Los tres obispos vascos comieron con Jáuregui; Munilla y Asurmendi plantaron a Mendia
Cuando Patxi López cambió la Biblia por el Estatuto en su juramento como lehendakari de todos los vascos en Gernika, dejaba claro ya que el suyo iba a ser un mandato laico y que lo único que pensaba sacralizar era el concepto de ciudadanía. Si Ardanza había compartido algunas de sus decisiones con los obispos vascos e Ibarretxe tenía en su círculo de asesores a monseñor Setién, en el caso de López son algunos teólogos progresistas quienes le aportan doctrina en ese campo de actuación. Y aunque ha marcado distancias con la Iglesia católica y otras confesiones, sin embargo no ha sido beligerante en ese espacio, en el que ha tratado de marcar su propio terreno y autonomía.
Por eso, la iniciativa de la consejera de Educación, Isabel Celaá, de abrir el debate sobre la presencia de la Religión en la escuela enseguida ha sido relacionada con un supuesto viraje del PSE hacia posiciones más a la izquierda de cara a la confrontación electoral que se avecina.Lo cuenta Pedro Ontoso en El Correo.
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