Reconoce que el capellán Isaac de Vega, era "la persona de mi confianza" y "le daba toda credibilidad"
(José M. Vidal).- «No consideré que hubiera ninguna cosa de tipo denunciable». El que se pronuncia así de tajante es Luis Quinteiro, obispo de Tui-Vigo, llamado a declarar como testigo ante la jueza que lleva el caso de Miguel Rosendo, el fundador de Orden y Mandato. Y para que no quedase el más mínimo resquicio de duda añade: «No vi delito».
Según sus declaraciones ante la jueza, a las que ha tenido acceso RD, monseñor Quinteiro reconoce que las primeras noticias sobre supuestos abusos en Orden y Mandato le llegan a través de Isaac de Vega: «En diciembre de 2012, me relata los hechos concretos que son objeto de la investigación y me dice que con él, Isaac, han hablado tres personas -un hombre y dos mujeres- que le han dicho que en OyM ‘había irregularidades morales’. Así lo calificaba ‘todo el mundo’. Lo vimos como una cosa moral'». Y añade: «En ninguna de las repetidas veces en las que hablamos hubo algún amago del señor de Vega sobre la comisión de algún tipo de delito».
Hasta el momento en que le llega la primera denuncia, la situación e Orden y Mandato era «normal«. Porque, en la asociación se celebraba la liturgia y los sacramentos y, si alguien «hubiera querido hablar conmigo, podría haberlo hecho». Más aún, «tuvieron ocasiones para hacerlo y jamás nadie me dijo nada, ni una insinuación. Por eso para mí la situación era normal».
A la hora de explicar, en sede judicial, el papel que jugó en el caso el capellán de la institución, el prelado de Tui-Vigo lo califica de «instigador«, aunque duda de que fuese el único. «Isaac de Vega era considerado el instigador del procedimiento, porque hubo un momento en el que todo el mundo hizo saltar la opinión de que Isaac de Vega era quien había creado el problema» explica el obispo. Y añade que «desconoce si esa instigación proviene primero de las familias o bien de Isaac de Vega».
Lo que sí asegura ante la jueza es que el capellán era, para él, la persona de su total confianza y credibilidad. Por eso, cuando le contó las acusaciones, en diciembre de 2012, el obispo le dijo al cura que «continuara y observara lo que sucedía», «que estuviera muy atento». Es más, dice que Isaac era «la persona encargada» de hablar con las supuestas afectadas, de «mediar entre las familias y el obispo».
Para el prelado, «Isaac era la persona fundamental», «Isaac era la persona de mi confianza para tener conocimiento de los hechos», «a Isaac de Vega le daba toda credibilidad». Al menos hasta unos días después de la fiesta de San Miguel arcángel de 2013.
Fue entonces, según relata el obispo, cuando «retiró» al capellán de su cargo, porque «tuvo un altercado» con las dos superioras de la asociación, Ivana Lima e Iria Quiñones, durante el cual «perdió la compostura», se puso muy nervioso y «las llamó putas», porque ellas le dijeron que era el instigador de todo lo que estaba pasando.
En mayo de 2013, el prelado nombró visitador canónico a Manuel Salcidos, sacerdote de la Obra y amigo personal de Isaac de Vega. Monseñor Quinteiro dice que, aún siendo su primera visita canónica, el informe que le presentó «es correcto», «es modelo y no tenía que ser más preciso, porque no era obstáculo para incoar después otro procedimiento canónico». Y subraya: «Estoy de acuerdo con el informe de Salcidos».
Los miguelianos acusan de «mentir» al obispo
Y, de hecho, no se hizo otro informe y el obispo se basó en él para apartar a Miguel Rosendo de su cargo de presidente de la asociación pública de fieles Orden y Mandato. Una decisión que, según los miguelianos, se lleva a cabo sin que, durante más de dos años (desde diciembre de 2012 a febrero de 2014) nadie le diga nada a Miguel Rosendo, el principal encausado. Por eso, reprochan al prelado que «no quiera reconocer que la visita canónica fue fraudulenta».
