La estrategia de la defensa parece clara: tratar de desmontar la declaración de "Daniel" acusándole de llevar una doble vida y de actuar motivado por la venganza. La misma estrategia que desmontó en su día el juez de instrucción
(J. Bastante/Agencias).- Segunda jornada del juicio contra el padre Román por los abusos a menores en el «caso Romanones». En esta ocasión, y a petición de la defensa, acudieron a declarar siete de los once inicialmente imputados, cuyos posibles prescritos, según el juez de instrucción, habrían prescrito. Como se esperaba, los miembros del clan asumieron la versión de su líder, y negaron haber presenciado ningún tipo de abuso sexual contra «Daniel».
En calidad de testigos (pues sus delitos estaban prescritos), los sacerdotes y un laico han negado haber participado en ningún abuso sexual, o que atisbaran cualquier indicio de los mismos, aunque sí han admitido que algunos de ellos compartían la titularidad de viviendas y que vivían juntos.
En unas declaraciones prácticamente calcadas, todos han coincidido en relatar que conocieron al acusado cuando tenían alrededor de 16 años y han asegurado que nunca hablaron de sexo en sus convivencias, que no hubo abusos en el núcleo y que no hubo ni prácticas sexuales ni desnudos en las viviendas como denunció «Daniel».
Manuel F.R.R., uno de los laicos que fueron detenidos en su día, ha explicado que conoció al sacerdote cuando tenía 16 años y que estrechó lazos con él porque quería profundizar en una convivencia cristiana por lo que le propuso «no vivir con él, pero convivir».
Este testigo ha declarado que compró una vivienda en Granada que compartió con el sacerdote hasta que acabaron las obras de la casa parroquial del Zaidín en la que estaba destinado el acusado, en la que dormía después con frecuencia junto a otros adultos y a la que acudía con «asiduidad» el denunciante, entonces menor de edad.
Ha recordado que el denunciante se quedaba a dormir unos cuatro días a la semana desde 2007, que frecuentaba también la vivienda ubicada en Pinillos, cerca de Granada capital, y que «normalmente» dormía solo en una habitación.
El testigo, que ha afirmado ser fisioterapeuta, ha explicado que le dio masajes al acusado pero que no vio al menor hacerlo. «Nunca he visto a Román desnudo», indicó, negando que los curas que convivían en la casa de Pinillos se bañaran o ducharan en grupo y desnudos y ha dicho no haber presenciado ningún acto ni comportamiento sexual entre los miembros de esta «comunidad».
Ha calificado de «impensables» prácticas de masturbación en grupo, y ha acusado a «Daniel» de tener un interés económico o laboral, para después tener clientes como psicólogo. Hay que recordar que la víctima tenía entonces entre 14 y 17 años.
Por su parte, el sacerdote Vicente R.R. ha declarado que estrechó relación con el acusado con 17 años y que compró con él y otras cinco personas la casa de Pinillos, donde ha negado que se produjeran relaciones sexuales porque «somos sacerdotes, sé a lo que me he comprometido y me gusta vivir así».
El cura José Jorge N.G., que dejó de ser copropietario de una de las viviendas hace cuatro años y antes de la denuncia, ha negado ver desnudo a ninguno de los miembros del grupo y preguntado por los abusos ha dicho que como sacerdote «lo habría denunciado».
También ha declarado como testigo Manuel Q.M., cura destinado a la parroquia del acusado que ha negado abusos o actividad sexual en el grupo.
La estrategia de la defensa parece clara: tratar de desmontar la declaración de «Daniel» acusándole de llevar una doble vida y de actuar motivado por la venganza. La misma estrategia que desmontó en su día el juez de instrucción y que, como se presume, será la base del interrogatorio a la víctima, que tendrá lugar este miércoles.
Aunque se había especulado la posibilidad de que «Daniel» declarara por videoconferencia, finalmente acudirá físicamente al tribunal, a partir de las nueve y media de la mañana.