Nuestra presencia en la sociedad tiene que ser una presencia donde no haya ningún tipo de privilegio y que nadie pueda sentir que la Iglesia es un instrumento de poder
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(Jesús Bastante).- José Antonio Vázquez coordina el Círculo de Espiritualidad Progresista Podemos. Tras casi dos décadas en el monasterio de Huerta, este cisterciense tomó la que, probablemente, haya sido la decisión más difícil de su vida: abandonar el monacato y salir a la plaza pública. Entrar en política para, desde la fe, intentar cambiar las cosas.
«La política no puede ser una política de tribu, de secta«, afirma Vázquez, quien sueña con una sociedad en la que todos puedan tener capacidad de encontrarse. En esto, y en muchas otras cosas, sigue el ejemplo de Francisco: «El Papa corre riesgos, sufre críticas por ello, y sin embargo conecta con mucha gente«, asegura.
José Antonio Vázquez, monje cisterciense que está en proceso de salida porque ha tomado una opción que es la de participar, no sé si decir en política o en un movimiento de cambiar las cosas. Cuéntanos un poco.
Sí, yo creo que es más adecuada esta segunda visión. Hablar del deseo de que mi opción espiritual también tenga una encarnación ética y esa encarnación ética tenga una dimensión política para hacerla fiar. En un determinado momento evalué y descubrí que Podemos podía ser el instrumento para lograrlo.
¿Cómo se mete en política un monje?
Bueno, los monjes se han metido en política durante toda la historia. San Bernardo, que es el maestro del Cister, era un hombre que siempre había tenido mucho interés por transformar la situación para que la vida de las personas mejorara y creo que ése es el deseo de un monje: el monacato en realidad es una escuela para que la persona conecte con el corazón, con la compasión y, de alguna manera, la política nos lo recuerda. El Papa, en su exhortación Evangelii Gaudium, dice que la política es una forma preciosa de ejercer la caridad y necesitamos gente que esté en política, que se sienta cercana, que viva la situación de la gente más pobre y con más necesidades.
Inicias un proceso que ya venía de antes; que viene ligado al devenir de Cristianía, del que ya hemos hablado en más de una ocasión aquí y se crea un círculo, que así es como funcionan en Podemos: Círculo de Espiritualidad Progresista.
Sí, ahora mismo se llama así, pero también estamos en un proceso, a lo mejor, de cambiar el nombre, pero por ahora se llama así.
¿Y qué sucede?
Iniciamos este proyecto y tiene una cierta repercusión social y comienza a funcionar. Al generar esa difusión pública, también se genera la inevitable tensión que supone siempre la acción política, y es a partir de ahí cuando inicio una reflexión personal y también comunitaria sobre qué sería lo mejor tanto para la comunidad religiosa a la que pertenecía como para mí. Y en ese discernimiento personal y comunitario es cuando, entre todos, decidimos que lo mejor es que, si voy a continuar con esa acción política, es mejor proteger el ámbito de la comunidad, para que no se vea implicado en esa tensión. Un proceso muy bueno, muy bonito, muy respetuoso.
Hay que dejar claro que no es que José Antonio Vázquez haya perdido la vocación, haya dejado de creer, haya pensado que esto no era lo suyo, el monacato y demás, sino que hay una opción hoy por hoy que parece que no es al cien por cien compatible.
Al menos no es adecuado en este momento, quizá, el compatibilizarla. Pero mi centro sigue siendo la espiritualidad, el seguimiento de Jesús, y yo voy a seguir en ese camino a través de esa fraternidad monástica ecuménica que llamamos Cristianía. Voy a poner ahí el peso y ahí vamos a seguir: en la opción cristiana. Y desde ese lugar, si posible, compatibilizarlo con la opción del círculo, aunque el círculo no es un círculo cristiano (hay muchos cristianos pero es un circulo ecuménico y laico, hay gente que es atea, agnóstica, pero que considera que hay una profundidad en el ser humano muy grande y a eso lo llamamos espiritualidad y desea vivirla).
Del entorno más ultracatólico, si lo queremos llamar así, te han llovido las críticas, los apriorismos, las calificaciones de medio pelo.
A veces sí, yo creo que son unos análisis precipitados y quizás un poco estereotipados que hay que superar. Que son anecdóticos.
¿Qué te parece si analizamos algunos de esos prejuicios para darles algún tipo de respuesta? Podemos: comunistas, marxistas, quemaiglesias, «como lleguen al poder vamos a repetir la situación del 36″… ¿Qué hace un católico defendiendo postulados de esta gente?
