"Pueden tener por seguro los señores del colegio Gaztelueta que vamos a llegar hasta el fondo de esta historia, caiga quien caiga", dice tras la apertura del juicio contra el presunto abusador de su hijo
(Jesus Bastante).- «Nosotros somos los bastones de nuestro hijo, él sí que fue y es un valiente. Su valor nos sirve de ejemplo para no cesar en la denuncia y en la lucha, y pueden tener por seguro los señores del colegio Gaztelueta que vamos a llegar hasta el fondo de esta historia, caiga quien caiga«. Quien así habla es Juan Cuatrecasas, padre de «Asier», el chico presuntamente víctima de abusos sexuales por parte de un profesor del centro del Opus Dei en Bilbao.
En esta entrevista, después de que la Audiencia Provincial de Bilbao haya decidido abrir auto de procesamiento contra el docente por «un delito continuado de abuso sexual» entre 2008 a 2010 -cuando Asier tenía 12 y 13 años- este padre coraje denuncia la actitud del colegio, el Opus Dei y el abandono de la Iglesia. Por primera vez, con nombres y apellidos, aunque defiende la actitud de Francisco y de algunos eclesiásticos.
Cuatrecasas desgrana, con dolor y emoción, el sufrimiento de toda una familia creyente y acosada, anuncia que «no parará» hasta que se haga justicia, y exige una petición expresa de «perdón y reparación», tanto por parte del colegio como del propio Opus Dei que, denuncia, «ha estado desaparecido y sin dar la cara».
«Exigimos desde aquí ese reconocimiento por parte no sólo de Gaztelueta, sino de todas las instituciones que han dedicado su tiempo a doble victimizar a mi hijo : Opus Dei, Iglesia Católica, Conferencia Episcopal y por supuesto, por parte también de un sector cobarde de la clase política española y de la judicatura. Ellos saben a quienes me refiero», añade.
-La primera pregunta es obligada ¿Cómo está Asier? ¿Hasta qué punto está informado del caso?
Mi hijo se encuentra en estos momentos y aún, con los efectos propios producidos por las vejaciones, humillaciones, acosos y abusos sexuales que sufrió durante su infausto y dramático paso por las aulas del colegio Gaztelueta. Su estado incluye pesadillas constantes, ansiedad, incapacidad de concentración para seguir un ritmo regular en los estudios, angustias y una fobia a las aulas y a una sociabilidad normalizada. Es terrible el daño que estos lacerantes episodios provoca en estas víctimas. Sigue el caso siempre mediando las pautas del facultativo psiquiatra que le atiende, esto es está informado y al corriente del proceso, pero siempre es el doctor Viar quien gestiona la capacidad que puede tener para asimilar cada capítulo de esta terrible historia.
-¿Qué siente un padre cuando sabe que su hijo ha sufrido abusos? ¿Cuándo tuviste la primera noticia?
Puedes imaginar que siente un dolor terrible, una rabia contenida y una sensación de que una de las personas que más quieres y por la que darías la vida ha sido agredido, humillado, violentado. Esa sensación es muy dolorosa, de hecho yo mismo he tenido que medicarme en varias ocasiones, al igual que mi mujer, porque los episodios de ansiedad en mi caso y durante todos estos años, han sido constantes. Dolor, lágrimas, noches sin pegar ojo. Esas son circunstancias que acompañan a esta familia desde que en el año 2011 comenzamos poco a poco y siguiendo el ritmo de relato de mi hijo, a comenzar a vislumbrar el calado del daño sufrido. Obviamente para mi hijo, todo ello comienza antes, durante los cursos 2008-09 y 2009-10. La primera vez que acudimos al colegio a relatar lo que mi hijo iba narrando, ya llevábamos el peso de episodios de acoso y de abusos sexuales. Durante seis años más su relato ha ido engrosando con detalles y más detalles. Al contrario de lo que piensan en ese colegio del Opus Dei, una víctima de estas aberraciones no cuenta su tragedia en una sola sesión. Su relato es estremecedor, no sólo por los detalles, sino también por lo prolongado en el tiempo del mismo. En cualquier caso damos gracias a Dios por el hecho de que comenzara a contar en aquel 2011 todo esto, porque hay mucha gente que se va con el secreto a la tumba y en otros muchos casos, terminan en el suicidio. Es muy importante para nosotros que nuestros hijo nos haya transmitido su dolor, haya roto su silencio, porque demuestra mucho valor y una entereza digna de aplauso.
-¿Cuál ha sido la actitud del colegio y del Opus Dei, respecto a los abusos contra Asier?
Sólo puedo mencionar una vez más que la conducta del colegio y de sus responsables, tanto dirección como consejo de administración, ha sido tramposa, negligente, en más de una ocasión mentirosa y desde luego carente de los valores mínimos que pueden presuponérsele a un colegio de perfil católico. Siempre han recurrido al famoso crucifijo de cristal, a esa frialdad que caracteriza a la Obra en muchos de sus comportamientos. Yo añadiría que además de cristal, el crucifijo es de hielo polar. Insustanciales, inhumanos y sin un ápice de vergüenza, porque además han echado mano de la asquerosa calumnia hacia mi y hacia mi mujer, algo que jamás perdonaremos. Cuando Goyarrola habla de respeto a la familia, debería replantearse el significado de ¨respeto¨, cuando lo explicaron en su escuela, él debió de faltar a clase.
