Por lo que percibo, veo y sé, me parece que el Papa tiene una profundísima preocupación por la paz en el mundo
(José Manuel Vidal).- Historiador y ex ministro italiano, Andrea Riccardi es también uno de los laicos más prestigiosos de la Iglesia católica, por haber fundado la Comunidad San Egidio. Especialista en mediaciones, asegura que «es un deber ayudar, si se puede, para que el terrorismo injusto e inicuo finalice». Hombre de confianza de Francisco, reconoce que el Papa está «preocupadísimo» por una eventual guerra y que «tiene resistencias» a sus reformas, pero también apoyos, como el del cardenal Osoro.
Usted escribió, hace muchos años, un libro titulado ‘El Evangelio en las periferias’ y acaba de publicar otro titulado ‘Periferias’ ¿Ha inventado usted el término?
No. La palabra periferia la inventó el Evangelio. Entonces, la llamaban ‘Galilea’. El término periferia ha estado siempre presente, porque el cristianismo siempre se ha renovado en las periferias. San Benito, para crear el monaquismo, salió de Roma y se instaló en Subiaco, que era una periferia.
¿Francisco va a pasar a la Historia por ser el Papa de las periferias o el Papa de la misericordia? ¿O, en el fondo, es lo mismo?
No lo sé. Esperemos que termine el pontificado y, después, veremos lo que dice la historia sobre él. Es cierto que éste es el Papa que proyecta la Iglesia en las periferias. Pero, en el fondo, la proyecta en la perspectiva de la misericordia. Creo que periferias y misericordia, en el fondo, van unidas. Pero el pontificado no ha terminado. No ha terminado su fuerza profunda y propulsora. Es el momento de que la Iglesia salga a las periferias.
¿Estamos en la ‘meseta’ o en el punto álgido del pontificado?
No lo sé. No quiero hacer de adivino. No creo que se pueda saber. Estamos disfrutando de este pontificado, conocemos al Papa, el Papa conoce bien la Iglesia en Asia, en África, en Latinoamérica, en Europa o en Norteamérica. No es un novato. Es un Papa que lleva las riendas de la Iglesia.
Al menos en España (pero también se puede decir de otros países), a la jerarquía le está costando seguir el ritmo del papado. Obispos y clero ‘franciscanean’, pero no asumen las líneas básicas del pontificado de Francisco.
Escribí este libro sobre las periferias, precisamente porque me parece que se está ‘franciscaneando’ un poco sobre las periferias. Pero no sólo los obispos, sino todos. Hay que tomar en serio las palabras del Papa. La palabra del Papa no es una regla pastoral. La palabra del Papa invita a una comprensión nueva de la realidad. Y la palabra del Papa, querido amigo, impulsa a apasionarse por la gente. La ‘Evangelii Gaudium’ ha dejado esto muy claro.
¿Por qué a los que tienen que instrumentalizar ese cambio, esa conversión pastoral le cuesta vencer las inercias pasadas?
Algunos quieren y están decididos a hacer operativo este cambio y lo viven como una gracia. Otros, por el contrario, tienen la psicología del ‘hermano mayor’ de la parábola del ‘hijo pródigo’: ‘Yo estoy en casa y nunca me he ido y no quiero salir al encuentro de este desgraciado…’ Creo que hay resistencias. Unas teológicas, otras ideológicas y otras por razones de pereza y de inercia. La verdad es que el Papa está encontrando resistencias y oposición.
¿Una institución tan clerical como la nuestra puede cambiar sin que cambie el clero, sin que cambie la jerarquía?
Bueno, ésta es una institución clerical, pero que tiene pocos sacerdotes. Y éste es un primer problema. Amén de otros muchos. Además, esta institución, como usted dice, ha producido una figura inesperada como el Papa Francisco. Nunca se puede decir que la Iglesia está muerta, porque está en manos de Dios.
¿Es irreversible la llamada ‘revolución de la misericordia’ de Francisco?
El historiador que soy le responde que, en la Historia, nada hay irreversible. Pero espero y deseo que el historiador se equivoque.
De hecho, los ciclos en la Iglesia, históricamente hablando, no son cortos
Los ciclos dependen de dónde se comience a contar y son una construcción nuestra.
¿Están ustedes contentos con ser ‘parroquianos’ del cardenal Osoro, al que el Papa le ha encomendado la basílica de Santa María del Trastevere, sede de su organización?
El cardenal Osoro es una gran figura. Creo que es una figura que tiene que ser descubierta. Una gran figura de hombre espiritual, de pastor eficaz, de hombre bueno que, al mismo tiempo, comunica una gran pasión por el Evangelio.
