«Nadie se la va a jugar al obispo. No va a haber juego sucio. ¿Distancia?, sí. Pero en ningún caso división. La pelota está en su tejado»
Medio centenar de sacerdotes se han comprometido ya con el denominado Foro de Curas de Bizkaia tras una asamblea celebrada el pasado lunes en Bilbao. Ese mismo día, varios representantes del colectivo se reunieron en la catedral de Santiago con el obispo de la diócesis, Mario Iceta, con el que repasaron la situación de la Iglesia local y su futuro. Fue un encuentro largo, sin prisas, para que nada se quedara en el tintero, y se desarrolló, según han reconocido ambas partes, en un ambiente «cordial». Lo cuenta Pedro Ontoso en El Correo.
La asamblea designó a las cinco personas que integrarán la comisión permanente del nuevo grupo. Se trata de Javier Oñate, responsable del Instituto de Teología y Pastoral, y de José Luis Beltrán, Antonio Linaza, José Alberto Güemes y Juan María Lechosa, párrocos en distintos territorios de la provincia. El núcleo directivo ha puesto ya orden del día a su primera reunión: la próxima elección de vicarios y la formación de los consejos que conforman la gestión de la diócesis.
Esta es, en efecto, una cuestión medular, porque afecta a la participación y al control del gobierno de la diócesis y que, paradójicamente, en el caso de que funcionara al cien por cien rebajaría el papel de un ‘lobby eclesial’ de estas características. El sector crítico del clero se queja de un «déficit de comunión» con el obispo y su equipo en los últimos años y reclaman un papel más amplio de los Consejos, más allá de su carácter consultivo, así como una aplicación inmediata de sus resoluciones.
Los representantes del nuevo foro, en línea con un diagnóstico muy extendido, retratan un cuadro muy negativo de la situación actual de la Iglesia católica, en la que aprecian una involución. En ese clima sitúan también determinadas posiciones de la Conferencia Episcopal Española, subida a la cresta de una «ola restauracionista».
También consideran que durante la etapa de Ricardo Blázquez se ha producido «un deterioro importante» de la vida diocesana, que ha «rebajado» la moral en la Iglesia local. «Hemos sido demasiado posibilistas, pero el resultado final es de un desánimo que ha calado en el tejido. Ahora estamos escaldados», señalan. Además, se encuentran «muy dolidos» por el olvido de los «candidatos vascos» a la hora de elegir a los nuevos obispos. «Son vascos, sí, pero han sido formados al margen de la tradición de la diócesis», reprochan.
Albaceas de un modelo
Aunque resulta evidente su frialdad y distancia con Mario Iceta, los integrantes del foro aseguran que «no hay nada personal contra el obispo», pero temen que su nombramiento forme parte de una estrategia para cambiar el rumbo de la diócesis, porque «hay gente que le quiere mediatizar». «Que nadie se apropie del obispo», claman. «Queremos que oiga todas las voces de la diócesis y que no se pierda su pluralidad».
El sector crítico se considera albacea de una Iglesia que ha sido pionera en muchos aspectos, como los planes de Evangelización, la formación del laicado o la remodelación pastoral, «que han sido copiadas por otras comunidades». En esa línea, se ha organizado para poner en valor y defender «ese modelo de Iglesia», antes de que se fuerce la inhibición de algunos sectores. «Eso sería una losa muy difícil de levantar», advierte.
Muchos de los que integran este sector militante del clero han conformado e impulsado en su día la ‘línea Uriate’ y también se sienten golpeados por algunas desautorizaciones que ha sufrido el que fuera obispo de San Sebastián y auxiliar de Bilbao. Se trata de gente valiosa, sin ímpetu ideológico, que trabaja con mucha creatividad la pastoral. «Gente sana», describe un factótum de la diócesis. Por contra, otras voces les señalan como «vacas sagradas, que ahora temen quedarse fuera del juego eclesial».
En cualquier caso, los críticos rechazan hablar de bandos, aunque reconocen que el ambiente «no está fácil». Al obispo le han prometido colaboración, pero estarán vigilantes. «Si hay que cambiar cosas, se cambian, pero siempre con consenso y amplias mayorías», reclaman. «Nadie se la va a jugar. No va a haber juego sucio. ¿Distancia?, sí. Pero en ningún caso división. La pelota está en su tejado», insisten.
La primera prueba del algodón está a la vuelta de la esquina. La diócesis ha puesto en marcha ya el proceso para elegir al vicario general, el ‘número dos’ y ‘alter ego’ del obispo, y a los territoriales, los ‘capitanes’ que participan en el gobierno de la Iglesia local, muy pegados al día a día de las bases. El resultado de la consulta no es vinculante para el obispo, pero, hasta ahora, todos se han autoobligado a reconocer, sobre todo, al vicario general, que desempeña un papel primordial de intermediación y de confianza entre la jerarquía y el clero.