Mons. Casanova: "La falta de natalidad entre nosotros es un signo de falta de esperanza"
El obispo de Vic, Romà Casanova, critica a quienes ven «malsano y enfermizo» traer un bebé al mundo y a los que consideran «extraño e irresponsable» engendrar más de dos hijos, y acusa a la «sociedad del crimen perfecto» que, según él, «propicia el asesinato de sus hijos más indefensos en el seno de la madre».
En su glosa semanal que se publicará mañana en las hojas parroquiales de su diócesis, el obispo de Vic (Barcelona) defiende que los cristianos no pueden quedarse «impasibles ante la cultura de la muerte, sino que tenemos que ser auténticos defensores, con la palabra y los hechos, de la dignidad de la vida humana, desde el seno de la madre hasta su terminación natural».
Bajo el título de «Nuestra fe en el Dios de la vida», el prelado vicense asegura que «la falta de natalidad entre nosotros es un signo de falta de esperanza«.
«Hemos llegado a un extremo -subraya el obispo- en que los esposos que engendran más allá de dos hijos parecen unos extraños y unos irresponsables».
«Que poner un hijo en el mundo pueda parecer algo malsano, enfermizo, nos dice hasta qué punto entre nosotros las fuerzas del futuro han podido ser quebradas».
El purpurado de Vic anima a apoyar a las familias «y en especial a las familias numerosas«.
«El futuro de una cultura no son sólo sus instituciones y leyes, sino las personas que las familias engendran, porque creen en el futuro, porque creen que hay un futuro, una esperanza, un horizonte abierto delante suyo», escribe el obispo.
«Nuestra cultura parece que se haya convertido en una ‘sociedad del crimen perfecto’, cuando, no sólo propicia el asesinato de sus hijos más indefensos en el seno de la madre, santuario de la vida (…) sino que además lo justifica de muchas maneras, hasta el punto de tolerarlo o convertir el mal en un bien aparente por muchas razones, que van desde la compasión a la falta de deseo u otros sentimientos», critica monseñor Casanova.
El prelado acaba su carta dominical pidiendo a los cristianos que no se queden impasibles «ante esta realidad de muerte» y que se conviertan en «agentes de vida».
«En el seno de nuestras familias tenemos que vivir la generosidad de la paternidad responsable (…) nos tenemos que hacer custodios de la vida con nuestro acogimiento amoroso y tierno de toda persona; nunca condenando, pero tampoco justificando, y siempre firmes en querer y defender la dignidad de toda vida humana», concluye. (RD/Agencias)