Instan al obispo de Tui-Vigo a “abrir un expediente canónico a Isaac de Vega y a Manuel Salcidos en razón a su actuación fraudulenta en todo este proceso”
(José Manuel Vidal).- No sólo están convencidos de que Miguel Rosendo, el fundador de Orden y Mandato, es «un inocente, que lleva 21 meses en prisión preventiva», sino que, además, tres curas madrileños denuncian que el obispado de Tui-Vigo cometió «gravísimas irregularidades» en el proceso canónico que se incoó contra el líder de los miguelianos.
El informe, al que ha tenido acceso RD, firmado por Eduardo Lostao, Juan Luis Castón y José Ignacio Martín, quiere denunciar «el carácter fraudulento de la investigación del obispado de Tui-Vigo y, en consecuencia, la grave responsabilidad eclesial en el desarrollo del subsiguiente proceso mediático, policial y penal contra Miguel Rosendo».
Los sacerdotes van desgranando, una a una, las irregularidades cometidas en la investigación eclesiástica. Por ejemplo, dicen que el que desencadena todo el proceso es Isaac Vega, el entonces capellán de la asociación religiosa. Y lo hace únicamente en base a rumores que le llegan de oídas, pero que él nunca presenció ni sospechó, a pesar de dirigir espiritualmente a Orden y Mandato durante muchos años.
El obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, presionado por Isaac Vega, abrió una investigación, encomendándosela a Manuel Salcidos, amigo del entonces capellán de Orden y Mandato.
Según sus propias declaraciones ante la jueza, el sacerdote investigador no le comunicó a Miguel Rosendo «que se había abierto un expediente contra él» y sólo habló dos veces con el fundador de Orden y Mandato. La primera, para presentarse como visitador canónico y recabar datos formales de la asociación: año de la fundación o número de miembros.
La segunda ocasión en la que habló con Miguel fue para leerle las «conclusiones de la visita canónica», ante la presencia del obispo Quinteiro, del propio Salcidos y del cura José Vidal, que actuó como secretario, para levantar acta oficial. Y los curas madrileños concluyen: «El visitador canónico nunca entrevistó a Miguel, nunca habló con él de las acusaciones y, por tanto, tampoco le permitió defenderse».
Como prueba de cargo, los sacerdotes madrileños aducen el «testimonio falso y siseante de Manuel Salcidos» ante la jueza, y califican de intolerable «su actuar malintencionado», porque «para cazar a un culpable, no hubiese hecho falta mentir ni haber urdido una investigación fraudulenta».
El visitador repitió la ‘faena’ con las consagradas de Orden y Mandato, que estaban trabajando en Bustarviejo y en el obispado de Ávila. Les hizo una visita canónica en Madrid que «consistió en hacerles rellenar, en medio hora, un cuestionario con preguntas de catecismo». De hecho, las monjas miguelianas presentaron, en febrero de 2015, un recurso administrativo ante el obispado de Tui-Vigo, «sin respuesta alguna hasta la fecha».
En él, denunciaban, entre otras cosas, «la indefensión sufrida por Miguel y por las consagradas durante la visita canónica». Además, ante el silencio del obispado a su recurso, las monjas miguelianas «presentaron también recursos en distintos dicasterios de la Curia romana».
Los sacerdotes concluyen: «Hoy, no es posible dudar de que este bochornoso proceder provocó el apartamiento cautelar de Miguel y, después, in crescendo, avaló la tormenta mediática, la intervención policial y la instrucción del proceso penal en curso».
Ante tal situación, los curas madrileños le dicen al obispo de Tui-Vigo, que «no puede mantener por más tiempo su silencio sobre esta profunda injusticia» y «debe reconocer públicamente el carácter fraudulento de la visita canónica».
Un reconocimiento que, a su juicio, es un «grave deber moral» del obispo, porque, como consecuencia de ese fraude, «Miguel Rosendo lleva dos años en prisión preventiva, sin haber sido aún juzgado».
