Nuncio Fratini: “Francisco sueña con una pastoral ordinaria más misionera y en continua actitud de salida”
(José Manuel Vidal).-Burgos bulle estos días de actividades culturales y pastorales eclesiales. Ayer, casi a la misma hora se inauguraban dos eventos: Un curso de verano de la Facultad de Teología y la 67 semana de misionología. Ambos eventos centrados en la figura del Papa Francisco y en la nueva dinámica de «salida misionera», de «revolución tranquila» o de «primavera», que está imprimiendo a la Iglesia católica.
A las cinco de la tarde, José Luis Cabria y José Luis Barriocanal, los organizadores del curso de verano de la Facultad de Teología en colaboración con la Universidad de Burgos, presentaban el evento. Con un título sugerente: «Los últimos Papas de la Iglesia (De Juan XXIII al Papa Francisco)». Pasando por Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Cinco gigantes de la Iglesia y de la historia moderna. Cinco Papas parecidos y diferentes, en una especial continuidad discontinua.
Tuve el honor de pronunciar la primera ponencia del curso, titulada «El Papa Francisco: la revolución tranquila del Papa del fin del mundo». Tras la cual se produjo un animado debate con los presentes en el aula universitaria. A la gente le seduce el efecto Francisco y está deseando verlo plasmado con mayor intensidad en los jerarcas de la Iglesia y en sus medios de comunicación.
A continuación, el sacerdote-periodista Manuel María Bru intervino con la ponencia «El legado del Papa Juan Pablo II». El curso continúa hasta el día 11, con intervenciones, entre otros, de los teólogos Eduardo de la Hera, Roberto Calvo, Blas Sierra o Santiago Madrigal, asi como de los periodistas Joaquín Luis Ortega o Juan Rubio, director de Vida Nueva.
Un par de horas después, el decano de la Facultad de Teología de Burgos, Francisco Pérez, presentaba en el aula magna la 67 semana de misionología. Con un salón de actos abarrotado de público y en clave también bergogliana: «Saliendo a las periferias».
A continuación intervino el anfitrión de la Semana, el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, con un saludo claro, concreto, sencillo, breve y directo, cualidades no excesivamente al uso entre nuestros prelados. Al estilo Francisco, el obispo burgalés alabó la capacidad papal de «acuñar palabras y frases que entiende todo el mundo» y busco las raíces de la «salida a las periferias» en tres parábolas del Evangelio.
En la parábola de la oveja perdida que, a su juicio, hay que leerla hoy a la inversa, porque «las 99 están fuera y en el redil sólo se ha quedado una oveja». De ahí que, as u juicio, «urja ir a las periferias de los alejados».
La parábola del buen samaritano es la clave de las periferias del dolor y del sufrimiento de todo tipo que hoy vive nuestra sociedad herida. Y Gil Hellín citó desde los parados, a los inmigrantes pasando por los niños que mueren de hambre o las mujeres maltratadas. Y concluyó contundente: «Hay que implicarse en la promoción de la Justicia y en remediar lar causas que producen esas situaciones».
Y por último, aludió a la parábola del hijo pródigo como clave de la salida a las periferias de los que han desertado de la fe. Ante ellos, el arzobispo de Burgos propuso «conversión pastoral», que significa cambiar de actitud, incluso en la espera del regreso del hijo pródigo. Con «una espera que no sea conformista, porque necesitamos que nos duelan las almas y recuperar el celo apostólico«. Y dicen que el arzobispo de Burgos es «conservador». En su intervención de ayer me pareció perfectamente alineado con las tesis, las incidencias y hasta el estilo del Papa Francisco.
Después intervino el Nuncio del Papa, Renzo Fratini, que también incidió en la «necesidad de un nuevo estilo evangelizador para todas las tareas de la Iglesia, saliendo de la propia comodidad». Y recordó que Francisco «sueña con una pastoral ordinaria más misionera y en continua actitud de salida».
Por eso, el representante del Papa en España aseguró que «la misión no es un adorno ni un apéndice, sino algo que no puedo arrancar de mi ser». Porque «sólo alcanzamos la plenitud, cuando el corazón se nos llena de nombres y de rostros».
Por último, el director de Obras Misionales, Anastasio Gil, presentó al primer conferenciante, el secretario general de la Conferencia episcopal, José María Gil Tamayo. El portavoz de los obispos pronunció una conferencia bien trabada en el fondo y bien dicha en la forma. Una lección magistral de cómo leer bien en público una conferencia escrita sin que la gente se duerma.
Tras comenzar asegurando que «salir a las periferias no es un eslogan», dibujó la situación socio-política actual. Con tintes sombríos, ante los que sólo cabe la actitud profética del Papa. Porque «la economía del descarte deja fuera a los más débiles» y «la avaricia es el centro de la economía financiera que excluye a los más desfavorecidos».
Una sociedad, como la española, en la que, según Gil Tamayo, «peligra la libertad religiosa a manos de un laicismo excluyente y nada inclusivo, que convierte a los cristianos en sin papeles en el ámbito público».
También criticó el secretario del episcopado «el pesimismo» que se ha instalado en las propias filas eclesiales, que la lleva a encerrarse en sí misma. «Tenemos que dejar salir a Cristo de la Iglesia», dijo, al tiempo que denunciaba que «hemos maleado y hemos ideologizado el mensaje evangélico».
Se trata, a su juicio, de «hacer de los nuevos escenarios nuevas oportunidades». Porque, en el contexto actual «no basta con la religiosidad popular y no es solución una vuelta al pasado sin más».
Gil Tamayo apostó por «la teología de la credibilidad» que pasa por el diálogo. «Dialoguen, dialoguen siempre y con todos; sean positivos», fue el mensaje que, según el secretario de los obispos, les dijo el Papa a la cúpula del episcopado en su reciente encuentro en Roma.
De ahí que, para el portavoz episcopal, «no basta una pastoral del mantenimiento sin más», sino que hay que dar «respuestas pastorales a las circunstancias actuales». Respuestas que pasan, entre otras cosas, por revitalizar las parroquias y la catequesis de adultos. Pasan también por «la irrenunciable opción por los pobres y los enfermos en el evangelio del dolor y de la cruz».
Otra línea de fuerza de la nueva evangelización en salida es la formación de agentes evangelizadores, que comuniquen «experiencia de Dios». A su juicio, «la Iglesia española ha sufrido otra desamortización distinta a la de Mendizábal: la del laicado católico».
Y a los clérigos, Gil Tamayo les recomendó «cercanía a la gente, que busca en los ministros de la Iglesia testigos creíbles». El estilo y las incidencias del Papa Francisco van calando, como lluvia, fina, también en la Iglesia española. Algo en lo que, en Burgos, han coincidido ayer tantos los conservadores como los progresistas. La Iglesia vuelve a la síntesis, a sumar, maestra como es en la «complexio oppositorum».