La Iglesia prácticamente se autofinancia con la aportación de los fieles
Acaba de llegar a Sevilla para ayudar al arzobispo Asenjo en su labor pastoral. Santiago Gómez Sierra, obispo auxiliar, asegura que le gusta la presencia que la Iglesia tiene en la ciudad y sus cofradías. De Asenjo destaca su enorme capacidad de trabajo y cercanía en el trato personal. No rehúye hablar sobre su etapa en Cajasur y denuncia la lucha contra el secularismo como el principal reto. El 26 de febrero tomará posesión. Lo entrevista Juan Parejo en Diario de Sevilla.
-¿Cuál va a ser su cometido en la Archidiócesis de Sevilla?
-Ayudar al arzobispo en todo el ministerio episcopal. Las tareas concretas no las conozco aún. Todavía no he hablado con él de mis cometidos.
-¿Qué conoce de la Iglesia de Sevilla?
-Cuando tuve noticia de mi nombramiento me preocupé por documentarme un poco. Me leí la historia de la Iglesia de Sevilla. Además de eso, no he tenido mucho contacto, por lo que no conozco sus realidades. Sí tuve algunas convivencias con el seminario de Sevilla hace años, y como vicario de Córdoba mantuve algún contacto con mis homólogos anteriores de aquí. También conozco las hermandades y cofradías.
-¿Conoce Sevilla?
-No conozco gran cosa. Me voy a tener que zambullir de verdad en la realidad de la Iglesia y de la sociedad de Sevilla.
-¿Qué le gusta de la ciudad?
-Me gusta esa presencia de la Iglesia, que es tan contundente en torno a la piedad y el cristianismo popular de la Semana Santa. Creo que es impresionante. También la alegría de su gente. La luz de la ciudad.
-¿Qué opinión tiene de los sevillanos?
-No tengo una opinión particular. He encontrado en todos acogida, afecto y disponibilidad. Tengo la mejor opinión.
-Su nombre fue una petición expresa del arzobispo Asenjo.
-Creo que él lo ha manifestado así. Don Juan José pidió un obispo auxiliar y al arzobispo que pide un obispo auxiliar le corresponde hacer una propuesta de nombres. Y el mío iba incluido, claro.
-Ya ha trabajado con monseñor Asenjo en Córdoba. ¿Qué destaca del prelado sevillano?
-Trabajé de una manera muy estrecha con él porque yo era vicario general. Destaco su carácter tan entrañable para las relaciones personales. Su espíritu de trabajo. Él no se agota, pero agota a todos los que tiene alrededor. Su eclesialidad tan honda y tan sentida. Y un espíritu de siempre salvar todo lo bueno que pueda haber en cualquier persona o realidad. Eso lo tiene, o yo lo he percibido al menos, como una manera de afrontar las cosas.
-¿Cómo se define a sí mismo?
-Empezando por lo más evidente, me defino como sacerdote. Para mí no es un oficio, aunque lo es también, sino una manera de sentir mi vida, mi persona y todos los ámbitos de mis ser. Sería una buena definición.
-¿Cuáles son los principales retos de la Iglesia en la actualidad?
-Por una parte, percibo como un reto muy importante la crisis económica tan grave con sus secuelas de paro y pobreza severa para muchas familias. Es un reto para los ciudadanos y, por supuesto, para la Iglesia. Luego lo que percibo, también como un reto para la cultura y la Iglesia, es el secularismo. Ese intento por barrer a Dios o por hacer ver que la religión es inservible o es una afición del ámbito privado, que no es relevante ni para conformar un proyecto social ni una cultura. Creo que es una postura antropológicamente equivocada y que a la Iglesia la confronta como un reto innegable.
-¿Está la Iglesia reaccionando bien ante la crisis?
-Yo creo que sí. La crisis económica es antes una crisis ética y moral, y la Iglesia, educando en cristiano, sencillamente con los 10 mandamientos de la ley de Dios, está colaborando y haciendo que la sociedad y la cultura no se pudran más.
-¿Cómo se podría aumentar el número de vocaciones?
