La forma de vivir latinoamericana, que no pone trabas ni pegas, que no busca cinco pies al gato... es lo que creo que falta en Europa, donde en general estamos un poquito acartonados
(José Manuel Vidal)- Mario Iceta, obispo de Bilbao, se encuentra en Río de Janeiro por la JMJ. Espectador de las aglomeraciones de fieles que han recibido al Papa Francisco, se muestra un tanto preocupado: «No es fácil lograr el equilibrio de la cercanía que quiere el Papa con las personas, y los parámetros de seguridad necesarios para todos».
Sobre el Papa, afirma que «en los 4 meses que lleva ya de pontificado, creo que no hemos salido todavía del asombro ante su nueva propuesta de Evangelio, de ante la primavera de la Iglesia«.
Como participante en la visita papal a Brasil, se confiesa impresionado por la forma de vivir la fe de los creyentes latinoamericanos, mientras que sobre la Iglesia española apunta que hace falta comunión entre las distintas «sensibilidades», y asegura que esto «es una tarea fundamental de los obispos».
¿Cuándo llegó a Río, Monseñor?
Llegué ayer y vi por la televisión cómo la gente se abalanzaba sobre el coche, sobre el papamóvil.
¿En algún momento tuvo algo de miedo?
Bueno, si me llamó la atención la especie de avalancha, el agobio que había alrededor del coche, que estaba bloqueado delante de unos autobuses…Me pareció que a veces no es fácil buscar el equilibrio de la cercanía que quiere el Papa con las personas, y a la vez con los parámetros de seguridad para todos (no sólo para él, también para le gente): que no haya atropellos, que no haya avalanchas… Pero creo que todo el mundo tiene ganas de cercanía. El Papa de acercase a la gente, y la gente de estar con el Papa.
¿Qué programa les trae a los jóvenes?
Creo que lo que les trae es la respuesta a sus anhelos, a las ganas de una vida plena. A la juventud muchas veces se la pone etiquetas cuando se habla de ella, pero creo que ésa no es la cuestión. La cuestión es qué ofrecemos nosotros, la Iglesia, a los jóvenes. Cómo les podemos ayudar y acompañar sus deseos inmensos de alegría, de entrega, de hacerse personas de bien. Yo creo que el Papa viene a darles una palabra de orientación, a acompañarles, a decirles que está con ellos y a animarles a expresar lo más auténtico que tienen dentro de sí. Y también a ayudarles a ser constructores y servidores de una humanidad nueva, de una sociedad que merezca la pena, de una Iglesia viva y evangélica, que va a lo fundamental. Pienso que ése es el programa.
¿Se respiran nuevos aires en la Iglesia?
Pues sí. Creo que en los 4 meses que lleva ya el Papa de pontificado no hemos salido todavía del asombro de su nueva propuesta de Evangelio, de la novedad de su propuesta. De la primavera de la Iglesia, que nace sobre todo de las ganas de vivir lo fundamental, de dar una respuesta pura y sin alambiques, directamente desde el Evangelio, a los retos y anhelos del mundo de hoy.
¿Esta ilusión se nota en la gente? ¿Ves a la gente de Bilbao más esperanzada?
Sí. Creo que estamos todos todavía bajo la sorpresa de la novedad, que ciertamente te llena de alegría y de esperanza, que tiene horizontes y formas nuevas, más sencillas y más directas, más cercanas. Lo que pienso es que no se sabe todavía cómo todo esto va a cuajar o a calar, pero sí que ha sido una especie de forma de decir «vamos a levantar la casa», vamos a auscultar cómo van las cosas. Creo que hay esa expectativa en las personas, que están viendo cómo esto va ocurriendo.
¿Esa esperanza que se suscita dentro de la Iglesia, se puede comunicar a la sociedad, que en el caso de España, está siendo golpeada por la crisis?
Pienso que sí. La verdad es que cuando venimos a Latinoamérica o cuando tenemos experiencias con personas de aquí que pasan por España, nos damos cuenta de que aquí hay una gran vivencia de la fe. Y eso les ayuda a vivir con menos complicaciones.
