Antonio Muñoz: "Señor Santiago, ayúdanos a dialogar con la gente de hoy y a construir un mundo más justo. Ayúdanos a salir y a sembrar siempre de nuevo"
(José M. Vidal, Santiago de Compostela).- Una marca blanca para formar en todas las parroquias españolas laicos comprometidos e iglesias en salida. Es lo que está pidiendo Francisco y lo que ésta refundida Acción Católica General (ACG) ofrece a las diócesis españolas. La pelota está en el tejado de los obispos y de sus curas, que son los que tienen que subirse con decisión a este carro, para que sus diócesus y sus parroquias vuelvan a florecer.
La ACG busca en Compostela un nuevo renacer. En 1948, aquí mismo, Manuel Aparisi, líder entonces de la Acción Católica, peregrino a Compostela con un grupo de jóvenes y en esa peregrinación nacieron los Cursillos de Cristiandad. En estos momentos, la Acción Católica tiene mucha gente joven y de mediana edad y un presidente, Antonio Muñoz, con carisma. Como dice el secretario de la comisión episcopal de Apostolado Seglar, Antonio Cartagena, que lleva años luchando por este resurgir: «Esto va en serio y creo que ha llegado el momento del renacer».
En la Asamblea que la ACG está celebrando desde ayer en Compostela, a los pies del Apóstol, se palpa una nueva realidad pastoral: la Iglesia española está pasando de los movimientos (Kikos, Cl, focolares, Opus Dei…), aunque sigan teniendo su valor y su presencia. Pero su momento álgido ha pasado.
La conversión pastoral que pide Francisco se nuclea, ahora, en torno a parroquias abiertas, flexibles, misioneras y encarnadas en la realidad. Y eso es lo que ofrecen realidades pastorales antiguas y renovadas como Acción Catolica, Caritas y los diversos catecumenados diocesanos. Parroquias sin marcas, auténticas comunidad de comunidades.
A eso dedicaron el segundo día de su asamblea compostelana, con mesas redondas, presentadas con creatividad en forma de programas televisivos por Cristina y Cecilio. Ante la presencia, en primera fila, de más de una quincena de obispos. Entre ellos, Barrio, Osoro, Braulio, Lemos, Lozano, Atilano, Argüello, Salinas, Escribano, Iceta, Menéndez, Carrasco, Jesus Fernández o Aznárez.
Para abordar la problemática de «construir parroquias en salida» y «llegar incluso al borde de los infiernos del mundo» se plantearon tres mesas redondas. La primera, con Emilio Inzáurraga, presidente de la FIAC, Jorge Lozano, arzobispo argentino de San Juan de Cuyo, y Tote Barrera, coordinador de Alpha-España.
Para monseñor Lozano, en una parroquia «no sobra nadie», de ahí que recalcase la importancia de los consejos de pastoral, «para discernir juntos» y de la primera acogida, en la que es clave «el despacho parroquial». Y, sobre todo, superar el clericalismo «superándolo por parte de todos». Y contó que a él mismo y a su grupo de Acción Católica un cura los echó de la parroquia y se siguieron reuniendo en el bar, hasta que el siguiente cura los acogió de nuevo y volvieron a pasar del bar a la parroquia.
Por su parte, el presidente de la FIAC propone «pasar las parroquias por el tamiz de la misión» y eso exige «obispos con olor a oveja y laicos maduros y corresponsables».
Tote Barrera presentó el método de Alpha-España, un instrumento pastoral centrado en el primer anuncio, para pasar de «cristianos que son meros usuarios a convertidos o de discípulos», porque, en estos momentos, la parroquia «mantiene la fe en el que la tiene, pero falla a la hora de provocarla en el que no la tiene o la perdió». Porque, a su juicio, «la conversión pastoral es un cambio de paradigma y de visión».
Tras las intervenciones, varias peticiones de palabra. Una señora que recriminó a Tote Barrera que llamase a algunos cristinos usuarios, porque «en la Iglesia no hay usuarios» y «nadie puede medir la fe que hay en el corazón de los sencillos». Y el obispo Salinas, presidente de la CEAS, que dijo que soñaba «con una ACG que tenga capacidad de comunicar el Evangelio en la vida diaria, para cuya comunicación, a veces, no estamos entrenados».
Parroquias alegres y misericordiosas
En la segunda mesa redonda se abordaron las «claves para vivir y transmitir la misericordia». Con el delgado de Cáritas de Tui-Vigo, Jaime Barrencheguren, el secretario general de Manos Unidas, Ricardo Loy, y el obispo auxiliar de Santiago y consiliario de Cáritas Española, Jesús Fernández.
Jaime Barrencheguren recordó que «Cáritas es un sacramento de Dios en medio del mundo» y que, por eso, «la caridad no es algo opcional para los cristianos». Ricardo Loy destacó la labor de Manos Unidas que, en 2016, ayudó a dos millones de desfavorecidos e invirtió 39 millones de euros en todo el mundo, porque «hay mucho dolor y sufrimiento, que tenemos que paliar».
