¡Que la Santa nos contagie, nos engolosine y nos despierte la centellica del amor de Dios, para ser aprendices de lo esencial
(José M. Vidal).- Es tal la espesura y la hondura de Santa Teresa en todos los ámbitos de la vida cristiana que siempre que se organiza un acto, por muy importante que sea, la santa de Ávila lo domina y casi lo copa. Quedó patente en la inauguración del Congreso internacional Joseph Ratzinger, que comenzó hoy en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, con el título de «La oración, fuerza que cambia el mundo».
La presencia tan especial de la Santa en este Congreso se debe a que está coorganizado por la Fundación vaticana Joseph Ratzinger, la Universidad Francisco de Vitoria y la Fundación V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Y la gran mística española acaparó todas las intervenciones de la sesión de bienvenida.
Carlos Osoro, el arzobispo de Madrid, recién llegado del Sínodo de la Familia, pronunció el discurso-marco de la ceremonia de bienvenida y, como no podía ser de otra manera, lo centró en la Santa de Ávila. Porque, para ella, como recordó el prelado madrileño, «la oración es esperanza en acto y fuerza que cambia el mundo».
Explicó el arzobispo madrileño que, según Teresa, son dos las columnas que estructuran la vida humana: la libertad y la apertura o comunicación. La primera está muy relacionada con el amor. «Porque hay amores que hacen más ligera la vida y otros, en cambio, que la llenan de peso y de negrura». En cualquier caso, Osoro mantuvo que Teresa «planteó el seguimiento de Cristo en clave de liberación». Y, desde esa clave, la Santa se queja de los condicionamiento de su época por ser mujer.
La segunda columna de la vida es la comunicación, que la Santa de Ávila vivió tan profundamente y tan encarnada en la naturaleza. Contó Don Carlos que Teresa habla de cuatro grados de oración, simbolizados en las cuatro formas de regar la huerta: Con el agua del pozo, con la de la noria, con la del río o con la de la lluvia. Ésta última es la forma mejor, decía, «porque riega el Señor sin trabajo nuestro alguno». Encantada con la simbología del agua, Teresa palpita con el pasaje evangélico de la Samaritana y le pide continuamente a Dios que la sacie con esa misma agua.
A ejemplo de Teresa, Osoro concluyó que «en la Iglesia todo se hace a base de oración». De ahí que el Papa pida siempre a la gente que rece por él. Y de ahí que el arzobispo madrileño cerrase su intervención pidiendo que «recuperemos el arte de escuchar a Dios, al tiempo que dejamos espacio al silencio y al sosiego». Para poder experimentar que «la oración es realmente la fuerza que cambia el mundo».
Antes de la conferencia-marco de Don Carlos, se proyectó un video de Santa Teresa, e intervino el rector de la Universidad, Daniel Sada, para dar la bienvenida, asi como los demás integrantes de la mesa de presentación del Congreso.
El abulense, cardenal Ricardo Blázquez, se encontraba a su salsa, glosando la figura de la santa de su pueblo y la del Papa que tuvo de profesor en Alemania, con el que coincidió en la Congregación para la Doctrina de la Fe y, después, como Sumo Pontífice.
El arzobispo de Valladolid aseguró que le debe «tantísimo» al profesor Ratzinger. De hecho, en su biblioteca tiene «un metro de libros suyos». Como prefecto de Doctrina de la Fe, «nunca nos impuso nada y, al mismo tiempo, exigía una colaboración honrada». Y, como Papa, fue «un beneficio para la Iglesia y transmitía una teología marcada por lo pastoral».
Y tras recordar al Papa emérito, glosó someramente la figura de la Santa, «una mujer genial y una excelente amiga para el camino», y tuvo un recuerdo especial para su compañero de tantos años en Salamanca el teólogo Olegario González de Cardedal, el único español que recibió precisamente el Premio Ratzinger.
Por su parte, el Nuncio de Su Santidad, Renzo Fratini, se apoyó en los dos últimos Papas, Benedicto y Francisco, para asegurar que «la Iglesia sin oración se convierte en una ONG». De ahí que «el crecimiento de la Iglesia esté en la oración, que es cuestión de amor y esperanza en acto».
El presidente de la Fundación Joseph Ratzinger, Giuseppe Scotti, dio las gracias a los organizadores y a los periodistas e invitó a los presentes a una provechosa reflexión sobre la oración como fuerza que cambia el mundo.
Cerró el acto el provincial de Iberia de los carmelitas, Fray Miguel Márquez, para congratularse porque su Orden pudo ser coorganizadora del Congreso y para recordar que «Teresa es maestra de oración y patrimonio de la Humanidad». Y concluyó con este deseo tan carmelita: «¡Que la Santa nos contagie, nos engolosine y nos despierte la centellica del amor de Dios, para ser aprendices de lo esencial».
El broche de oro de la apertura del lo puso el Papa Francisco que, desde Roma, mandó un saludo especial al Congreso: «Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los participantes en el V Congreso de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, que se celebra en Madrid».
El Congreso terminará mañana y, en él, disertarán, entre otros, el jesuita Gabino Uribarri, el profesor de la Universidad de la Santa cruz de Roma, Bernardo Estrada, el vicario general de los carmelitas descalzos, Agustí Borrell, o el teólogo polaco Marius Kucinski. La conferencia conclusiva correrá a cargo de monseñor Ladaria Ferrer, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.