Sí, a veces ése es el discurso, yo creo que ajeno a la realidad. Solo hay que acercarse a los círculos Podemos para ver que hay personas de todas las tendencias, que la mayoría de la gente es muy sencilla, muy normal, y que lo único que quiere es impedir que la política no la hagan profesionales que se terminan aprovechando de nosotros. O hacemos nosotros la política o la política te la van hacer, y en muchos casos te la van hacer muy mal, ése es el objetivo de Podemos: creo que hay un interés muy pluralista. Es evidente que hay una sensibilidad progresista dentro de Podemos, pero es un movimiento difícil de clasificar, es erróneo calificarlo de izquierdas o de derechas porque estamos en otra cosa, es un movimiento ciudadano donde hay gente que lo que desea es que la ciudadanía se empodere y pase a actuar y controlar la política, porque si no llegamos a situaciones como las que estamos viviendo.
Los cristianos que siguen esta tesis están abandonando el Evangelio por El capital de Marx, por ejemplo.
Bueno, yo creo que esto es un error, dado que precisamente en principio Podemos no es un partido marxista ni se ha definido nunca así. Por otro lado, los cristianos que no se comprometen en una acción ética y que sobretodo no hacen una opción por los pobres, yo creo que es muy difícil que podamos decir que son cristianos. Una iglesia y un cristianismo que no esté comprometido con los pobres, y eso lo dice el Papa Francisco constantemente, difícilmente tiene la característica de cristiano. Entonces me parece que en ese sentido Podemos es una opción más, no es la única.
¿Cuál debe ser el papel de las religiones en la España de hoy?
Yo creo que el papel de la religión podría ser hacer que las personas desarrollen una ética fuerte en sus vidas. Que la ética no sea una ideología, un deberías, sino algo que nace de tu corazón. Yo creo que las religiones tienen todas una metodología, podríamos decir, para transformar el corazón y por lo tanto para que la persona se manifiesta de manera ética en su vida. Para ello las religiones tienen que superar este paradigma de enfrentamiento al diálogo y al ponernos todos a hablar y a desarrollar una ética común que sea adecuada para todos, aceptable para todos, Entonces las religiones se van a convertir en algo que potencia la paz y por tanto reconstruye la sociedad.
Han sido hasta ahora más problema que solución…
Me parecería injusto decir que han sido más pero en muchas ocasiones lo han sido y la Historia lo demuestra y la Iglesia muchas veces ha pedido perdón por las actitudes que han sido muy duras, muy negativas. Pero también han sido muy humanizadoras en muchos aspectos. Entonces, sería reduccionista decir que solo ha sido mala o solo buena.
Hay cuestiones relativas a la Iglesia, al menos en España, que están en debate y que van a estar más sobre la palestra en el futuro. Temas concretos: financiación de la Iglesia, la presencia de las clases de religión en las clases de la escuela pública, determinados privilegios de impuestos, incluso la participación social del clero. Digamos que no todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ante otros fueros. El tema de la mezquita de Córdoba, los monumentos propiedad de la Iglesia, propiedad del Estado (ese usufructo extraño que hay…). ¿Cómo te posicionas?
Son temas en que los expertos nos tienen que ayudar y tiene que haber luego un debate ciudadano donde no solo los expertos deben decir, sino los ciudadanos escuchando las visiones de los expertos, pero sí que tengo la sensación de que la Iglesia, siguiendo además los consejos de Vaticano II, debe renunciar a cualquier cosa que pueda parecer un privilegio, aunque se haya conseguido de manera legítima. Es lo mejor: tenemos que empezar a plantearnos que nuestra presencia en la sociedad tiene que ser una presencia donde no haya ningún tipo de privilegio y que nadie pueda sentir que la Iglesia es un instrumento de poder para conseguir una influencia sobre la sociedad. Me parece que sería mucho mejor que desde la Iglesia lo hiciéramos voluntariamente. Y no que la sociedad nos quitara esa confianza que nos dio en su momento… Eso sería buenísimo para nosotros.
En el entorno de Podemos, cuando uno se presenta -no solo tu caso, hay muchos otros compañeros que están participando y se están presentando como parte de esa Iglesia-, ¿cuál es la actitud? Porque igual que desde ciertos sectores católicos hay una situación de cerrazón hacía Podemos y lo que representa, probablemente hacia la institución y hacia todo lo que suene católico también la hay en el otro lado. ¿Cómo se te recibe? ¿Cómo se reciben vuestras ideas? ¿Vuestra forma de entender la participación pública, desde una óptica de fe? Porque entiendo que la fe es indisoluble a tu compromiso.
