A Rouco Varela -que ya ha traído a Madrid a dos papas, una JMJ y varias celebraciones de la familia- sólo le falta una ceremonia de este tipo en su currículum episcopal
(Jesús Bastante).- En octubre de 2013, la Iglesia española acogerá una nueva ceremonia de beatificación de mártires de la Guerra Civil.
Según anunció esta 13 de junio de 2012 el portavoz de la CEE, Juan Antonio Martínez Camino, alrededor de 300 asesinados por odio a la fe subirán a los altares, en una nueva macrobeatificación, continuación de la que tuvo lugar en octubre de 2007.
Lejos de ser una «fiesta de la fe», la organización del evento ha mostrado una profunda división en el Episcopado. Madrid, Tarragona, Montserrat y Zaragoza se disputan la sede.
Según ha podido saber RD de fuentes de toda solvencia, la celebración de la macrobeatificación ha provocado un «profundo disgusto» entre algunos obispos -especialmente los catalanes- por el «especial interés» que el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha puesto para conseguir que la ceremonia tenga lugar en Madrid.
Desde Añastro se apunta a que se trataría de la última «demostración de poder» del purpurado antes de que le sea aceptada la renuncia, prevista para finales de ese año. O un modo de lograr una nueva demora, que le pemitiera batir todos los records de longevidad y aspirar a un quinto mandato en la Conferencia Episcopal (las elecciones son en marzo de 2014).
Uno de los más beligerantes en esta polémica es el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, que está presionando para que la macrobeatificación tenga lugar en la ciudad primada (se están concluyendo las obras de rehabilitación de la catedral), y que la misa de acción de gracias pudiera llevarse a cabo en el santuario de Montserrat.
Buena parte de los futuros beatos procederán del «bloque de Tarragona», entre ellos el obispo auxiliar del cardenal Vidal i Barraquer, monseñor Borrás, así como varios sacerdotes, hermanos de San Juan de Dios y la Salle, y una veintena de monjes de Montserrat. Este bloque ya ha recibido el plácet de la comisión de cardenales, y sólo resta la firma de Benedicto XVI.
Entre los defensores de esta posibilidad se encuentran el cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach; así como los arzobispos de Valladolid, Ricardo Blázquez, y Valencia, Carlos Osoro.
No obstante, según afirman nuestras fuentes, el cardenal de Madrid está poniendo toda la carne en el asador para que Madrid continúe siendo la «capital» de la cristiandad española.
Y a Rouco Varela -que ya ha traído a Madrid a dos papas, una JMJ y varias celebraciones de la familia- sólo le falta una ceremonia de este tipo en su currículum episcopal (la gran macrobeatificación de 2007 se produjo durante el mandato de Blázquez).
Entre medias, ha surgido la posibilidad de que sea la basílica del Pilar de Zaragoza la que albergue finalmente la ceremonia, que tendría lugar el 12 de octubre (sábado), coincidiendo con la festividad de la Hispanidad. Algo que disgusta, y mucho, en la Iglesia catalana, que considera que unir a los mártires de la Guerra con la Virgen del Pilar -a la que Franco tanto instrumentalizara durante el régimen- podría servir para «pervertir» el ejemplo de los mártires, que murieron perdonando y promoviendo la reconciliación entre todos los españoles.