En cuanto al Opus sólo puedo decir que en todo momento ha estado desaparecido, sin dar la cara, republicando una y otra vez los comunicados del colegio, e intuyo y afirmo sin rubor que realizando sus legendarias maniobras orquestales en la oscuridad, maquinando en las oscuras galerías del colegio, de Villa Tévere y de sus circuitos internos todo aquello que pudieran destinado a acallarnos, a tapar y ocultar el hecho de que uno de sus colegios con más peso elitista y moralista de cara al público, en el fondo y en privado no es oro todo lo que reluce. No tengo esperanza alguna de que el nombramiento del nuevo Prelado, Ocáriz, traiga aires nuevos a La Obra, no lo creeré hasta que no lo vea. Creo que la revolución a realizar dentro de esa estructura es tan grande, que sería del todo inocente por mi parte creer en cambios, y menos aún en lo que respecta al caso Gaztelueta. Tapar, ocultar, el polvo debajo de la alfombra y el gélido crucifijo de cristal enarbolado como única e hipócrita respuesta.
-El Papa os escribió y anunció una investigación que se cerró en falso. ¿Habéis vuelto a tener algún contacto con Francisco? ¿Qué les dirías a los investigadores eclesiásticos después del auto del Juez?
No lo hemos tenido. Francisco desde aquella esperanzadora y pastoral comunicación por escrito, no ha vuelto a dar señales de vida. Creo que con todas las pruebas que hay en el presente encima de la mesa, con esos informes periciales psiquiátricos del juzgado que dan plena fiabilidad al relato de mi hijo, con el auto de procesamiento del juez Lamo de Espinosa, con la apertura de un proceso por vía de sumario que siempre se usa para los delitos que tienen mucha gravedad, la última expresión vaticana que llegó firmada por Monseñor Ladaria, secretario del TCDF, en la que se pedía reponer el buen nombre del profesor es a estas alturas una ofensa para mi hijo que debe ser reparada con carácter de urgencia. Al menos si la Iglesia Oficial quiere estar a la altura de la misericordia que predica. El silencio está doble victimizando a mi hijo una vez más. En lo que a mi respecta he comprobado que la Iglesia pendula entre dos sectores muy claros : el humano, el misericorde, el pastoral, y luego el infame, miserable y alejado de la misericordia, que en nuestro país está muy bien representado por varios obispos, de esos que cada vez que aparecen en los medidos dedican sus esfuerzos al escándalo y a alejar al pueblo llano de la Iglesia Católica. Creo en Dios, soy católico y tengo por orgullo personal llevar en mi escudo el espíritu ignaciano , pero lo de esa parte de la Iglesia me produce en lo relativo a nuestro caso y en muchos más, verdadero asco. El mismo que me da recordar la figura de Silverio Nieto, aquel cura comisario, que mediando engaño se presentó ante nosotros, para hacer justo lo contrario a lo que él dijo venir. No es esa la Iglesia que yo quiero. Eso es mafia, eso es intolerable. Y desde aquí lo denuncio públicamente una vez más. Sobran príncipes en la Iglesia. Actitudes pastorales como las de Angel Unzueta, el foro de curas vascos, una parte de los jesuitas, son las que hacen grande a la Iglesia, sin purpurinas, ni estridencias, pero con cercanía y mucha misericordia.
– ¿Cuál ha sido la actitud de la Iglesia española, del obispo de Bilbao y de la propia Conferencia Episcopal? ¿Os habéis sentido acompañados o, por el contrario, se os ha dejado abandonados?
De total abandono, añadiendo que en muchas ocasiones al abandono, se le han sumado altas dosis de la ya mencionada falta de misericordia, en concreto hemos echado en falta mayor cercanía del Obispo Iceta, que en esta historia sabemos que ha mantenido alguna reunión con miembros del colegio Gaztelueta, y sin embargo con nosotros, sabiendo nuestra tragedia, jamás hizo un solo atisbo de acercamiento. De hecho el contacto con Angel Unzueta partió en todo momento a instancias nuestras. Iceta se ha comportado como un príncipe de la Iglesia vizcaina y no me cansaré de repetirlo. Además me gustaría saber cual fue su actuación exacta y concreta en esa inexistente por parcial y chapucera investigación vaticana de Silverio Nieto y cuantas reuniones ha mantenido con Gonzalo Landaburu e incluso con el difunto Prelado del Opus, Monseñor Echevarría. También me gustaría que Gonzalo Landaburu, repitiera en voz alta y delante de los medios lo que tiempo atrás me dijo en voz baja y al oido saliendo del Hotel Ercilla de Bilbao, tras informarle yo en persona del relato de mi hijo, por mi parte ya podéis perdonar por todo el daño que os hemos hecho. En cuanto a la Conferencia Episcopal, su presencia en el Caso Gaztelueta se puede catalogar de nula, deficiente y en algún caso incluso incoherente, como cuando negaron la figura de Silverio Nieto, director de los servicios juridicos de la CE en el caso Gaztelueta, vertiente canónica.
