Ésa fue, y no otra, la causa del despido de Encarnación González de la Conferencia Episcopal. "Era la candidata. La gran candidata"
(Jesús Bastante).- Este lunes arranca la Asamblea Plenaria que elegirá al sucesor de Martínez Camino como secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal. Una elección que marcará el futuro de la Iglesia española, y pulsará la fuerza que todavía tiene el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela. En las últimas semanas hemos planteado una serie de candidatos, que supondrían la continuidad o la reforma. A última hora, el cardenal Rouco, que sabe que en estos días se juega su futura influencia -y la de sus grupos de poder- en la Iglesia española, ha decidido apostar todos sus réditos a un candidato estrella: el obispo auxiliar de Madrid, Fidel Herráez.
«La apuesta va en serio, y es peligrosa» aseguran a este cronista varios trabajadores y responsables de secretariados de la CEE. Y conlleva una lectura principal: que Rouco Varela quiere mantener el control en la Conferencia Episcopal a toda costa, que ésa es su gran batalla.
Lo cual se traduce en que Madrid, sede para la que Fidel seguía siendo su candidato, está perdida. «Si no, no se explica que quiera ‘quemar’ al que ha sido su fiel escudero durante tanto tiempo y al que le debe un premio por su trabajo durante tantos años».
De ser cierta, Rouco Varela se aseguraría el control para su entorno de la Casa de la Iglesia en los próximos cinco años. Sea quien sea su sucesor tanto en Madrid como en Añastro, el cardenal sabe que no existe un candidato con la suficiente fuerza para romper con la dinámica que el purpurado ha impuesto en las últimas décadas, y menos aún si el más fiel de sus colaboradores permanece «guardando la viña» de Añastro.
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