La solución que maneja Rouco es adelantar la próxima Plenaria, prevista para noviembre, a septiembre y poder, de una tacada, abordar la elección del sucesor de Camino y, en la medida de lo posible, dejar apuntalada su propia sucesión
(Jesús Bastante).- El todavía cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, quiere dejarlo todo atado. La estrategia ha fallado, ha estallado más bien, tras la designación de Jorge Mario Bergoglio como Obispo de Roma. Adiós a los planes de llegar a los 80 años al frente de Añastro y de Bailén. Y, sin embargo, el cardenal pretende perpetuar su estilo en la Iglesia española. No le queda tiempo. Por ello, quiere adelantar las elecciones.
El temor de Rouco Varela tiene base. El primer nombramiento de Francisco para España, el obispo auxiliar de Oviedo, ha dejado a las claras que la suya ya no es la única voz a tener en cuenta. Su hombre, Jorge Fernández Sangrador, que casi había encargado los ropajes episcopales, no salió. Y se prevén futuros nombramientos que tampoco responderían a los deseos del todavía líder de la Iglesia en nuestro país. Lo que llevaría a quebrar la frágil mayoría que Rouco todavía mantiene en el Episcopado.
Por ello, según han asegurado fuentes episcopales de toda solvencia a RD, Rouco se está planteando adelantar las elecciones. A la secretaría general y portavocía -Martínez Camino, al fin, acaba mandato, sin posibilidad de renovación, en noviembre- y a la presidencia -en principio, en marzo de 2014-.
Todo parece indicar que Francisco nombrará a los nuevos arzobispos de Madrid y Barcelona antes de Navidad. En el momento en que se acepta su renuncia, el cardenal Rouco dejaría inmediatamente de ser presidente del Episcopado. Con lo cual, se podría llegar a marzo con «sede vacante».
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