Más aún, los miembros de la asociación que siguen siendo fieles a Miguel Rosendo y defendiendo su inocencia, acusan al obispo de «mentir». Por ejemplo, cuando, en sede judicial, afirmó que «el obispado no autorizó ningún tipo de hábito» para las consagradas de Orden y Mandato.
«Es muy grave que el obispo niegue lo que está en los Estatutos de la Asociación Pública de Fieles Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, aprobados desde 2009 por el obispo José Diéguez, y que reconocen el derecho de los consagrados y consagradas a llevar el hábito», explican.
De hecho, recuerdan que también lo llevaban, con permiso de los obispos respectivos, en las diócesis de Madrid, Santiago de Compostela y Ávila. O cuando cantaron en Madrid, en la Jornada Mundial de la Juventud 2011, presidida por Benedicto XVI.
«¿Por qué el obispo Quinteiro, en vez de reconocer que la visita canónica fue un engaño, carga contra las consagradas y, para desautorizarlas, miente en sede judicial sobre un punto cuya falsedad es tan fácilmente demostrable?», se preguntan los miguelianos.
Y contestan así a su propia pregunta: «Monseñor Quinteiro no puede explicar por qué no habló, al menos, con la superiora. Monseñor Quinteiro no quería que se fueran las consagradas, pero no ejerció de pastor con ellas. Después de engañarlas con una visita canónica fraudulenta y después de no hablar con la superiora sobre algo tan grave, el hombre de gobierno se sintió herido en el momento en el que, con todo el derecho canónico del mundo, las consagradas decidieron primero, darse de baja de la asociación y, después, irse a otra diócesis en busca de un pastor».
Indignados, los miguelianos objetan a las declaraciones del obispo: «No es de recibo que monseñor Quinteiro, después de año y medio, se presente en el convento, como si no hubiese pasado nada y les diga que ‘quiere buscar la verdad juntos’, después de haberse llevado ya por delante a Miguel y después de que ni él, ni el visitador, ni el señor Isaac de Vega les hablaran claramente de las acusaciones que recaían, precisamente, sobre las consagradas».
«Lo que no cuenta monseñor Quinteiro es que, cuando va a pedirles que se queden, delante de toda la comunidad, afirmó: ‘Yo sé que Miguel es inocente y que en esta obra hay santidad’«, sentencian los miguelianos. Y añaden que «precisamente Ivana Lima, Marta Paz y Natalia Fernández, las tres consagradas acusadas por Isaac de Vega, acreditaron su virginidad en el Juzgado de instrucción nº 1 de Tui».
Más aún, los seguidores de Miguel Rosendo, escandalizados por las declaraciones de monseñor Quinteiro, aseguran que «es un engaño absoluto que el señor obispo mienta de esta manera en sede judicial, cuando un feligrés de su diócesis lleva 23 meses en prisión preventiva por una situación que tiene su origen, precisamente, en lo que asegura que quiso hacer pero no hizo. Es muy grave que, en vez de reconocer su error, intente desacreditar en el juzgado, con un proceso penal abierto, a quienes fueron las verdaderas víctimas de su actuación».
Y añaden:
«¿Puede explicar el señor obispo qué le impidió, durante año y medio, llamar a su despacho a la superiora de las consagradas? ¿Puede explicar por qué consintió que una superiora supuestamente envuelta en semejante historia continuase un segundo más al frente de la comunidad? ¿Puede explicar el señor obispo por qué consistió que, en 2013, después de conocer las acusaciones de Isaac de Vega en 2012, una menor, P. C., entrara en la comunidad de consagradas, en el convento de Vilariño, si hubiera habido siquiera un remotísimo riesgo de lo que llevó a Isaac de Vega a llamar ‘puta’ a la superiora fuera cierto?»
Y los miguelianos concluyen: «El obispo consintió que la visita canónica fraudulenta se llevara por delante al fundador, pero albergaba la esperanza de quedarse con las consagradas. Sólo él sabe qué debilidad o coacción, institucional o personal, le obligó a actuar de esta manera. Sólo él sabe por qué dice no saber si el instigador del proceso fue Isaac de Vega o los padres de las consagradas».