Además, «posponer esta actuación, escudándose en la existencia de un proceso civil abierto, es un acto fácil de calificar evangélicamente, porque fue el obispado de Tui-Vigo quien provocó el primer nudo de esta madeja y tiene, por tanto, el deber de deshacerlo, para contribuir así al esclarecimiento judicial de la verdad«
Por último, los curas piden al obispo Quinteiro que «abra un expediente canónico a Isaac de Vega y a Manuel Salcidos en razón a su actuación fraudulenta en todo este proceso». Las acusaciones contra el obispado de Tui-Vigo son muy graves y dejan la pelota del caso en el tejado de monseñor Quinteiro, que no tendrá más remedio que mover ficha. Por amor a la verdad, que nos hace libres.
Texto íntegro del informe de los sacerdotes
El sumario del caso de los Miguelianos está revelando algunos datos sorprendentes que, de manera ya inequívoca, demuestran el carácter fraudulento de la investigación del obispado de Tui-Vigo y, en consecuencia, la grave responsabilidad eclesial en el desarrollo del subsiguiente proceso mediático, policial y penal contra Miguel Rosendo.
En diciembre de 2012, Isaac de Vega, entonces capellán de la cárcel de A Lama y de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, trasladó al obispado de Tui-Vigo unas acusaciones contra Miguel Rosendo de las que dijo hacerse eco. Unos meses después, en mayo de 2013, el obispo D. Luis Quinteiro encargó oficialmente a Manuel Salcidos, párroco de Sta. María de Baiona, que realizara una investigación sobre el asunto. Las grabaciones de las testificales realizadas por Isaac de Vega y Manuel Salcidos ante la jueza Inés Nicolás, titular del Juzgado de Instrucción nº1 de Tui, son ejemplo de una actitud del todo impropia en unos sacerdotes. Llama la atención el constante empeño por cargar contra la persona de Miguel Rosendo. No obstante, ni siquiera esta actitud consigue evitar que el sumario haya sacado a la luz algunos datos bochornosos.
Como es sabido, las investigaciones eclesiales, denominadas visitas canónicas, pueden tener diferentes motivos, desde una simple inspección rutinaria, por así decir, hasta una investigación dirigida a verificar la existencia de posibles conductas inmorales, desviaciones doctrinales, etc. Pues bien, según reconoció el propio Manuel Salcidos ante la jueza Inés Nicolás, en su declaración de 27 de noviembre de 2015, a Miguel no se le comunicó que se había abierto un expediente contra él, es decir, nunca se le informó de que no se trataba de una visita rutinaria sino, exactamente, de llevar a cabo una investigación sobre unas acusaciones gravísimas, que le afectaban especialmente a él y las consagradas femeninas de la asociación -las cuales, como ya es públicamente conocido, han resultado ser vírgenes.
Salcidos declaró que sólo habló dos veces con Miguel. La primera a finales de mayo de 2013. Fue a la Casa Madre de la asociación para presentar su nombramiento como visitador canónico y, según sus propias palabras, habló un rato con Miguel sobre datos esenciales de la asociación, año de fundación, número de miembros, etc. La segunda vez fue a las 17’00h del 12 de febrero de 2014. Miguel fue citado por el obispo D. Luis Quinteiro.
Allí le esperaban también Manuel Salcidos y el sacerdote José Vidal, como secretario de la reunión, para levantar acta oficial. En dicha acta, aportada también al sumario, se dice explícitamente que Miguel, al llegar -y presumiblemente al percatarse del carácter de aquella reunión-, solicitó la presencia en la misma de una persona de su confianza, petición que le fue denegada por el obispo D. Luis Quinteiro. El acta afirma también, y esto es lo más relevante, que, acto seguido, el visitador canónico Manuel Salcidos procedió a leer «las conclusiones de la Visita Canónica» y que esta era «la finalidad de la reunión».
