Recuerdan que fue la Iglesia española una de las instituciones pioneras en implantar el "testamento vital" y en acabar con el "encarnizamiento terapéutico"
(Jesús Bastante).- No se abrirán, por el momento, la caja de los truenos en las relaciones Iglesia-Gobierno por el anteproyecto de ley de Muerte Digna y Últimas Voluntades presentado este viernes en el Consejo de Ministros. No porque no preocupe, sino porque los obispos no quieren abrir un nuevo frente de batalla contra el Ejecutivo socialista, a pocos meses de la visita de Benedicto XVI para clausurar la Jornada Mundial de la Juventud.
Según ha podido saber Religión Digital de fuentes episcopales, los obispos españoles mantendrán un «perfil bajo» en la respuesta al citado anteproyecto. Desde la Conferencia Episcopal se insistió que la Casa de la iglesia, por el momento, no emitirá ninguna opinión al respecto. A lo sumo, se recordaría la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el fin de la vida y la eutanasia, sin asumir que la futura ley hable de eutanasia o encarnizamiento terapéutico, como ha negado el Gobierno.
De todos modos, el Comité Ejecutivo, reunido el pasado jueves, sí trató la cuestión, imponiéndose el criterio de esperar a que el proyecto de ley sea firme.
Entre los obispos, no obstante, existe cierta «inquietud» ante la posibilidad de que esta normativa pueda «abrir la puerta a la eutanasia», aunque también reconocen que algunos aspectos, como el registro de últimas voluntades, pueden resultar «positivos», y recuerdan que fue la Iglesia española una de las instituciones pioneras en implantar el «testamento vital» y en acabar con el «encarnizamiento terapéutico».
En todo caso, y pese a la preocupación que la norma suscita entre los obispos, la CEE preferiría evitar pronunciarse hasta después del verano, de modo que un posible conflicto con el Gobierno no empañe la visita de Benedicto XVI a Madrid para clausurar la Jornada Mundial de la Juventud. Además, los obispos se han encontrado con la oposición de las congregaciones religiosas que desde hace décadas trabajan en el mundo de la enfermedad terminal, como los Camilos o los hermanos de San Juan de Dios, que han sido consultados a la hora de elaborar el anteproyecto, y han dado su visto bueno a algunos de los aspectos que más podrían preocupar a la Iglesia. Además, el Ejecutivo se ha comprometido a «dialogar con la Iglesia«, antes de aprobar la norma.