El documento -que contó con nueve votos en contra- tocará temas sensibles para el actual gobierno, como las políticas de austeridad, las ayudas sociales, los desahucios y la actitud ante la inmigración
(Jesús Bastante).- «Ha sido una Asamblea Plenaria histórica. Lo veréis en el documento que presentamos este lunes». Así de exultante se mostraba ayer un obispo español tras una conversación sobre los frutos del último encuentro del episcopado de nuestro país, uno de los más productivos de los últimos años y, sin duda, al que se ha dotado de un contenido más social.
Y es que el «modelo social» se ha impuesto, no sin reservas, en la última Plenaria. Siguiendo las tesis del Papa Francisco, los obispos han avanzado mucho en la redacción del Plan Pastoral para el trienio 2016-2020, que hará especial hincapié en la responsabilidad de los católicos en la construcción de una sociedad más justa, solidaria e implicada con las realidades sufrientes; han aprobado el documento «La Iglesia servidora de los pobres», que esta mañana presenta Juan José Omella; y se ha escenificado el comienzo de un progresivo alejamiento de las tesis del Partido Popular, especialmente en lo tocante a las políticas sociales y migratorias.
La mayoría episcopal ha optado, después de años de excesiva cercanía a los postulados del Gobierno popular, por la «independencia y colaboración» sea cual sea el Ejecutivo resultante de las próximas elecciones, tal y como adelantó el presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, en su discurso de apertura.
Esta Plenaria deja tres claros ganadores: en primer lugar, el cardenal Blázquez, quien tras su reconocimiento por el propio Papa ha ganado enteros entre sus hermanos en el Episcopado, y cuyo discurso inicial marcó claras líneas diferenciadoras de su antecesor, Rouco Varela; su sucesor en Madrid, Carlos Osoro, quien ha asumido la gestión diaria de la Conferencia Episcopal, así como las decisiones, que ya se están tomando, en el seno de los medios de comunicación propiedad de la Iglesia (Cope, 13TV y Alfa y Omega, entre ellos); y el obispo de Calahorra -y presidente de Pastoral Social-, Juan José Omella, quien ha logrado que los obispos aprobaran un documento duro con la situación actual, muy en la línea de las denuncias formuladas por entidades como Cáritas.
El objetivo del Papa, tras la sucesión del cardenal Rouco en Madrid, es diseñar una Iglesia mucho menos politizada y más cercana a la problemática social. Y parece ser, según las fuentes consultadas, que una mayoría episcopal ha abogado, al fin, por este cambio. No sin oposición, si bien cada vez más minoritaria. Se da la circunstancia de que el principal opositor a estas tesis no es otro que el ex portavoz episcopal y hasta la fecha obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, aunque también el cardenal Rouco tomó la palabra en más de una ocasión.
Pero, en esta ocasión, las tesis aperturistas en lo social ganaron la partida, y el documento -que contó con nueve votos en contra- tocará temas sensibles para el actual gobierno, como las políticas de austeridad, las ayudas sociales, los desahucios y la actitud ante la inmigración. A ello se suma el descontento episcopal por la fallida reforma de la Ley del Aborto y por la presencia de la Religión en la nueva ley de Educación.
Estos son los tres hombres del Papa Francisco en España, hoy:
En primer lugar, el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, nombrado recientemente cardenal, y que representa un perfil más bajo y moderado desde el punto de vista político y mediático.
En segundo término, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quien en apenas medio año tras suceder a Rouco Varela ha cambiado el rostro de la Iglesia madrileña, además de encargarse de los futuros cambios en los medios de comunicación propiedad de la Iglesia (13TV, Cope y Alfa y Omega) y de atajar los diversos escándalos que están surgiendo en diversas diócesis.
Finalmente, Juan José Omella, obispo de Calahorra, y a quien Francisco podría encargar la responsabilidad del nuevo ministerio de asuntos sociales que surgirá de la reforma de la curia, y incluso la presidencia de Cáritas Internationalis, toda vez que su actual presidente, el cardenal Maradiaga, abandona su cargo a finales de mayo.