Monseñor Osoro: soy el Papa Francisco. Para mandarle un abrazo... por su arzobispado. En todo caso más tarde intentaré llamarlo: gracias
(Jesús Bastante).- «Hablaré con todas las fuerzas políticas. Donde me dejen entrar entraré, y donde no me dejen, haré todo lo posible por entrar, pero no a la fuerza». El nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, llegó a las diez en punto a la sede de la calle La Pasa. Con su maletón negro en la mano, se ganó a todos los periodistas desde el primer minuto, saludándolos a todos, y sin rehuir pregunta alguna.
«Voy a ir a la cárcel, y allí donde están todas las esclavitudes: con la prostitución, con los niños, con los drogadictos, en todas las fronteras donde están trabajando miles de cristianos, muchos de ellos religiosos y religiosas, a los que hay que agradecer su labor». La hoja de ruta de «el peregrino» está tan clara que aún no se ha planteado dónde va a vivir. «Lo que tengo que hacer ahora es estar con todos«, asumió Osoro, muy agradecido a la cobertura mediática de sus primeros pasos en Madrid.
Por si cabían dudas de que es el hombre del Papa Francisco en España, Carlos Osoro mostró a la prensa el mensaje que ayer por la noche le envió el propio Papa. «Ayer estaba rezando, y no me di cuenta. Después volvió a llamarme». En su mensaje de voz, decía lo siguiente: «Monseñor Osoro: soy el Papa Francisco. Para mandarle un abrazo… por su arzobispado. En todo caso más tarde intentaré llamarlo: gracias».
«Al principio pensé que era una tomadura de pelo, una imitación, pero después vi que no, y claro, me emocioné, porque uno no se espera que el Papa, con todas las ocupaciones que tiene, se ocupe del nuevo arzobispo de Madrid», añadió Osoro, quien agradeció «su gesto de cercanía y de cariño. ¿Cómo uno no va a trabajar más cuando recibe esto, cuando nota que lo quieren?». «Diréis que soy muy espiritualista… pues bendito sea Dios», bromeó.
El amor es, precisamente, una de las claves de bóveda del pontificado de Carlos Osoro para Madrid. «La persona humana es la principal tarea. Y esto lo podemos experimentar. Aunque uno no crea ni en las aspirinas, todos y cada uno de nosotros queremos a alguien. ¿Quién no?, que levante la mano», preguntó a la prensa. «Se trata de querer de verdad a esa persona que tengo delante, sea quien sea, y quererla en todo lo que es, no en lo que a mí me apetece que sea», incidió, asumiendo que «voy a trabajar por la familia, en mi diócesis».
«Ayudadme a realizar esta misión que tengo», pidió a la prensa. «Una misión difícil y a la vez muy sencilla: anunciar a nuestro Señor Jesucristo, no solo con palabras, sino con obras». Por eso le veremos, en los próximos días, en La Cañada, en Colonia Marconi, en los comedores de niños pobres -que los hay- en Madrid.
«Quiero llevar la alegría de que Dios nos quiere y cuenta con nosotros», una alegría «que es para todos los hombres, no puede excluir a nadie. Con mis pequeñeces, debilidades y miserias, pero con la ayuda de todos nosotros. Ayudadme a anunciar a Jesucristo».
Osoro hizo varios anuncios: el primero, que se encontrará una noche al mes con los jóvenes; el segundo, que cuidará especialmente a sacerdotes y religiosos; finalmente, que la misa de las familias se hará en cada diócesis, a no ser que la Conferencia Episcopal en su conjunto decida que se celebre en algún lugar, no necesariamente Madrid.
«Quiero una Iglesia en salida, pero que salga del centro a las periferias, para estar con todos, porque el centro es el Señor», subrayó Osoro, quien volvió a denunciar la «enfermedad de las tres ‘D'» que sufre nuestra sociedad. «Frente a la cultura del descarte, tenemos que construir la cultura del encuentro, donde nadie sobre, donde todos somos necesarios».
Osoro respondió a una pregunta sobre las vinculaciones de El Yunque y Hazteoir. Sin querer entrar en una realidad que aún no conoce, sí dejó claro que «yo voy a predicar a Jesucristo. Si se predica bien a Jesucristo, el que está apuntado a algo que no tiene, se borrará rápidamente. Y si no, no hará lo que tiene que hacer«. Eso sí: «no puedo aparecer aquí con un látigo, a ver a quién hecho y a quién pongo. Primero porque no me gusta, no soy así, no creo que sea lo de Jesús».
«Hay que abandonar el criterio de que ‘esto se ha hecho así siempre’. Tenemos que ser audaces creativos, tener estilos y métodos que son los evangelizadores, que no son los de la condena, de la dispersión, de derrotar al otro….¡no!. Son los métodos de agregar el amor del Señor», incidió. «No se puede machacar o condenar a la gente«.
Parafraseando al Papa, Osoro denunció las tentaciones de «enmudecer el corazón, el buenismo tonto, el sentirse propietario y patrón». «Hablo de mí mismo: me podría sentir poropietario de la Iglesia, pero la Iglesia es de nuestro señor, la guía nuestro Señor».
«El prójimo es imagen de Dios, y me tengo que identificar con él, a todos los niveles. Donde existe odio, división, calumnias, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, donde existen persecuciones a gente, todo eso, cuando uno vive -no teoriza-, nos hace situarnos en el núcleo del Evangelio».
Una tesis que vale para el ecumenismo: «Tenemos que buscar la unidad. ¿Que somos diversos? De acuerdo. La calumnia, aun en el supuesto de que haya algo de verdad, no es manera de vivir, y no se puede permitir a quien sea consciente. Las venganzas no tienen sentido. Imponer las ideas de uno: yo doy la vida por una persona, Jesucristo y el prójimo, no por una idea. Las ideas pueden ser cambiables».