defensa del catolicismo, el presidente del Congreso recibió una sonora pita. La que se ahorró José Luis Rodríguez Zapatero, cuya ausencia en la misa de consagración de la Sagrada Familia fue de lo más comentado entre los asistentes.
El Papa degustó ayer para comer y desayunar productos típicamente mediterráneos. Por la mañana tomó horchata y pan con tomate (pa amb tomaquet) y al mediodía, crema de verduras, cordero y crema catalana.