Raúl Mayoral: "No es cristiano replegarse, menos aún tener miedo"
El presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Carlos Romero Caramelo, ha asegurado que en el XV Congreso Católicos y Vida Pública que se ha inaugurado este viernes en la Universidad CEU San Pablo, ayudará a encontrar razones para la esperanza en una España afectada por «los problemas económicos, el abandono forzado de la vivienda, el paro, la desprotección legal del derecho a la vida, la insuficiencia de la protección a la familia y el desafío secesionista de imprevisibles consecuencias».
«Hoy buena parte de la sociedad no siente el amparo de las instituciones, los intereses de las partes han usurpado el bien de todos», ha destacado Romero Caramelo, durante el acto de inauguración, en el que también han intervenido el nuncio apostólico en España, monseñor Renzo Fratini, el obispo auxiliar de Madrid, Fidel Herráez Vegas, el director general de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, Raúl Mayoral y el director del Congreso Católicos y Vida Pública, Rafael Ortega.
Concretamente, ha explicado que el título del Congreso se refiere por primera vez en estos quince años a España por dos motivos: Inquietud -pues ha asegurado que están «seriamente preocupados» por la situación que atraviesa el país– y responsabilidad -porque ver solo cómo suceden los acontecimientos sería «una grave irresponsabilidad»–.
Romero Caramelo ha adelantado que la esperanza se puede hallar en las empresas y los profesionales que se convierten en «verdaderos motores de la economía», en los medios de comunicación «verdaderamente libres e independientes, con rigor, que informan y no deforman», en los jóvenes y la familia, «el gran pilar de la sociedad donde se encuentra refugio» y, en definitiva, en los españoles «que cada día con su trabajo entregan lo mejor de sí mismos».
Asimismo, ha recordado que «el primer mundo es la esperanza del tercer mundo«, también de los perseguidos en países como Pakistán y de «los que lo han perdido todo» como en Filipinas.
Por su parte, el nuncio apostólico en España, Renzo Fratini, que ha transmitido la bendición del Papa Francisco, ha declarado que esta «época de descristianización no debe sembrar el desánimo en el corazón del católico» pues «si se tiene fe en Cristo es incoherente perder la esperanza, pues con él se humaniza la familia, la educación, la economía y la política».
Además, ha incidido en la responsabilidad de la comunidad civil donde las razones para la esperanza deben encontrar su lugar propio y no en el «individualismo a ultranza». También ha recordado la «urgencia» de la magnanimidad para invitar a defender los derechos de la comunidad en un momento en que «prevalece la tutela de los derechos individuales». Asimismo, ha remarcado la necesidad que apunta el Papa Francisco de «repensar» la solidaridad, una palabra que, según ha apuntado, «no está muy bien vista» en el mundo económico, pero que es aún más urgente en momentos de crisis.
Por su parte, el obispo auxiliar de Madrid Fidel Herráez, también ha asegurado ver razones que alumbran esperanza a pesar de «las circunstancias del momento presente, en particular en España» y ha expresado sus tres deseos para este Congreso: apostar por la esperanza, caminar en la esperanza y transmitir esperanza. Y eso que, según ha puntualizado, «no es fácil apostar por la esperanza en tiempos de crisis económica, religiosa, moral».
Mientras, Raúl Mayoral ha destacado el empeño del Congreso de convertirse estos días en «la Plaza Mayor del catolicismo social patrio pero también europeo y mundial» pues, según ha añadido, «el púlpito ya no está en las Iglesias» sino en las plazas, en la política e incluso en el deporte. «No es cristiano replegarse, menos aún tener miedo», ha comentado, al tiempo que ha reivindicado «el respeto a la fe».
Por su parte, Manuel Pizarro considera que, si en 2008 se hubieran tomado las medidas adecuadas, «la crisis no habría sido tan fuerte». Así lo ha afirmado tras ser preguntado por el debate que mantuvo hace cinco año con Pedro Solbes durante el turno de preguntas de su intervención en el XV Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación Universitaria San Pablo CEU.
«Es una pena», ha comentado Pizarro, porque «el tiempo demostró que las instituciones financieras que adoptaron medidas no sufrieron tanto durante la crisis«. A su juicio, el Gobierno por entonces presidido por Rodríguez Zapatero negó en aquel tiempo la existencia de la crisis no por ignorancia sino por cálculo. «No hubo un mal diagnóstico, se sabía lo que pasaba y se ocultó». En este punto, ha aludido al argumento que esgrimieron en su día las autoridades del Banco Central, que dijeron haber silenciado los negativos datos económicos para no intervenir en la campaña electoral de 2008. Pero, a juicio del ponente, sí intervinieron, lo hicieron de modo «negativo».
Asimismo, el Abogado del Estado, ha denunciado la «competencia desleal» que se hace a las entidades que lo hicieron bien cuando «no se saca del mercado» a los que «lo hicieron mal». «Se les quitan los créditos malos, no tienen que provisionar y, encima, hacen la competencia a los que hicieron las cosas bien». No quiere decir esto que proponga dejar caer a los bancos. Más bien se ha referido a «dejar caer a los banqueros», en el sentido de que hay que «pedir responsabilidades».
Al hablar de premiar al que se comportó correctamente y «castigar» al que no lo hizo, Pizarro ha subrayado que esto está en la lógica del Evangelio. En parecida línea, ha apelado al espíritu de la «penitencia» para salir de la crisis. «Ahora toca penitencia, sacrifico y purificación, sólo con un cambio radical podremos alcanzar la resurrección que, en este caso, sería la salida de la crisis«.
Posteriormente, ha aludido a la virtud de la esperanza, que da título la actual edición del Congreso Católicos y Vida Pública, al decir que «salir de esta crisis va a costar mucho, pero no hay que desesperar«, pues la desesperación es también expresión de un pecado de «soberbia».
Pizarro ha destacado en varios momentos de su intervención la fortuna que tienen los cristianos de contar con el Evangelio. Éstos, deben ser la luz del mundo y la sal de la tierra que «prevenga la corrupción y luche contra todo lo que disuelve la sociedad».
(RD/Agencias)