En los últimos años de Zapatero como presidente a los católicos se nos ha hecho muy difícil ser también socialistas
(Jesús Bastante).- Josep María Carbonell es presidente de la Fundación Joan Maragall. Ex diputado socialista, Carbonell es uno de los laicos más significativos en la Iglesia catalana. Crítico desde dentro, como debe ser un cristiano comprometido con la Iglesia y la sociedad de hoy, sostiene que «vivir intensamente en el mundo es el testimonio que los laicos pueden dar del Evangelio«. Aunque incide en que «la fe y la Iglesia son un proyecto radical de vida«, se muestra como un convencido defensor de la relación, y de la separación, entre Iglesia y Estado.
-¿Qué hace un laico como tú, con una historia detrás de compromiso político y social, metido tan dentro en «cosas de Iglesia»?
-Bueno, siempre ha formado parte de mi vida. Piensa que yo, a los 21 años, era coordinador de la JEC, y me eligieron para irme de secretario general internacional a París. Estuve allí dirigiendo la paz romana estudiantil en todo el mundo, 5 años a full time en Iglesia. Cuando volví fui primer secretario del Consejo Pastoral Diocesano… toda mi vida he compartido lo que sería un compromiso político y cívico con una presencia también activa en la Iglesia.
-¿O sea que es un error y una mentira afirmar que la fe debe estar fuera de ciertos sectores?
-Yo siempre he entendido que ser testimonio de la buena nueva del Evangelio significa, para los laicos, vivir intensamente en el mundo. Y en mi caso es así también por mi historia universitaria. Yo me vinculé con la clandestinidad en el año 75, en unos círculos de agrupación de los socialistas catalanes que empezaban, y tuve la suerte de tener como formador en esos años a Pascual Maragall y otros muchos, cuando yo sólo tenía 17 años. Mi vida ha estado muy marcada por esas opciones, por el socialismo democrático o la socialdemocracia, y también por la militancia eclesial en la JEC. Y lo he vivido sin grandes dificultades, porque una cosa es un proyecto político, con sus limitaciones temporales, que busca construir la mejor de las imperfectas sociedades, que piensa que la mejor manera de combinar libertad y justicia es el modelo socialdemócrata… Y otra cosa es la fe, la Iglesia, que es un proyecto radical de vida que te llama a pensar en otro horizonte. Son dos dimensiones muy diferentes.
Es cierto que, según qué prácticas políticas (marxismo-leninismo, etc.), puede haber incompatibilidades de fondo. Pero mi práctica de años, incluso cuando fui diputado en el Parlamento de Cataluña, como militante o dirigente del PSC, intenté siempre separar estos dos niveles, pero afirmando a la vez su profunda interrelación. Yo soy defensor de que hay relación entre religión y política, pero soy también defensor de la separación entre Iglesia y Estado. Ciertamente mi opción política va marcada por la orientación de fondo que implica el ser cristiano.
-Alrededor del 50% de los votantes del PSOE se definen como cristianos. Sin embargo, la visión que se da es que ser de Iglesia implica ser de otra opción política.
-Sí, y es un error. A veces la imagen de la Iglesia sustenta estas posiciones, que creen que ser católico implica tener unas posiciones ideológicas concretas. Pero también pienso que, en algunas ocasiones (y pienso en los últimos años de Zapatero como presidente) para los católicos se nos ha hecho muy difícil ser también socialistas. Yo lo he dicho y lo he escrito. Para los socialistas católicos hace 40 años había problemas con ciertas concepciones del marxismo como materialismo histórico y dialéctico; del mismo modo que en estos últimos años se nos hizo más difícil porque se radicalizó el peso de los valores que afectan a la posición profunda del cristianismo. Y pienso que esto no ha sido nada bueno para el PSOE. Esa radicalización ha sido negativa, y ha alejado a muchos votantes, e incluso posibles militantes, del Partido Socialista.
-¿No han sido, además de radicales, muy simplistas las propuestas que se han hecho (tanto desde una opción política como desde otra) en cuanto a la Iglesia?