Es decir, el visitador canónico nunca entrevistó a Miguel, nunca habló con él de las acusaciones y, por tanto, tampoco le permitió defenderse. El esperpento quedó reflejado en el interrogatorio realizado en el Juzgado de Instrucción nº1 de Tui el día 27 de noviembre de 2015, en los siguientes términos:
Jueza Inés Nicolás: «entonces esto quiere decir que usted en ningún momento se entrevistó con Miguel para intentar recabar información de si esos hechos eran verdad o no». Manuel Salcidos: «Bueno yo, le recabé…, le recabé información, digamos, casi sin que él se diera cuenta, en el primer momento [se refiere al día en el que llevó su nombramiento de visitador a Miguel y que, poco antes, en la misma declaración ante su señoría, había descrito como una conversación sobre datos genéricos relativos a la asociación]». A lo que contesta la jueza I. Nicolás: «¿cómo que sin que él se diera cuenta?». M. Salcidos: «en el sentido de que yo fui haciendo preguntas de lo que me interesaba, había cosas que no me interesaban en absoluto». Jueza I. Nicolás: «Pero ¿qué es lo que le interesaba exactamente?». Semejante actuar malintencionado en un clérigo, es intolerable. El testimonio falso y siseante de Manuel Salcidos, es un dato poderoso a favor de la inocencia de Miguel Rosendo. Para cazar a un culpable no hubiese hecho falta mentir, ni haber urdido una investigación fraudulenta.
Tan atadas estaban las conclusiones leídas en esa reunión del día 12, que el día 15 el Vicario General de la Diócesis, Juan Luis Martínez Lorenzo, presentó un informe -también en el sumario- acerca de los pasos a dar en función de las conclusiones de la visita canónica. Llama la atención, además, que un día después de la reunión en la que ya se habían leído esas conclusiones, el Vicario General Juan Luis Martínez Lorenzo y el Visitador Canónico Manuel Salcidos hicieran un viaje relámpago al arzobispado de Madrid, donde citaron a las consagradas y consagrados de la asociación que realizaban su labor en una residencia de ancianos en Bustarviejo y en el obispado de Ávila, respectivamente, para realizarles a toda prisa la visita canónica. Cuestión que consistió en hacerles rellenar, en media hora, un cuestionario con preguntas de catecismo.
Este proceder fue denunciado por las consagradas en un recurso administrativo en el obispado de Tui-Vigo en febrero de 2015, sin que hasta la fecha haya habido respuesta alguna. En dicho recurso, denunciaron, entre otras cosas, la indefensión sufrida por Miguel y por las consagradas durante la visita canónica. El visitador Manuel Salcidos no sentó ni con Miguel ni con las consagradas para decirles ‘se os acusa de esto, esto y esto, y yo debería estar aquí para escuchar lo que vosotros tenéis que decir al respecto’.
Ante el silencio del obispado de Tui-Vigo, las consagradas han presentado también recursos en distintos dicasterios de la Curia Romana.
Hoy no es posible dudar de que este bochornoso proceder provocó el apartamiento cautelar de Miguel y. después, in crescendo, avaló la tormenta mediática, la intervención policial y la instrucción del proceso penal en curso.
El obispo D. Luis Quinteiro no puede mantener por más tiempo su silencio sobre esta profunda injusticia.
En primer lugar, el Obispado de Tui-Vigo debe reconocer públicamente el carácter fraudulento de la visita canónica, por la sencilla razón de que, como ha quedado demostrado, efectivamente lo fue. Este reconocimiento es un gravísimo deber moral ante las también gravísimas consecuencias de los hechos aquí relatados, por los que
Miguel Rosendo lleva dos años en prisión preventiva sin haber sido aún juzgado. Posponer esta actuación, escudándose en la existencia de un proceso civil abierto, es un acto fácil de calificar evangélicamente, porque fue el obispado de Tui Vigo quien provocó el primer nudo de esta madeja y tiene, por tanto, el deber de deshacerlo, para contribuir así al esclarecimiento judicial de la verdad.
En segundo lugar, el Obispado de Tui-Vigo debe abrir un expediente canónico a Isaac de Vega y Manuel Salcidos en razón de su actuación fraudulenta en todo este proceso.
Eduardo Lostao Boya, Juan Luis Castón López, José Ignacio Martín Sánchez.