Aunque la pesca ha sido abundante, no todos los peces han entrado en la red. Hay que seguir echando las redes
El inicio del pontificado de Rafael Zornoza en la diócesis de Cádiz y Ceuta ha llegado cargado de optimismo, de esperanza y de un llamamento a la unidad de todos los sectores de la diócesis para superar la actual situación económica y de falta de empleo. En su toma de posesión como obispo, Zornoza dio muestras de conocer ya los principales problemas sociales de la diócesis, y se mostró dispuesto a encontrar soluciones. Lo cuenta Pablo Manuel Durio en Diario de Cádiz.
Zornoza Boy es oficialmente obispo de Cádiz y Ceuta desde las doce y media del mediodía. En ese instante, se fundió en un abrazo con su antecesor, Antonio Ceballos, y ocupó la sede de la diócesis, mientras la Catedral rompía en aplausos. Más de mil personas fueron testigos en el interior del templo de este momento histórico en el que se llevó a cabo el traspaso de poderes de la Iglesia gaditana, una vez que el Colegio de Consultores validó el nombramiento enviado el 30 de agosto por el Papa Benedicto XVI, en una carta en la que afirmaba que para sustituir a Ceballos se había buscado a «un hombre de sana doctrina y costumbres y experto en la labor pastoral«.
En sus primeras palabras como obispo, las que pronunció durante la homilía, Rafael Zornoza encomendó su labor a la Patrona de la ciudad, la Virgen del Rosario. «He aprendido nada más llegar una copla vuestra que dice A Cai no la llaman Cai que la llaman relicario porque tiene por Patrona a la Virgen del Rosario», fueron sus primeras palabras en la homilía de ayer. Zornoza se presentó ante el pueblo de Cádiz y Ceuta «como el que viene en el nombre del Señor, no tengo más credenciales«. El prelado quiso tener un recuerdo para Ceballos, «de bondad ejemplar, que ha dejado aquí su vida y su corazón», y dijo que en la jornada de ayer «más que tomar posesión de esta diócesis, soy yo quien se entrega a vosotros y sois vosotros quienes tomáis posesión de mí», comentando que la toma de posesión más importante de su vida había sido la ordenación como sacerdote.
Y a partir de ese momento, Rafael Zornoza comenzó a mostrar sus planteamientos o los caminos por donde transcurrirá su labor al frente de la Iglesia. «No soy capaz de decir en este momento qué caminos pastorales concretos haremos juntos, qué objetivos debemos compartir; pero es evidente que debemos profundizar en nuestro seguimiento de Cristo. Por tanto creo que acierto si os propongo desde ahora que la gran meta sea evangelizar«, afirmó Zornoza. Una evangelización que debe producirse en unos momentos actuales sobre los que también se refirió especialmente, definiendo la sociedad actual como vacía, «herida por el nihilismo posmoderno» y falta de valores. Unas características que a su juicio han salido aún más a la luz con motivo de la crisis económica.
Y es en medio de esta situación donde Zornoza hace un llamamiento «al ánimo y al gozo». «A los cristianos nos pueden faltar cosas, menos la esperanza. Debemos ser portadores de las buenas noticias en el mundo, no podemos renunciar a esta misión. Es urgente comunicar la alegría de la fe. En cualquier situación social, política o económica tendremos que luchar por mostrar la presencia de Dios en el mundo, que hace creer en lo humano».
Este mensaje de esperanza lo enlazó el nuevo obispo con la necesidad de ayudar a los más necesitados -«ser defensores de los derechos de todos«, dijo- y con el problema del alto índice de desempleo actual. Así, llegó a tachar de «escándalo» la pobreza general y la falta de trabajo que adolece el país actualmente, recordando que los parados «no son un simple número» y destacando la labor y los «esfuerzos» que realiza la Iglesia con ellos y con los más necesitados».