-Propiciando una experiencia más íntima y personal del encuentro con Jesucristo. Una vocación es una llamada del Señor y puede surgir en el contexto en el que se cultiva esa relación personal con el Señor, por medio de los sacramentos, de la formación cristiana y de la experiencia de vida dentro de una comunidad eclesial, sea del tipo que sea. En la medida que haya vida en esos ámbitos, surgirán vocaciones.
-¿Cuál ha sido su mejor momento como sacerdote?
-La primera parroquia que tuve en la periferia de Córdoba, en un barrio bastante marginal. No había iglesia. Teníamos una nave que era escuela e iglesia. Hicimos un grupo escolar y se empezó a usar sólo como templo. Recuerdo como algo entrañable cuando pudimos poner el sagrario en la capilla. No olvidaré el rostro de aquellas mujeres sencillas, personas de fe verdadera, que a mí me edificaban, diciendo: «Ya no estamos solos. Ahora se queda el Señor con nosotros». Como sacerdote es algo que no olvidaré nunca.
-¿Y el peor?
-Quizás la muerte de un sacerdote joven y bastante amigo en un accidente de tráfico.
-¿Qué destaca de su etapa en Cajasur?
–Fue un periodo duro, como lo está siendo ahora para todas las empresas y cajas que están sufriendo una reestructuración. Cajasur lo intentó, y al final lo tuvo que hacer dentro del margen de maniobra que se nos dejó. Pero yo valoro mucho mi experiencia como persona y sacerdote allí. Vi en muchas personas valores muy grandes, y cómo un profesional cristiano defiende el bien común, olvidándose de su propio interés personal. Eso te da una valoración de las personas y una experiencia de lo que es la vida profesional y de lo fecunda que es la fe para cualquier bautizado cuando la vive con seriedad allí donde esté.
-El presidente Griñán dijo tras conocer su nombramiento: «Si para nombrarle obispo auxiliar se han tenido en cuenta sus méritos financieros, pues habrían hecho muy mal la elección». ¿Qué opinión le merecen estas declaraciones?
-No tengo ninguna valoración. El presidente sabe, como cualquier político, que cada organización es muy libre de hacer sus cuadros. Igual que en los partidos políticos no siempre hay primarias para elegir a los candidatos, la Iglesia tiene un proceso de discernimiento sobre los candidatos al episcopado muy serio y muy largo y, en mi caso supongo que también he sido sometido a ese proceso. Por la voluntad del Señor que reconozco en la Iglesia, he venido a Sevilla.
-¿Cree que ha llegado el momento para un cambio político en Andalucía?
–Son cuestiones sobre las que yo no me tengo que pronunciar. Los pastores de la Iglesia tienen otra misión, como orientar un juicio moral a los cristianos y a personas de buena voluntad que otorgan una autoridad moral a la Iglesia. Sobre los cambios políticos no tengo nada que decir.
-¿Entraña riesgos para la Iglesia la dependencia de la Junta de Andalucía para restaurar tantos templos que son monumentos?
-Cualquier gobierno debe preservar el patrimonio cultural y artístico que la sociedad tiene. La Iglesia hace un esfuerzo importante. Ciertamente, su patrimonio, en gran medida, lo sustentan los fieles con su aportación continua, y no las ayudas de las administraciones públicas.
-¿Cree posible la autofinanciación de la Iglesia?
-Prácticamente se autofinancia ya con la aportación de los fieles.
-¿Conoce el mundo de las cofradías?
-He tenido experiencia en Córdoba. Me llevaba muy bien con ellas. En Sevilla no las conozco pero creo que tienen una entidad dentro de la vida de la Archidiócesis muy importante y son recursos de personas de formación, de vivencia cristiana y de caridad muy importante.
-¿Cree que la realidad de la Archidiócesis de Sevilla está muy condicionada por las cofradías?
-No tengo un profundo conocimiento. Si está condicionada es positivamente, porque es un ámbito institucional de la Iglesia donde se congregan muchos bautizados. Creo que la condicionará positivamente.
-¿Se ha dirigido ya a usted alguna hermandad para que predique en sus cultos?
-Se han dirigido para felicitarme por el nombramiento. Se lo agradezco de corazón. Demuestra lo que estoy encontrando: una acogida fraterna. Las cofradías son comprensivas conmigo y todavía no me han llenado la agenda.