Profesor, ¿está cambiando la geopolítica vaticana?
A mi juicio, sí. En el sentido de que, en el marco global diplomático se había llegado a una falta de consideración hacia la diplomacia vaticana. Por ejemplo, Irlanda llegó a cerrar su embajada en Roma y, con el Papa francisco, la ha reabierto. Desde el comienzo, Francisco ha demostrado que quiere estar en la escena internacional. Basta recordar la oración que promovió por Siria, un gran momento, en el que el Papa llamó a los cristianos a rezar por la paz y detuvo un bombardeo. Y después, infinidad de iniciativas. Piense en Cuba-Estados Unidos. La Santa Sede está presente en muchas mesas de negociación. Muchos jefes de Estado y de Gobierno, asi como ministros de Exteriores vienen a Roma para hablar con el Papa. Me parece que la Santa Sede hoy es un punto de referencia internacional.
Francisco habla a menudo de una ‘guerra a pedazos’. ¿Está preocupado por la paz en el mundo?
Por lo que percibo, veo y sé, me parece que el Papa tiene una profundísima preocupación por la paz en el mundo. Francisco tiene un sentido dramático sobre el riesgo de una guerra. Lo de la ‘guerra a pedazos’ viene de antes, pero últimamente ve que la guerra está demasiado cercana y es demasiado posible. Por lo demás, lo que pasó en Siria es terrible: la destrucción de Alepo y una guerra que continúa…
¿La implicación directa y concreta del Papa en todos esos conflictos puede salpicarlo y mancharlo?
Francisco no tiene miedo a mancharse, quizás porque tenga una lavandería (sonríe). Además, para luchar por la paz es necesario mancharse. Decía un amigo mío suizo, presidente de la Cruz Roja Internacional, que, para conseguir la paz, hay que lavarse las manos muchas veces al día, porque se estrechan manos sucias.
¿Qué puede salir del próximo encuentro del Papa con Donald Trump?
No lo sé
¿Qué espera usted que salga?
En principio, se trata de un encuentro normal de un presidente de Estados Unidos, que ha tenido un importante voto católico, con el Papa. Son dos personas muy diferentes, pero creo que se entenderán. El Papa lo conseguirá.
¿Prevé que puedan llegar a algún acuerdo, por ejemplo en materia de inmigración?
Se trata de un primer contacto. Además, sus posturas están muy alejadas, por ejemplo en el tema que cita de los emigrantes. Pero, un primer contacto siempre es importante.
A pocas horas de la visita de Francisco a Portugal, ¿por qué Fátima atrae tanto a todos los Papas?
Las apariciones de Fátima son de 1917, contemporáneas con la revolución rusa y con la I Guerra mundial. Fátima habla de aquel mundo y, por lo tanto, habla del mayor problema de aquel siglo: la violencia, la guerra y las revoluciones. Como sabemos, las apariciones de Fátima son muy apreciadas por Pío XII, Pablo VI o Juan Pablo II, que dejó en el santuario la bala del atentado que sufrió en Roma precisamente el día de la fiesta de la Virgen de Fátima y la mandó encastrar en la corona de la Virgen.
¿Y la relación del Papa Francisco con Fátima?
El Papa Francisco es un Papa mariano, que siente una profunda devoción por la Virgen.
Y un Papa de la paz, algo en lo que conecta perfectamente con su organización, la Comunidad de San Egidio, dedicada a mediar en conflictos y situaciones de violencia en todo el mundo.
A mi juicio, lo que el Papa Francisco va a hacer a Fátima es pedir por la paz del mundo.
¿Han intervenido ustedes en el proceso de paz vasco?
Hubo muchas víctimas en España y en el País Vasco. Demasiadas víctimas. Por eso, nos solidarizamos con tanto dolor de todos los que sufren a causa de eso, porque la suya es todavía una herida abierta. Esto es lo primero que hay que decir. En segundo lugar, si se puede ayudar, para que el terrorismo injusto e inicuo finalice y para que las armas no circulen, cualquiera tiene el deber de ayudar. Creo que esa página de la historia está cerrada, aunque permanecen las heridas y, por eso, es necesaria curarlas.
¿En esa línea se inscribe la presencia de monseñor Zuppi, arzobispo de Bolonia, en la ceremonia de entrega de armas de ETA en Francia?
Monseñor Zuppi es una personalidad de la Iglesia, un arzobispo de una gran ciudad italiana, al que se le ha pedido estar presente como testigo. Yo recuerdo que el cardenal Martini, entonces arzobispo de Milán, recibió las armas de las ‘Brigadas rojas’.