«Es el momento de que cada uno asuma su responsabilidad propia o la de la institución a la que representa para crear puestos de trabajo. Hay que superar la cultura del egoísmo y de la muerte«. Y para ello, pidió Rafael Zornoza la unión de todos. «Mi servicio y autoridad es un servicio a la unidad, a la comunión de todos», afirmó en sus palabras finales en la que fue la primera homilía como obispo de Cádiz y Ceuta.
Sobre su labor como máximo representante de la Iglesia diocesana, dijo Zornoza que esperaba «no defraudar a la Santa Iglesia» y pidió «que pueda gastar mi vida y serviros».
La ceremonia de toma de posesión se alargó prácticamente durante dos horas. A las doce del mediodía -después de ir de la residencia episcopal al seminario diocesano, donde se había habilitado la sacristía, y de allí al primer templo de la diócesis- hacía su entrada por la puerta principal Zornoza, acompañado por Antonio Ceballos y por el Nuncio del Vaticano en España, Renzo Fratini. Tras besar el Lignum Crucis y rezar en el coro, se dirigió al altar mayor, dando comienzo el ceremonial en el que Zornoza tomaba el testigo dejado por Ceballos durante los últimos dieciocho años. Y en torno a las dos de la tarde se entonó la Salve Marinera, en un gesto que quiso tener el Obispado ya que «el noventa por ciento de nuestros pueblos y parroquias están bañados por el mar», según dijo el vicario de Pastoral, Fructuoso Antolín.
La veintena de obispos, el Cabildo Catedral de Cádiz y el de Ceuta y el Colegio de Consultores se dispusieron en el altar mayor, junto a Zornoza, Ceballos y Fratini, que presidieron la ceremonia. Y en los primeros bancos de la nave central se dispusieron los casi doscientos sacerdotes que asistieron a la ceremonia. Todos ellos partieron de nuevo en procesión hacia el seminario, mientras Rafael Zornoza se quedaba a los pies del altar mayor recibiendo el saludo de todos los asistentes a la celebración. Así se ponía fin a la ceremonia de llegada del nuevo obispo, que quiso ayer lanzar un mensaje de esperanza y hacer un llamamiento a la unidad para salir de la crisis y buscar empleo, mostrando de esta forma tan optimista las cartas de lo que puede suponer su acción pastoral en la Bahía.
Por su parte, Antonio Ceballos tuvo ayer una última ocasión para despedirse de los suyos, para lanzar las últimas palabras desde el altar mayor de la Catedral donde tantas homilías e intervenciones ha presidido en los últimos 18 años. «Doy gracias a Dios por el tiempo que ha tenido a bien tenerme al frente de esta amada diócesis«, comenzó diciendo Ceballos, que invitó a los asistentes «a que vivamos con una alegría indescriptible la toma de posesión de Don Rafael» al ser «un día inolvidable para toda la Iglesia».
El obispo emérito hizo una breve radiografía sobre la diócesis de Cádiz y Ceuta, destacando que cuenta «con dos mares, tres bahías, tres puertos…». Una diócesis «en la que he echado las redes del Señor en estos caladeros». «Y os confieso que aunque la pesca ha sido abundante, no todos los peces han entrado en la red. Hay que seguir echando las redes», animó Ceballos, que aseguró que el «gran desafío» de la nueva evangelización «tiene futuro en las manos de Don Rafael».
Para el nuevo obispo tuvo su antecesor algunas palabras y consejos. «Aprende pronto a remar para adentro, a echar las redes en el nombre del Señor. Te vas a encontrar con muy buena gente; laicos preparados y comprometidos, pero los males no te van a faltar. No tengas miedo», afirmó durante su intervención el obispo emérito, que concluyó su mensaje lanzando un último consejo: «Ama a esta Iglesia y a estas gentes. Te confieso que merece la pena ser obispo de Cádiz y Ceuta».
Desde ese momento, Ceballos pasó a un segundo plano en la celebración, ya que instantes después Zornoza tomó posesión como nuevo obispo. Pero el público asistente a la Catedral quiso premiar el trabajo realizado por el anterior obispo en estos últimos dieciocho años y le dedicó una espontánea y sentida ovación cuando éste abandonaba la Catedral por última vez.