"La pederastia, inmediatamente, hay que llevarla a los tribunales, no esconderla"
El Seminario es como un oasis, un remanso de paz en medio de la ciudad. Poner un pie en sus jardines traslada a otra dimensión: se aleja la estridencia urbana y se introducen la calma y el silencio. Allí, el obispo Juan José Omella recibe con una amplia sonrisa, convence con su palabra serena y profunda y reflexiona, desde el respeto, acerca de la Iglesia y su situación actual. Asegura que «no hay quema de conventos como en los años 30 pero sí una actitud beligerante de algunos» y llama a la convivencia entre lo civil y lo religioso porque «todos tenemos mucho que aportar». Lo entrevista M. Mayayo en La Rioja.
– La Iglesia celebra hoy el Día de la Diócesis, ¿con qué mensaje?
– Caer en la cuenta de que la Iglesia somos todos y todos somos responsables, como en una familia, para lo bueno y para lo malo. La Iglesia aporta mucho a la sociedad: educa en valores, en el perdón y en la reconciliación -que nos viene muy bien ahora-, en la libertad… todos son valores del Evangelio.
– ¿Cómo van las vocaciones?
– Tenemos dos en el seminario mayor y nueve, en el menor. Es un cuentagotas. ¡Ojalá los jóvenes escuchen la llamada del Señor que siempre llama!
– ¿Por qué no cala el mensaje de la Iglesia en la sociedad?
– Nuestro lenguaje y nuestros métodos no han cambiado. Juan Pablo II hablaba de hacer una nueva evangelización de Europa y se refería a un nuevo lenguaje, nuevos métodos. El lenguaje que mejor comprende la gente es el amor. Lo diremos con sotana o sin sotana, pero si hay amor, la gente escucha. Es cierto que en nuestra sociedad se ha ido sembrando, por algunos intereses, que el lenguaje de los valores evangélicos trascendentes no aparezca, se deseche; hay una especie de tono anti-Iglesia y si uno está en contra, no escucha. No hay peor sordo que el que no quiere oír.
– Tienen ustedes instituciones como Cáritas, alabada y reconocida por la sociedad, y, sin embargo, se ataca a la Iglesia.
– Me duele el ataque porque Cáritas es la Iglesia. No es una ONG, es la misma iglesia. ¡Cuánto bien está haciendo y es la Iglesia! Son los cristianos comprometidos que muestran el rostro de Dios a través de la ayuda, de la caridad, de la solidaridad. Tendríamos que ver esto y no diferenciar entre Cáritas, sí, e Iglesia, no. Todo es la misma cosa.
– Qué mal se vende la Iglesia, ¿necesita una campaña de imagen?
– Si tras la imagen no hay nada, se pierde. Hay que volver a lo que decía Dostoyevsky: lo que salvará al mundo no será la imagen ni el dinero sino el amor. La Iglesia tiene esa paradoja: por un lado el marketing, la venta de un producto. Bueno, hay que hacerlo porque estamos en la sociedad de la imagen y estamos haciendo un esfuerzo, pero no todo está ahí. Lo que vale en la Iglesia es ese amor que no se reconoce al momento, pero luego se aprecia. Ese amor del misionero que muere en la selva. ¿Qué repercusión tiene? A la larga, estas cosas de Dios tienen su fruto. Lo dijo Tertuliano: la sangre de mártires es semilla de nuevos cristianos.
-¿Qué le diría a alguien que dice ser católico no practicante?
– Nadie es perfecto, ni santo, todos cojeamos detrás de los grandes pasos de Cristo. Pero tenemos que ir metiendo en nuestra vida un poco más de coherencia. Si yo pienso una cosa, hay que tratar de vivirla.
– Parece que tienen metido el enemigo en casa con curas con conductas impropias o los propios fieles con críticas continuas.
– La pederastia, inmediatamente, hay que llevarla a los tribunales, no esconderla, está claro, pero el pecado forma parte de nuestra vida. Con todo mi enfado y mi malestar, desgraciadamente esto también se da en las familias, en las escuelas… Pero a la Iglesia se le exige más coherencia por el mensaje que lleva. Y sobre los que atacan a la Iglesia, es que el mensaje es limpio, hermoso y siempre nos cuestiona. Y eso molesta y hay que acallar esa voz. Ante la sociedad actual, que una institución diga no o sí -por ejemplo a la vida en todos sus estadios- eso molesta.
– Visita del Papa. Se cuestiona pero las audiencias televisivas son millonarias.
– A Juan Pablo se le iba a ‘ver’ y a Benedicto se le va a escuchar porque tiene una palabra sencilla que cala y hace reflexionar. Es un gran pedagogo.
– Un artículo de Alfonso Ussía decía que este Papa indigna por su inteligencia.
– Es un Papa intelectual. Es un hombre sobre todo del respeto a la persona, valora la razón, el discurso. Él no es impositivo, siempre repite: la verdad no se impone se propone.
– La ‘comparación’ entre el laicismo y el anticlericalismo de los años 30.
– Hay que escuchar el contexto pero hay que ser claros: Una guerra con quema de conventos como en los años 30 no hay, pero sí una actitud beligerante en algunos grupos. El Papa está informado. Fue una llamada de atención a que seamos más respetuosos. Él habla siempre de respeto, de que puedan convivir lo civil y lo religioso; todos tenemos mucho que aportar. Al presidente de Francia, un país laico, le vi entrar a una celebración y frente al altar, hizo una reverencia. Ese respeto quizás falta en algunos grupos de nuestra sociedad.
– ¿Que le parece que Zapatero limitara su encuentro con el Papa a unos minutos en la despedida?
– Me alegré de que el Gobierno estuviera representado en Santiago. Él fue a la despedida, gesto digno de su parte. Lo demás no emito juicio.