– ¿Cuál es el papel de las víctimas y sus familias en la Iglesia? ¿Tenéis confianza en la política de «tolerancia cero» de Francisco?
Nuestra confianza en la persona de Francisco, es plena. Igual que lo es en el espíritu ignaciano, en la misericordia, en el valor de las personas por encima de sus circunstancias y formas de pensar. Creemos en El, como pastor de la Iglesia Vaticana y además apoyamos al cien por cien su visión de por qué senderos tiene que caminar el rebaño que El dirige. Su tolerancia cero en los casos innumerable de abusos sexuales en la Iglesia Católica y la reciente incorporación de Monseñor O´Malley al Tribunal de la Congregación para la doctrina de la Fe, nos parecen importantes novedades a la hora de luchar y perseverar en la denuncia y tratamiento de esta gran lacra. Nuestra única desconfianza es en una parte de La Curia que sigue obsesionada por ocultar la realidad, por doble victimizar a quienes han sufrido en sus carnes estos maltratos físicos y psicológicos, con tal de, según ellos, salvaguardar el buen nombre de la Iglesia ó el de los lugares en donde suceden estos hechos trágicos. El pasaje de Jesucristo y los fariseos me viene a la cabeza cada vez que pienso en esa parte de la Iglesia ó que leo declaraciones como las de Cañizares ó Muller. El papel de las víctimas y sus familias en la Iglesia debe ser el de denuncia, el de luchar a favor de un Papa valiente y dispuesto a perseguir la hipocresia y la mentira.
– ¿Qué esperáis del juicio? ¿Y del colegio Gaztelueta? ¿Es exigible una petición pública de disculpas por parte del centro o del Opus Dei?
Esperamos una sentencia firme condenatoria. Esperamos justicia y reconocimiento publico y expreso de una víctima, nuestro querido hijo, y de todas y cada una de las víctimas que por desgracia existen en muy alto número. Tambien un resarcimiento moral mediando una petición de perdón, pública y sincera. Es algo que hemos pedido desde el minuto uno y que aún estamos esperando. No vamos a cesar en nuestra petición, pase lo que pase y caiga quien caiga. Hasta el final y a fondo. Nuestro hijo es nuestro tesoro, su madre ha sufrido muchísimo, yo también, pero él ha sido humillado, agredido, y despreciado una y otra vez de un modo inmisericorde. Esto no puede, no debe quedar así. La Justicia debe brillar en suelo judicial y en tierra vaticana. Sólo así mi hijo podrá lograr el bienestar y la estabilidad que ansiamos. Exigimos desde aquí ese reconocimiento por parte no sólo de Gaztelueta, sino de todas las instituciones que han dedicado su tiempo a doble victimizar a mi hijo : Opus Dei, Iglesia Católica, Conferencia Episcopal y por supuesto, por parte también de un sector cobarde de la clase política española y de la judicatura. Ellos saben a quienes me refiero.
– Por último, desde vuestra experiencia, ¿qué «consejos» se pueden dar a padres cuyos hijos han sufrido abusos?
Aconsejar siempre es complejo. Hay que estar siempre muy encima de los hijos. Y aún así pueden suceder estas cosas. Nosotros lo estabamos y ocurrió. Creo que hay que estar al tanto de cambios de carácter, de repentinas indisposiciones, de malestares y pesadillas, de falta de sueño, de angustias y terrores, de cambios en el rendimiento escolar y deportivo, en fin, es complejo. Eso en clave de prevención. Cuando ya han sucedido los abusos, sólo insisto en que la denuncia es un ingrediente básico para intentar buscar la recuperación. Cualquier víctima necesita un reconocimiento social, un saber que lo que denuncia es entendido por la gente que le rodea. Hay que armarse de paciencia y mucho cariño, de dosis altas de comprensión y tenacidad. Pero cuando la salud, la integridad de un hijo se pone en juego por estos lacerantes hechos, todo es poco para un padre y una madre. Nosotros no hemos actuado bajo premisas preconcebidas de valor, nosotros somos los bastones de nuestro hijo, el sí que fue y es un valiente. Su valor nos sirve de ejemplo para no cesar en la denuncia y en la lucha, y pueden tener por seguro los señores de Gaztelueta que vamos a llegar hasta el fondo de esta historia, caiga quien caiga. Nuestro hijo no merecía lo que le hicieron, nadie lo merece. Y de la cobardía y la miserable actitud de quienes lo hicieron y de quienes lo taparon, convirtiéndose en encubridores, surge como réplica el valor de un niño que fue gravemente atacado y la insistencia de unos padres que están a su lado para ayudarle y protegerle. Algo que en Gaztelueta, habida cuenta de sus negligencias y oscurantismos, parecen no entender. Denuncia, cariño y paciencia, tenacidad. Esos son nuestros consejos. Tolerancia cero. Justicia y libertad.