El círculo no es solo de creyentes, entonces quizás no todos hablarían de fe. En mi caso personal sí, pero no tiene por qué, no todos los miembros del círculo están en la misma situación, pero sí en la espiritualidad. En ocasiones sí hay personas que tiene un cierto recelo o que no entienden muy bien qué significa eso. En general la reacción ha sido muy positiva: nos hemos encontrado mucho apoyo y, sí, algunas reacciones minoritarias cuestionan la presencia del círculo, pero muy minoritarias. Mayoritariamente, mucho apoyo, mucha alegría y consideración de que un círculo así es necesario.
Pablo Iglesias decía el otro día en una entrevista que él no era muy religioso, que no era creyente, pero que le extrañaba -le sorprendía gratamente- estar tan de acuerdo con muchos de los postulados del Papa Francisco.
Yo creo que, efectivamente, hay una visión social del Papa Francisco que realmente coincide en muchos aspectos con lo que Podemos o Pablo Iglesias está diciendo. Esa visión de que hemos hecho una economía que está al servicio del capital financiero y no de las personas, esa crítica a la corrupción que el Papa Francisco constantemente está haciendo… En fin, que hay una serie de postulados que es curioso que el propio Pablo Iglesias, que no se considera religioso, dice: «Me sorprendo a mí mismo viendo que mi visión de lo social es prácticamente idéntica a la del Papa»
¿Qué le puedes pedir en este sentido a la Iglesia? ¿Qué le pediríamos a la Iglesia institución, no de parte de Pablo Iglesias, sino de tu parte de un creyente?
Yo le pediría lo que el Papa le está pidiendo: que no sea autorreferencial, que vaya a las periferias, que escuche a la gente sencilla y que viva ese Evangelio desde los pobres. Yo creo que eso es lo que el Papa le está pidiendo y quizás todavía algunas inercias institucionales no han captado ese mensaje que es esencial y eso es Evangelio puro. Me siento muy identificado con esta petición.
En España, acabamos de dar por concluido, o así parece, la etapa del cardenal Rouco. ¿Esperas que coincidiendo con eso se produzca esta franciscanización de la Iglesia española? Porque todavía parece que esa reforma, ese espíritu nuevo, no ha calado en la Iglesia española, a diferencia de en los otros países.
Sí, yo la verdad que soy en eso optimista: creo que efectivamente todavía hay sectores que no han entendido que estamos en otro momento y que el Papa Francisco tiene una lucidez en su propuesta, pero entonces creo que la Iglesia española tiene que hacer una transformación, una conversión de corazón. Y estoy convencido de que lo vamos a hacer. Ya se están viendo pequeños pasos, vamos a salir de una etapa que ha sido muy oscura. Creo que, con todo el respeto hacia las personas que habrán hecho siempre lo mejor lo que consideraban más adecuado y creo que hay que respetar, hemos cometido bastantes errores y ahora tenemos la oportunidad de rectificar y de abrirnos a una etapa mucho más luminosa.
Tú representas ahora en el proceso de la ejecutiva de Podemos a tu círculo, entre esos 62 nombres que se presentan. No sé las posibilidades de que seas elegido o no, pero, ¿qué pasa después, cuando acabe este proceso? ¿Te planteas un camino de ida y vuelta? ¿Cuál va a ser tu trabajo después de que se produzcan estas elecciones y salgas o no en esta ejecutiva?
Efectivamente la posibilidad de salir es escasa, porque la lista de Pablo lógicamente va a contar con más aceptación. Voy a aprovechar para hacer propaganda: nosotros estamos en la lista de empleados públicos, para tener más visibilidad, pero si alguien quisiera votarnos, en la web de Podemos hay una parte que pone «votaciones»; tú pinchas y te van a salir listas; la tercera lista de empleados públicos la pinchas y ahí vienen 19 nombres. Uno de ellos es el mío, tenemos otra persona del círculo que también está en la lista y que se llama Alberto Revuelve. Si nos quieren votar, voten ahí. En nuestro caso, nuestro objetivo no es estar en el consejo, aunque si lo conseguimos sería estupendo, pero sobre todo es habernos dado a conocer. Convertirnos en instrumento para que las personas para las que la espiritualidad es fundamental y que quieran que esa espiritualidad tenga un reflejo ético y un reflejo en la política puedan servirse de nosotros, del círculo. Sería continuar construyendo el círculo, continuar construyendo y apoyando el proyecto de Podemos y de transformación social que representa. Y yo a nivel personal seguiría comprometido con Cristianía, lo que supone continuar con todos los talleres y trabajos de difusión de la espiritualidad. Voy a vivir ahí en el pueblo de Vallecas, en una casita. Tenemos ahí un pequeño local donde continuaríamos potenciando esa realidad.