-Sí. Es muy importante que la Iglesia española sepa que su misión pasa por ayudar a unir la sociedad española. En los libros de historia del siglo XIX y parte del XX, se ve cómo la Iglesia fue un factor de división en España. Se identificó con una parte de las Españas, prácticamente desde el carlismo. La gran tarea del cardenal Tarancón, desde los años 70, fue que la Iglesia jugara un papel decisivo en la reconciliación de los españoles. Y esto fue un activo que la Iglesia no puede perder. Desde Cataluña esto aún se le reconoce a la Iglesia, el papel que jugó a favor de la sociedad catalana. Yo creo que los obispos españoles, y su Iglesia en conjunto, habrían de tenerlo muy en cuenta, ahora que tenemos una sociedad bastante dividida, y que está viviendo una crisis social y económica importante. Habrían de poner en su agenda prioritaria la tarea de ser un puente de unidad social en España. Si la Iglesia fuera capaz de hacer este cambio, y volver a subrayar alguna de las actitudes tan importantes de los años 80 y 90, volveríamos a marcar un horizonte muy significativo.
Yo ahora soy el presidente de la Fundación Joan Maragall, que es precisamente, desde sus inicios hace 23 años, ese espacio de encuentro de la Iglesia con la sociedad y la cultura.
-¿A Cataluña ha llegado antes, o se ha asumido antes, el proceso de secularización? ¿Ha sido así por su apertura natural a Europa y a otras opciones, o a iniciativas como el atrio de los gentiles? ¿La Iglesia es en Cataluña un actor más, desde que ha dejado de sentirse el único actor? ¿Hay más diálogo allí, más presencia activa de otras confesiones, que, por ejemplo, en Madrid?
-Yo lo que veo es que en Cataluña siempre hemos tenido un sector de la Iglesia que sabía la importancia de la unidad y la cohesión. Incluso en los años 30, tuvimos cardenales que marcaron mucho el espíritu posterior, la recepción conciliar en los años 90 que se tradujo en una agenda importante. En cuanto a si se ha vivido antes la secularización en Cataluña, no sé exactamente si afirmar esto es adecuado. Lo que sí es cierto es que nosotros, al estar tocando a Francia, vivimos muy de cerca la dinámica europea. La recepción conciliar en Cataluña fue muy intensa, y la teología alemana, belga y francesa tuvo una presencia muy importante en los círculos intelectuales de nuestro país. Y esto ha marcado a toda una generación de sacerdotes y obispos. Por eso podemos afirmar que hay una forma de ser Iglesia en Cataluña, en comunión con la Iglesia romana, con una estrecha relación con la Iglesia española… Pero es una forma propia, basada en la capacidad de diálogo y respeto. La Acción Católica tuvo una presencia muy importante en la formación de los ciudadanos católicos, como algunas fundaciones diocesanas (Montserrat, Poblet…), polos espirituales que han marcado el ser Iglesia en Cataluña.
Yo soy decano de la Facultad de Comunicación de la Fundación Blanquerna de la Universidad Ramón LLul, que es una universidad de 15.000 habitantes, de inspiración cristiana. Y esto es una obra diocesana, que esencialmente es una forma de ser presencia en el mundo. Porque la única forma de avanzar es estar en la frontera.
-¿En qué consiste la Fundación Joan Maragall?
-Somos una fundación bastante particular, para el diálogo fe -cultura. Tenemos un patronato de 12 personas que se reúne quincenalmente. Ahora llevamos 3 meses discutiendo la irrupción en Cataluña del Concilio Vaticano II, estamos haciendo un ciclo sobre los textos conciliares y su recepción. Tenemos una parte, en el patronato, de reflexión y de creación de pensamiento. Y por otra parte tenemos toda una serie de seminarios y simposios de divulgación, y publicaciones. Tenemos una serie de cuadernos y colecciones, 67 libros hechos, y ahora somos los que dirigimos «Cuestions de vida cristiana», esta prestigiosa revista de Montserrat que saca tres números al año, y que es una revista clave de pensamiento. Hemos llegado a un acuerdo, por el cual nuestra fundación llena la revista de contenidos, y la abadía de Montserrat la distribuye. Por tanto, tenemos tres líneas: la de análisis, la de divulgación y la de publicaciones.
-¿Sois una fundación diocesana?
-Sí. El cardenal de Barcelona nombra a propuesta de sus miembros al presidente, y los miembros del patronato a propuesta del patronato. En el equipo fundacional estaba el padre Antoni Matabosch, que es ahora ecónomo de la diócesis y que ha sido nuestro presidente fundador durante 22 años, y que es un personaje fundamental para entender la Iglesia catalana, por su carácter dialogante y ecuménico. Y en el resto del equipo, del que yo también formé parte, había 4 personajes muy importantes: Josep María Rovira Belloso, que aún es el teólogo de referencia en Cataluña; Josep María Via Taltavull, que era otro teólogo y antropólogo que falleció hace un año, que era uno de los grandes filósofos en Cataluña; y el profesor Pere Lluis Font, catedrático de filosofía moderna, que también es uno de los grandes filósofos de nuestro país. Este equipo fue el que constituyó la Fundación, y trabajó junto durante 15 años, hasta que M. Rovira nos pidió la jubilación y pasó a emérito, y luego también Via Taltavull.
