Le amenazó diciendo que si contaba algo a alguien "le haría daño a ella y a su familia"
Un pastor evangélico del barrio madrileño de La Elipa ha sido condenado a ocho años de prisión por haber abusado sexualmente de una niña de quince años de edad. También ha sido condenado a pagar a la víctima una indemnización de 60.000 euros, cantidad por la responderá de forma subsidiaria la Iglesia Evangélica Apostólica del Nombre de Jesús por no haber hecho nada para prevenir los abusos.
Según informa este viernes la Cadena SER, los abusos tuvieron lugar durante cuatro meses de 2013. Consistían, al principio, en que el pastor, un varón de cuarenta y ocho años de edad, se referiría a la víctima como «mi princesita» y le daba besos en la mejilla cuando nadie lo veía. Tras el primer episodio de agresión sexual -que ocurrió en el coche del religioso, mientras llevaba a la niña a una visita al dentista- le amenazó diciendo que si contaba algo a alguien «le haría daño a ella y a su familia».
La sentencia del Tribunal Supremo detalla como el clérigo abusaba de su víctima en la iglesia o después de las clases de patinaje que le pagaba en metálico, «para no dejar rastro». También le regaló un teléfono móvil para poder comunicarse con ella.
Además de las agresiones sexuales, el pastor también ha sido condenado por denuncia falsa, ya que tras haber visto levantadas las sospechas de su congregación- y en un intento de ocultar su actividad delictiva- consiguió que la niña denunciara por violación a su padre, a su hermano y a un antiguo inquilino que había vivido en su casa. Incluso en una ocasión en la parroquia se enfrentó al padre de la víctima, espetándole: «Tú la has violado, eres un sinvergüenza, eres un descarado, has violado a tu propia hija». El escrito del Tribunal da fe de como vivió el padre todo este proceso -durante el cual, constata, «ningún miembro de la iglesia quiso escucharme»– y asimismo de los intentos de suicidio a los que la pequeña fue conducida.
En marzo la Audiencia Provincial ya había señalado que, en caso de que el condenado se encontrara insolvente, la Iglesia en la que ostentaba su cargo tendría que hacer frente a la compensación monetaria a la víctima. Entre las razones por la aduce tal corresponsabilidad, el Tribunal alega «una clara infracción de los deberes de vigilancia que le correspondían a esta institución religiosa para proteger a los fieles, previniendo y evitando los abusos a los niños y a las niñas». Añade también que «la falta de un protocolo claro de actuación para detectar y evitar situaciones de abuso constituye la más clara expresión del incumplimiento de estas obligaciones».
Un portavoz de la congregación, inscrita desde hace 2001 en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia, ha asegurado que el condenado ha sido apartado de la comunidad. A día de hoy el agresor permanece en libertad a la espera de que se dicte su ingreso en la cárcel.