Su 'manager' le exigió quitarse la cruz y le dijo que tenía autoridad para enviarla en ese mismo momento a su casa y sin paga si no le obedecía
La empleada de British Airways que fue despedida por llevar una cruz al cuello, Nadia Eweida, angloegipcia y cristiana copta, ha asegurado que en su país, Egipto, donde creció, y donde la mayoría de la población es de religión musulmana, «nunca» nadie le impidió llevar la cruz al cuello porque «todos saben allí la esencia y lo que representa ese símbolo» mientras que en Occidente considera que hay «una falta de conocimiento profundo de su significado».
En una rueda de prensa con motivo de la II Jornada de Libertad Religiosa que se celebra este viernes y en la que Ayuda a la Iglesia Necesitada entregará a Nadia Eweida el Premio a la Defensa de la Libertad Religiosa en el Mundo, la empleada de British Airways ha asegurado que desde que su jefe le dijo que debía retirarse la cruz hasta el día de hoy «nunca» se ha quitado la pequeña cruz de plata que lleva colgada al cuello que representa «su identidad».
«Me lo dijo de forma brusca delante de mis compañeros –algunas de las cuales llevaban hiyab–. Soy cristiana, le dije, y me contestó que eso no estaba en el código de vestir de la compañía. Entonces yo le expliqué que la cruz significaba Jesús, que era el símbolo de mi fe y me dijo que eso era una joya. Yo le respondí que no, que era un símbolo de mi fe», ha recordado.
Además, en declaraciones a Europa Press, Eweida ha indicado que aunque David Cameron la apoyó en los medios de comunicación diciendo que estaba a favor de que llevara la cruz, pero no paró el casó y prefirió que fuera hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. «Podrían haberlo parado con mucha facilidad», ha aseverado, al tiempo que ha reclamado a los gobiernos del mundo «respeto» a los cristianos que cumplen «un rol importante».
Eweida ha contado que todo comenzó al día siguiente de asistir a un curso para los empleados de British Airways precisamente para aprender a respetarse unos a otros ya que había trabajadores de distintas culturas. Cuando fue a firmar a su llegada al trabajo y delante de otros compañeros, su ‘manager’ le exigió quitarse la cruz y le dijo que tenía autoridad para enviarla en ese mismo momento a su casa y sin paga si no le obedecía.
Desde entonces, Eweida comenzó una lucha por la libertad religiosa en la que contó con el apoyo de su ‘mp’ (member of parlament) y en la que escribió diversas cartas a los directivos de British Airways pidiéndoles permiso para llevar la cruz, aunque la respuesta fue siempre «no».
Cuando el Tribunal de Estrasburgo le dio la razón, se sintió «como flotando». «Dios respondió a mis oraciones y estaba encantada, se habían reivindicado los derechos de los cristianos en Reino Unido y en Europa», ha remarcado.
En cuanto al apoyo de sus compañeros, Eweida ha señalado que en los primeros días más de 200 compañeros de trabajo, tanto religiosos como no religiosos, firmaron una petición para que pudiera volver a su puesto y ha recordado que cuando el Tribunal de DDHH se pronunció, algunos colegas más conservadores se atrevieron a estrecharle la mano para felicitarla.
En definitiva, Eweida cree que ha merecido la pena toda esta lucha y está convencida de que «desde el principio» ha tenido a Dios de su lado. «Tengo claro que ha habido intervención sobrenatural en ese apoyo y en cada paso que he dado», ha subrayado.
Por su parte, el arzobispo de Bukavu, monseñor Francois-Xavier Maroy Rusengo, que también participa en la II Jornada de Libertad Religiosa que se celebrará esta tarde en el la Universidad San Pablo CEU ha invitado a los españoles a dar gracias a Dios por lo que tienen porque, aunque atraviesan una crisis, viven en paz.
«Habéis recibido mucho, vivís en paz hoy y hay una crisis mundial que afecta al mundo entero y yo digo que la crisis esta aquí y los muertos en mi país. Porque vosotros aún podéis comer tres veces al día, dormir tranquilos en casa, os pueden curar, vuestros hijos pueden estudiar, conocer vuestros derechos y deberes», ha apuntado, al tiempo que ha indicado que seguramente si Dios hubiera seguido en la vida de los europeos, esta crisis «no hubiera llegado».
El arzobispo ha explicado que en el Congo han firmado «muchos acuerdos» pero con ninguno han llegado a una verdadera paz. Concretamente se ha referido al M23 y ha señalado que no saben de dónde vienen, que parecen «mercenarios». «¿Quién les manda? ¿Cómo pueden imponerse a toda una comunidad internacional empezando por el país victima?«, se preguntan e instan a las Naciones Unidas a plantearse las mismas cuestiones.
Maroy Rusengo ha apuntado que desde hace siete años sobrevive a atentados y a la situación de guerra que aún se vive en su diócesis, en la frontera de Congo con Ruanda y Burundi. Así, ha recordado cuando le intentaron matar de un disparo, que no acabó con su vida gracias a su baja estatura y ha contado que sus tres últimos predecesores en el cargo han muerto en un espacio de nueve años.
Ante esta situación, se pregunta si esto debe impedirles predicar la Buena Nueva y responde que no. Más aún, pide a su pueblo y a todos los que les escuchan y pueden ayudarles que «conviertan las armas en una cruz de Cristo» para luchar por «defender la verdad, los derechos de los hombres, la cohabitación pacífica».
(Rd/Ep)