La presencia de la Iglesia en las redes sociales es un imperativo para la institución pero no para todas las personas que la forman
(José Manuel Vidal).- Mañana comienza en Madrid la asamblea de delegados de medios de comunicación. Como explica el nuevo director del secretariado de la comisión episcopal de medios, José Gabriel Vera, la reunión va a girar este año en torno «a la gestión de la comunicación en situaciones de crisis». Desde los casos de pederastia a los de las inmatriculaciones de bienes, pasando por el diálogo interconfesional o la idoneidad de los profesores de religión. Vera asegura que «una Iglesia que no comunica es poco Iglesia», porque el de la comunicación fue «el último mandamiento que dejó el Señor a los apóstoles».
La asamblea de delegados de este año gira en torno a «la comunicación en situaciones de crisis». ¿Qué se pretende al abordar un tema así de específico?
El objetivo es siempre servir mejor a las necesidades de los Delegados de Medios de Comunicación de las diócesis. Resulta evidente que el perfil de los Delegados es muy amplio e incluye a sacerdotes, a profesionales de la comunicación, a personas con formación universitaria, y a todos es importante atender en lo que tienen y preparar en lo que precisan: en ocasiones es más la vertiente pastoral de la comunicación y en otros momentos es más lo profesional. Este año hemos buscado abordar una cuestión estrictamente profesional que, significativamente, ha sido también objeto de atención en congresos universitarios y profesionales de lo más variados, como es la gestión de la comunicación en las situaciones de crisis.
El primer caso práctico se refiere a los «abusos de menores» que, afortunadamente, en la Iglesia española apenas se han dado. ¿Por qué?
Este caso y todos los demás han sido elegidos, más que por su contenido, por la estructura de comunicación que presentan y que se refiere a aspectos muy variados de la comunicación institucional. Algunos inciden más en públicos internos otros en públicos externos, unos implican al conjunto de la institución, otros están muy focalizados. En suma lo que se pretende es reflexionar sobre los aspectos comunicativos de las situaciones de crisis para permitir a la Iglesia su gestión, afrontándola como una oportunidad para acortar la distancia entre su identidad y su imagen.
El objetivo es analizar situaciones de comunicación para, siguiendo la metodología de los casos, establecer entre todos las ideas que se adecuan mejor a cada circunstancia, los mensajes, los procesos de decisión y en suma los protocolos que se pueden fijar. La idea es servir mejor a la Iglesia y a los medios en estas situaciones en las que no suele haber mucho tiempo para las decisiones ni mucho margen de actuación.
¿Qué le falta a la Iglesia española para comunicar mejor?
La comunicación de la Iglesia es una necesidad intrínseca porque forma parte de su misión. El último «mandamiento» que deja el Señor a los apóstoles es precisamente este de comunicar y comunicar una buena noticia: «Id y anunciad el Evangelio a todos los pueblos». Podríamos decir que su último encargo es un mandato de comunicación. Por tanto, una Iglesia que no comunica es poco Iglesia y eso afecta a todos. En la Iglesia todos comunicamos y comunicamos siempre: nuestra forma de actuar, de hablar, de vestir, de estar comunican, hacen visible a los demás lo que pensamos y lo que vivimos en nuestro corazón.
Por eso para comunicar mejor es muy importante vivir mejor lo que somos. Si conocemos y encarnamos mejor nuestra identidad, la comunicaremos mejor al mundo.
¿Los obispos deberían estar más presentes en la Red y en las redes sociales, hogar de las nuevas generaciones?
Yo diría que la presencia de la Iglesia en las redes sociales es un imperativo para la institución pero no para todas las personas que la forman. Es bueno y necesario que la Iglesia tenga presencia importante en las redes sociales, pero eso no obliga a todos los bautizados a tener perfil en facebook o en twitter o a estar colgado de la última app que salga. Ocurre lo mismo que con la misión ad gentes o la vida contemplativa: la Iglesia tiene que ir a las misiones y tiene que dedicarse a la oración en los claustros pero no todos sus miembros nos tenemos que ir de misioneros o meter en un monasterio.
¿Una presencia en la Red prudente y controlada?
Para estar en las redes sociales y estar con acierto hay que tener una cierta habilidad técnica, un conocimiento del modo de comunicar y vivirlo como una misión al servicio de la Iglesia. En este sentido los obispos son como los demás miembros de la Iglesia: unos están más habituados, tienen más facilidad, otros prefieren centrarse más en otros campos, algunos tienen blogs o perfiles en redes sociales y otros no. En el mundo hay mil millones de perfiles en redes sociales, que necesitan atención pastoral. Pero esto quiere decir también que hay seis mil millones de personas que no están en las redes y para ellos también trabaja la Iglesia y sus obispos.