Los ataques, fruto de sectores ultraconservadores cercanos a las terminales mediáticas del Yunque -a quienes Osoro no ha querido apoyar, ni directa ni indirectamente- continuarán, pero no harán mella
(Jesús Bastante).- No se habían peleado, pero, por si acaso, ayer tuvo lugar la esperada «reconciliación» entre el padre Ángel y el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. En las últimas dos semanas, después del «caso Zerolo», los dos se habían intercambiado llamadas y mensajes de cariño, y ambos habían dicho maravillas del otro en diversas entrevistas. Pero ayer, durante la ordenación de cinco sacerdotes jesuitas, el arzobispo y el profeta se fundieron en un abrazo, en presencia de toda la curia, para que no hubiera dudas: no hay «caso padre Ángel» en Madrid. No hay «caso Osoro» en Mensajeros de la Paz.
«Es un testigo del Evangelio«, subraya Carlos Osoro. «Es el mejor arzobispo para Madrid«, contesta el padre Ángel. Las últimas dos semanas han sido complicadas para ambos, amigos y colaboradores desde hace tiempo. El pasado lunes, el arzobispo de Madrid acudió a Roma para la tradicional misa del palio a los nuevos arzobispos. El Papa Francisco no hizo comentario alguno contra el fundador de Mensajeros de la Paz ni contra la cesión que el Arzobispado hizo de la iglesia de San Antón.
No hay que olvidar que Bergoglio tenía -aún tiene- su habitación preparada en la residencia para sacerdotes que Mensajeros de la Paz gestiona en Buenos Aires, y que conoce -y quiere- al padre Ángel desde hace años. Tampoco, que fue una decisión personal de Francisco la que llevó a Osoro a dirigir la principal diócesis de este país.
Las presiones, algunas de ellas de altas esferas vaticanas de la vieja guardia, y las falsas acusaciones estuvieron cerca de provocar una ruptura entre los dos viejos amigos. No fue así: igual que el Papa Francisco, en su última intervención antes de viajar a Latinoamérica, hablaba de la «unidad en la diversidad» y en el poliedro como modo de entender la Iglesia, Osoro y el padre Ángel se muestran convencidos de su amistad, y del hecho, incuestionable, de estar construyendo caminos dentro de la Iglesia de la misericordia.
Así pues, el abrazo de ayer deja claro que ni Osoro va a quitar la parroquia al padre Ángel, ni el padre Ángel se ha convertido en «enemigo» del arzobispo de Madrid. Los ataques, fruto de sectores ultraconservadores cercanos a las terminales mediáticas del Yunque -a quienes Osoro no ha querido apoyar, ni directa ni indirectamente- continuarán, pero no harán mella.
Ya desde su decisión de aparcar las misas de la Familia en Colón, o de querer ser «pastor de todos», los ultraortodoxos continúan criticando, velada o abiertamente, la labor de Osoro y sus reformas, que se han visto en la configuración de la nueva curia y su intención de incidir en las periferias. Y es que Madrid tiene un buen obispo, cercano y convencido de que «Francisco desea completar la reforma de la Iglesia soñada por el Concilio Vaticano II». Osoro es un hombre libre, que escoge a sus amigos, y al que sus amigos respetan y quieren.
Osoro presidió este sábado por la tarde la ordenación de cinco presbíteros jesuitas en la Parroquia de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga de La Ventilla, acompañado por el obispo de Teruel, monseñor Carlos Escribano, y el provincial de España de la Compañía de Jesús, el padre Francisco José Ruiz Pérez SJ., así como por compañeros, familiares y amigos de los nuevos sacerdotes. Entre ellos, el padre Ángel, pues uno de los nuevos presbíteros es, desde hace años, colaborador de Mensajeros de la Paz.
El prelado madrileño señalo que la celebración era un «acontecimiento extraordinario y sobrecogedor», antes de animar a los nuevos sacerdotes -David Abad Cabello SJ, Rubén Alonso Alvarez SJ, Javier Cía Blasco SJ, Diego de Kisai Haro Martín SJ y Saúl López Cuadrado SJ- a «provocar el escándalo de un Dios que acompaña a todos los hombres». «¿Somos escándalo? El de Jesús, claro… ¿Damos la vida? ¿Vivimos en Él, desde Él y para Él? ¿Somos de todos y para todos? […] Hay que eucaristizar la vida», aseveró.
En esta misma línea, monseñor Osoro recordó que «solo hacemos la misión felices y contentos en medio de nuestras debilidades cuidando permanentemente a Jesucristo» y remarcó que a partir de ahora van a «regalar amor y misericordia de Dios» al poder decir «tomad y comed que este es mi cuerpo» y «yo le absuelvo». «A vosotros el Señor os dice: le envío a todos los hombres. Seréis el mismo Jesús en medio de todos los hombres», añadió.
En representación de los nuevos presbíteros, Diego de Kisai Haro Martín SJ destacó «la alegría y el gozo de haber sido bendecidos y consagrados al presbiterado» tras un camino «largo y muy bien acompañado». «Nuestro deseo es ser sacerdotes jesuitas en un mundo que nos pide poner todos nuestros talentos en la promoción de la fe y en la promoción de la justicia. Y lo mejor es que no estamos solos, contamos con dos cosas fundamentales: la Gracia de Dios, que a través del Espíritu hemos recibido en este sacramento, y los mediadores de esta Gracia, que sois todos vosotros», explicó.
Después de la celebración, familiares y amigos compartieron un pequeño aperitivo en los partios del Colegio Padre Piquer, uno de los proyectos que la Compañía de Jesús desarrolla en el barrio de La Ventilla.