Un sacerdote asistente a la Asamblea denunció, en el turno de preguntas, la «vergüenza de que se acaben de pagar 222 millones de euros por un futbolista». Y la sala prorrumpió en un aplauso de asentimiento.
Monseñor Fernández, por su parte, subrayó que para descubrir la misericordia hay que «contemplarla, celebrarla y vivirla». Es decir, «convertirla en acto con los nuevos pobres». Y, entre ellos, además de los ancianos abandonados, emigrantes, refugiados, señaló a los suicidas. «Mucha gente se está suicidando. Es una noticia que se oculta, pero es una realidad».
Además, para transmitir misericordia, hay que «cultivar la mirada, para ver a los pobres en su verdad, porque su mundo no es un espectáculo», amén de «cuidar el corazón o la capacidad compasiva, y aproximarse».
La tercera mesa redonda abordó las claves para vivir «la alegría del Evangelio», con Tote Barrera, Silvia Martínez Cano y Raúl Tinajero. Barrera volvió a insistir en que las parroquias «necesitan métodos de nueva evangelización y de primer anuncio», porque, a veces, seguimos con métodos «de hace 200 años».
Silvia Martínez, presidente de la Asociación de Teólogas Españolas, centró su intervención en la «alegría y la creatividad para vivir el Evangelio», porque estamos en un tiempo propositivo y de creatividad, «para iniciar procesos de intervención, que piensen de forma diferente, toquen la realidad y la transformen».
Para eso aportó algunas claves, como «la búsqueda de comunidad, un lenguaje propositivo o la parroquia como espacio de fiesta y de encuentro». ¿Cómo se consigue algo así? Según Martínez Cano, con «la praxis del cariño y el cuidado de los demás, con la toma de decisiones, con la participación de todos en los órganos de coordinación y, sobre todo, con la visibilización y participación de las mujeres en las parroquias».
Se tarta, pues, de «vivir la espiritualidad de la intemperie», evitando «mirar siempre igual, dialogando con la cultura, haciendo una transición generacional, con alegría y siendo soñadores de esperanza».
Por último, el director del departamento de juventud de la CEE, Raúl Tinajero, aseguró que «los laicos son el ventanal por el que entra el futuro de nuestra Iglesia» y les invitó a aprovechar su momento, a «experimentar y transmitir la alegría de la fe», a formarse y a corresponsabilizarse en la misión. Para eso, se necesita, a su juicio, «un proyecto claro, en comunión y coordinación, yendo en un mismo barco a un mismo puerto con diversidad de remos».
Eucaristía del envío
Al final del día de ayer, misa solemne en la catedral, presidida por el arzbispo de Santiago, Julián Barrio. Con decenas de curas y una veintena de obispos. A los asistentes a la asamblea se sumaron Demetrio Fernández, el cardenal Omella y el cardenal Blázquez.
En la homilía, monseñor Barrio recalcó que «Santiago fue, según la tradición, nuestro primer evangelizador y hoy nos pide recoger su testigo».
El prelado cita a la Acción Católica en varias ocasiones como «nuestra» y recuerda que, en 1948, Manuel Aparisi vino a Santiago con una peregrinación de Acción Católica, de la que surgieron los Cursillos de Cristiandad.
Aprovechando ese hito, Barrio invita a la ACG a «salir a aunciar la alegría del Evangelio» y le pide que «recupere su papel histórico y actual, porque una Acción Católica renovada es motivo de esperanza».
Y es que, en la actualidad, «tenemos laicos, pero carecemos de un laicado militante», decía el arzobispo. Y añadía: «La Iglesia necesita testigos y profetas creíbles, con espíritu de encarnación«, dispuestos a transformar la sociedad «según el «espíritu de las Bienaventuranzas».
Monseñor Barrio recordando a la ACG que «Santiago la invita a responder a la llamada del Señor y a ser sal y luz del mundo. A su protección os encomiendo. Dios nos ayude y Santiago, también».
A continuación, tomó la palabra Antonio Muñoz, el presidente de la ACG, para hacer la ofrenda al Apóstol. Con voz sentida y profunda, comenzó diciendo: «Acudimos a ti, para renovar nuestro compromiso. Ofrecemos lo que somos, gente sencilla con sus luces y sus sombras, pero que queremos mantener viva la llama de la fe».
Y añadía: «Somos Iglesia que se encarna en le mundo. Santo Apóstol, ayúdanos a ir a la fuente, dános fuerza para transmitir la fe; haznos discípulos misioneros como tú y que nuestra solidaridad tenga el amor de Dios como motor»
Emocionado, Muñoz concluía así su ofrenda: «Señor Santiago, ayúdanos a dialogar con la gente de hoy y a construir un mundo más justo. Ayúdanos a salir y a sembrar siempre de nuevo«.
Un excelente programa de refundación de la nueva ACG, que puede ser una de las realidades más florecientes de la Iglesia de la primavera de Francisco en España. Si obispo y curas lo permiten.