Por el patronato han ido pasando intelectuales de mucho prestigio, como Francesc Torralba, Ramón Pla, Joan Rigolt, Armand Puig… Todos nosotros nos reunimos para hacer un trabajo de diálogo con la sociedad.
Otro factor que A. Matabosch consiguió durante su mandato como presidente fue que la Fundación fuera reconocida por el conjunto de la sociedad civil como una fundación católica en diálogo. Por eso hemos hecho muchos programas con institutos de humanidades o cultura contemporánea, con la Universidad Pompeu Fabra y otras instituciones civiles, precisamente para hacer lo que ahora está un poco de moda con el atrio de los gentiles, que antes comentabas. Nosotros siempre hemos sido un atrio de los gentiles, y por eso tuvimos una relación muy estrecha con el presidente (francés) del Consejo para la Cultura, con quien organizábamos encuentros de católicos del Mediterráneo, y otras iniciativas como la exposición de Gaudí en la Plaza de San Pedro de Roma. Somos una fundación pequeñita, pero hemos sido capaces de llevar a la Plaza de San Pedro esta gran exposición. Monseñor Melchor Sánchez de Toca ha sido una ayuda fantástica para esto. El cardenal Ravasi vino hace tres años a Barcelona a dar una conferencia para la Fundación, y yo creo que se quedó impresionado por todo lo que llevábamos a cabo. Y también tenemos una excelente relación con el cardenal Poupard, que vino a la inauguración de la exposición. Él continúa con su gran vitalidad.
-También habéis inaugurado recientemente un observatorio en la Blanquerna.
-Sí. En la Facultad de Comunicación impartimos tres grados: Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas y Cine y Televisión. A parte de los másteres oficiales. Este año hemos creado un observatorio sobre comunicación, medios y religión, que dirige la profesora Miriam Díez, que también imparte clases en Roma. La facultad ya tenía asignaturas sobre periodismo religioso, comunicación del Evangelio, diálogo intercultural… etc. Hemos querido aglutinar todo eso y darle mayor coherencia para promover dos nuevos postgrados que lanzamos el próximo curso, y para crear un centro de estudio y análisis sobre la relación entre los medios de comunicación y el hecho religioso, que es un hecho del que los medios de comunicación hablan mucho, a veces con poco conocimiento. Normalmente aparece en todo aquello que pueda ser pernicioso, en malas noticias. Por eso creemos que hemos de ayudar a normalizar el hecho religioso en la esfera pública, y esto pasa por una formación de comunicadores, conocedores del hecho religioso y de las nuevas tecnologías. Todo esto es lo que vamos a intentar trabajar. Vamos a sacar un post-grado en Comunicación de las Instituciones Religiosas en la Era Digital, que se dirigirá esencialmente a formar a directores de diócesis, órdenes y comunidades religiosas.
-¿Faltan profesionales en la Iglesia? ¿Puede ser ésta una causa de que a menudo tenga poca capacidad de respuesta?
-Hemos de formar, sí. Hay que saber cómo tratar a los medios, cómo entrar en la agenda, cómo moverse en el entorno digital. En el post-grado tendremos profesores de Madrid, de Barcelona, de Roma… Está pensado para facilitar la presencia de los interesados de toda España. Luego, tenemos otro post-grado, que dirigirá Peio Sánchez, que se centrará más en la comunicación y el lenguaje audiovisual de la religión. El objetivo de este segundo post-grado es ayudar a los profesores de la enseñanza media utilizar los medios audiovisuales en la comunicación de la fe y del Evangelio. Creemos que el cine espiritual puede ser un gran instrumento. Estos dos proyectos forman parte del observatorio.
-¿Hasta qué punto es viable la participación, el diálogo, la presencia pública de los creyentes dentro de la sociedad? ¿Qué crees que nos depara el futuro?
-Un concepto que presentó nuestro Papa cuando era el cardenal Ratzinger es el de «minoría creativa«. Me gusta, y comparto con él, esa idea de que la Iglesia ha de asumir (especialmente en las sociedades como las nuestras, en parte secularizadas), la influencia. No el poder, pero sí influir. La Iglesia debe ser una comunidad de sentido para las personas, y de propuesta.
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