Jesús nunca excluyó a nadie, sino que dio preferencia a los pobres
Franco, agudo y solidario son las palabras que mejor describen el perfil del leonés Nicolás Castellanos durante la entrevista concedida durante sus vacaciones en España. Hace años dejó su palacio episcopal en Palencia y se fue a Bolivia para convertirse en el obispo de los pobres. Lo entrevista Pablo Guerra en Diario de León.
Vive en un barrio conocido como Plan 3.000, donde la mayor parte de la población es pobre y, el resto, vive en la miseria. Su misión ha consistido en escuchar las necesidades de la gente y buscar soluciones como la creación de escuelas o la construcción de hospitales para universalizar la sanidad. Ahora está en España pasando unos días de vacaciones, concretamente en Palencia. Valora la figura del papa Francisco como una revolución similar a «la primavera del Concilio Vaticano II» y carga contra León, provincia de la que, dice, no ha recibido nada. «Para hacerme Leonés del año no tuvieron problema alguno», asevera.
-¿Cómo se hizo misionero?
-Uno siente la llamada de Jesús para ser misionero, por lo que te desplazas a un lugar pobre e intentas ver las necesidades de la gente. Con ello intentamos dar la buena nueva de la palabra liberadora de Jesús.
-¿Mejor misionero que obispo?
-Son dos realidades distintas. Ser obispo en Palencia me hizo muy feliz. Fue ahí donde sentí la llamada de ser misionero. Sigo teniendo muy buena relación con Palencia, sobre todo porque la provincia colabora con nosotros en todo momento.
-Dice la gente que se va de misiones que se siente más feliz, ¿es eso verdad?
-Yo fui muy feliz aquí y soy muy feliz allí. Yo creo que lo que te da la felicidad es la vocación cristiana y ser seguidor de Jesús. Y cuando te metes en el mundo de los pobres te das cuenta de eso. Porque ese es el auténtico mensaje de Jesús. Nunca excluyó a nadie, sino que dio preferencia a los pobres. Así es como se encuentra la felicidad.
-¿Es muy diferente cómo se vive el cristinanismo en Bolivia que aquí?
-Allí hay mucha más participación. Tengo la iglesia todos los domingos llena de jóvenes, aquí en cambio no hay jóvenes.
-¿Se siente apoyado por la Iglesia en este proyecto?
-Por la Iglesia no. Soy claramente apoyado por la sociedad civil y las instituciones políticas y sociales, pero no por la Iglesia. Incluso me atrevo a decir que lo único que hace es criticarnos. Pero quiero destacar que en León hay una ONG que todos los años colabora con becas universitarias.
-¿Cree que la Iglesia se ha olvidado un poco de los pobres?
-Debería de decir que no, pero la crisis se nota aquí también. Yo ahora mismo marcho muy contento de la colaboración que tengo en otros sectores.
-¿Sigue las noticias de lo que ocurre en el Vaticano?
-Sé lo que dice la prensa, que es poco edificante. Yo creo que el núcleo de la cristiandad debería ser ejemplo de humildad y sencillez como es el sucesor de Pedro, el papa Francisco. Si es verdad lo que se dice de allí, porque allí no estoy, es indignante que se dé la corrupción en el Vaticano.
-¿Qué opinión tiene del papa Francisco?
-Yo creo que hemos vuelto a revivir la primavera del Concilio Vaticano II. Está volviendo a las fuentes del Evangelio y adaptándose a los nuevos tiempos. Hacer que el mensaje liberador de Jesús llegue a una sociedad actual totalmente distinta de la de ayer. Francisco, para mí, es una fuente de esperanza.
-Parece que comulga con sus ideas…
-Efectivamente. Yo he escrito un libro y veía esto que iba a ocurrir. Se titulaba Resistencia, profecía y utopía en la Iglesia de hoy, y es esta Iglesia moderna la que está mostrando el actual papa.
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