La Iglesia admite que el documento que se entregaba a los peregrinos que no confesaban motivación religiosa era considerado "un desprecio desagradable"
La Iglesia católica anunció hoy que a partir de ahora ofrecerá el documento conocido como la «Compostelana» a todos aquellos que hayan recorrido el Camino de Santiago, independientemente de que expresen su fe religiosa.
Así lo anunció el deán de la Catedral de Santiago, Segundo Pérez, en la presentación del nuevo modelo de diseño que disipa las diferencias de aspecto, aunque el texto, en latín, especifica si hay fe religiosa o simplemente otros motivos.
Añadió que existe además la opción de «comprar» por tres euros otro certificado «en castellano, gallego o cualquier otro idioma» que precisa el recorrido efectuado.
La «Compostelana», instituida en 1970, se entregó ese año a 68 peregrinos, aunque en 1971, coincidiendo con el Año Santo, fue atribuida a 491 y progresivamente se ha incrementado esta cifra, especialmente debido a las campañas de promoción turística de la Xunta, aunque el último documento en vigor es de 1982.
Para obtener ese documento hasta ahora era necesario, además de recorrer a pie al menos cien kilómetros o bien doscientos en bicicleta o a caballo, declarar fe religiosa ante la oficina del peregrino, dependiente de la Iglesia católica.
En caso contrario, los caminantes solo podían tener un documento alternativo que atestiguaba haber culminado al menos cien kilómetros de ese sendero.
El deán reconoció a un grupo de periodistas que eso llevaba a que «mayoritariamente» los caminantes optaran por la «Compostelana» entre un 80% y 90% de los casos y, por ende, a tener que «poner motivos religiosos», porque sino le daban un «papelito» que «verdaderamente no era muy agradable y que alguna gente me tiró», confesó Pérez.
El encargado de la oficina de acogida de los peregrinos reconoció implícitamente que «no era muy agradable» comprobar la actitud de los caminantes que consideraban ese documento como un «desprecio» a quienes no confesaban motivos religiosos, ya que era «totalmente anónimo».
El deán de la Catedral indicó además que «es muy difícil calibrar» cuántos recorren el Camino de Santiago por motivos de fe u otros, pero consideró que podría ser «mitad de peregrinos y mitad de turistas«.
Un estudio divulgado en 2007 por el Instituto de Estudios Turísticos de Galicia en base a encuestas a los peregrinos estableció que sólo el 38,10 % confesó una verdadera motivación religiosa en hacer ese Camino hasta Galicia, donde según una leyenda, fueron hallados en el siglo XI los restos mortales del Apóstol Santiago, transportados en barco desde tierras palestinas.
El arzobispo de Compostela, Julián Barrio, subrayó que la «Compostelana» es un documento, que «no un sacramento», y expresó su voluntad de que «el peregrino considere que debe de tenerla como algo que forma parte del currículum de su vida».
«Lo más importante es la transformación que haya podido vivir (ese peregrino) a lo largo de todo el Camino de Santiago», comentó Barrio.
El deán destacó en la presentación del documento que la Iglesia católica quiere establecer «una etapa completamente nueva en la atención pastoral en el servicio a los peregrinos».
Pérez criticó el «laicismo que impera en toda Europa» y opinó que hay que «delimitar lo que es específico del Camino de Santiago» pero «no negar ni cerrar puertas, sino abrirlas«.
También reprochó a una serie de asociaciones, tales como fraternidades y órdenes con ambición de cultivar la «parafernalia que hacen los humanos» con túnicas y vestimentas, la pretensión de disponer de privilegios en este templo gallego.
«En la Catedral no se reserva sitio a nadie«, dijo el deán, quien observó que hay grupos o individuos que tratan de ocupar lugares de primera fila, pese a no profesar fe alguna, frente a los peregrinos que han recorrido cientos de kilómetros y que llegan «con llagas en los pies».
«Hay cosas que han sido lamentables, no solo con la Iglesia», afirmó el deán al ser preguntado por si la propia jerarquía eclesiástica había promovido esos privilegios.
«Ni que paguen ni nada. Sólo se ponen delante los que tienen una invocación o tienen una lectura», espetó el deán, y apostilló: «Lo de resérveme ciento cincuenta sitios… Eso se acabó«. (RD/Agencias)