¿Han conservado la fe mejor que nosotros?
No es cuestión de conservar, al menos yo pienso que es algo más vivencial, depende de la experiencia. Me da la sensación que nosotros en Occidente vivimos con muchos prejuicios, queremos racionalizar enseguida todo, ver los «pros» y los «contras»… Aquí le gente está mucho más abierta al encuentro, a la sorpresa, a la gratuidad de las relaciones y a su experiencia primordial y primera, sin complicar las cosas.
Yo ayer venía en un avión desde Iguazú, en el que habría 150 plazas, de las que menos 6 o 7, el resto eran todos jóvenes. Así que veníamos hablando con ellos, porque se nos acercaban y nos preguntaban… Venían con gran alegría, con una sonrisa amplia, con esperanza e ilusión por el futuro, con el corazón abierto para acoger el mensaje del Evangelio, sin poner trabas ni pegas, sin buscar cinco pies al gato… Esa forma de vivir y esa frescura de recibir la fe es lo que yo creo que falta en Europa, donde en general estamos un poquito acartonados.
¿Cree que en España seremos capaces de sumar, como está haciendo el Papa, de llegar a una síntesis y dejar el antagonismo entre progresistas y conservadores, o entre distintos modelos de Iglesia?
¡Dios lo quiera! Yo pienso que es una tarea fundamental de los obispos, puesto que un ministerio fundamental del obispo es el factor de comunión. La frase puede sonar manida, pero creo que lo que nos une es lo fundamental, y además son tantísimas cosas. A veces tropezamos en los matices, en las sensibilidades, y hacemos de eso un mundo. Pienso que tenemos que ser capaces de superarlo, aplicando la famosa frase de San Agustín: «En lo fundamental unidad, en lo secundario libertad, y siempre caridad». Creo que ésa es la clave. Tenemos que hacer ese principio carne y vida nuestra.
Dice usted que la comunión es tarea fundamental de los obispos. ¿Lo es especialmente de los obispos más jóvenes, usted entre ellos?
Cierto. Y es una tarea ilusionante. Yo estoy esperanzado. Pienso que nuestra misión siempre es tender puentes, con paciencia, porque no es fácil disolver de un día para otro los muros que se han ido levantando durante tiempo. Pero creo que todos tenemos que partir siempre del impulso de encontrarnos, de juntarnos y respetarnos.
También es verdad que esto es fruto del Espíritu Santo, como se dice también del ecumenismo. Cuando nos miramos sólo a nosotros mismos, a nuestras ideas, a nuestros pensamientos… no nos damos cuenta de que tenemos un mundo por evangelizar, una juventud a la que tenemos que llevar el Evangelio con frescura. Ser conscientes de esto nos sacaría de nuestro ensimismamiento y de nuestras posturas.
¿Salir a las fronteras y a las periferias, como dice el Papa?
Sí, ir a las periferias pero sin olvidar tampoco al vecino, que también puede estar sin evangelizar. Tenemos que estar atentos a las inquietudes, a las dificultades, y a las esperanzas de la gente normal de todos los lugares.
Algunos titulares:
-No es fácil lograr el equilibrio de la cercanía que quiere el Papa con las personas, y los parámetros de seguridad necesarios para todos
-Francisco les trae a los jóvenes la respuesta a sus anhelos, a las ganas de una vida plena
-Creo que en los 4 meses que lleva ya el Papa de pontificado no hemos salido todavía del asombro de su nueva propuesta de Evangelio, de la primavera de la Iglesia
-Creo que estamos todos todavía bajo la sorpresa de la novedad, y lo que no se sabe aún es cómo todo esto va a cuajar
-En Occidente vivimos con muchos prejuicios, queremos racionalizar enseguida todo, ver los «pros» y los «contras»… mientras que en Latinoamérica la gente está mucho más abierta a la sorpresa, a la gratuidad de las relaciones y a no complicar las cosas
-La forma de vivir latinoamericana, que no pone trabas ni pegas, que no busca cinco pies al gato… es lo que creo que falta en Europa, donde en general estamos un poquito acartonados
-La comunión de la Iglesia española es una tarea fundamental de los obispos