Esto seguro que te lo van a preguntar más personas, claro: llevas mucho tiempo viviendo en un entorno monacal en el que no te tienes que preocupar por ganar un sueldo día a día. ¿Cómo crees que va a ser tu día a día a partir de ahora? Más allá del compromiso político y social, el día a día.
Pues evidentemente va a haber cambios, va a ser una vida diferente. Por un lado tengo un sentimiento de pérdida porque, lógico, llevo 16 o 17 años en el monasterio, y tengo muchos vínculos afectivos, pero voy a continuar la relación: Yo iré de vez en cuando, haré allí mis retiros, pero en mi día a día estaré centrado en esto que digo del trabajo con cristianía. También voy a tener mi espacio de silencio: lo tengo más o menos organizado, con lo cual va a haber ese momento contemplativo. Lo voy a poder mantener.
Una pregunta que se le debería hacer a todo el mundo pero a casi nadie se le hace: ¿Y si esta opción, no solo en lo personal, fracasa? Tú no te has salido de la orden, tú no has dicho esta no es mi vocación, solo has tenido que elegir en un momento dado. Pero, ¿qué sucede si esto no funciona?
El concepto de fracaso habría que verlo, pero no lo sé, para mí el solo hecho de estar viviéndolo y ver cómo el círculo ha generado para muchas personas salir de una pasividad social a una actividad y ver lo creativa que es la gente cuando les das instrumentos, para mí eso ya es un éxito. A nivel personal, pues no sé lo que puede pasar, evidentemente yo ahora tengo que ir evaluando cómo voy viendo la situación y, bueno, a partir de ahí decidir si quiero continuar en esa dirección o a lo mejor pararme y reflexionar qué hacer. Pero vamos, ahora mismo yo me encuentro ilusionado con la opción: es un momento de ilusión y de acción.
Pues muchísima suerte José Antonio, porque necesitamos esos puentes antes de que surja el río, porque es necesario que existan espacios de diálogos donde se pueda hablar de todo y desde todas las perspectivas, porque no también desde la fe, desde la espiritualidad o tocando temas que la política del día a día no está acostumbrada a afrontar y es otra de las cosas que tenemos que cambiar, no solo luchar contra la corrupción sino también cambiar el modo de hacer.
Uno de los discursos del círculo es cambiemos el modo de hacer política: la política no puede ser una política de tribu, de secta; no hay que buscar el poder para mi grupo, sino buscar una política para el servicio de todos y para esto tenemos que ponernos en una dimensión del corazón, de la fe, de la compasión y del servicio. Para eso la espiritualidad es fundamental porque si no, solo tenemos ideas mentales que no transforman las acciones que realizamos (y de eso tenemos ejemplos). Yo creo que hay que vivirlo con esperanza no desde el miedo (hay un discurso social de meter miedo a la gente y lo contrario del amor es el miedo), sino desde la opción que tengamos, viviéndola desde el amor, que nos va a permitir hacer un análisis objetivo de las cosas. A veces dentro de la Iglesia parece que uno escucha como miedo, llamamos prudencia a lo que es miedo. Si tenemos mucho miedo eso significaría que tenemos muy poco amor: vivámoslo con amor, con ilusión, y desde ahí hagamos lo que hagamos no va a ser un error ni un fracaso.
Dicen el padre Ángel y el Papa Francisco que mejor pedir perdón que permiso.
A veces sí, con una cierta prudencia, pero creo que en ocasiones estamos como demasiado comprimidos, reprimidos. El ejemplo lo tenemos en el Papa, que es una persona que corre riesgos y sufre críticas por ello y que sin embargo conecta con mucha gente.
Es curioso que en una institución aparentemente tan anquilosada la cabeza de repente ahora sea tan poco cabeza
Yo creo que lo que ha venido de ahí es un hombre que ha tenido contactos con la gente empobrecida, con la gente marginada. Son ellos donde tenemos nuestra fuerza y ellos son los que realmente han transformado el corazón del Papa, y yo creo que él también lo ha manifestado así y desde ahí está transformando la Iglesia.
Habría que convocar una reunión, si viene el Papa a España: un encuentro del Papa Francisco y Pablo Iglesias sería una foto interesante
Sería algo estupendo y estoy convencido en que en muchas cosas se encontrarían muy cercanos y nos ayudaría a romper tópicos y a romper perjuicios por todas las líneas. Eso es necesario en un país que está a veces con muchas tensiones, ya que desde las tensiones no vamos a solucionar nada, tenemos que hacer un esfuerzo por entendernos, por el consenso y por colocarnos en el lugar de la escucha y la acogida del que es diferente a mí. Si conseguimos eso, hagamos lo que hagamos habrá sido un éxito.
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