"Es innegable que los inmigrantes son necesarios para nuestras economías"

Flaminia Giovanelli: «Cada vez hay más laicos trabajando en la Curia vaticana»

"No creo que en la Curia haya gente que no quiere al Papa. Nosotros lo queremos mucho"

Flaminia Giovanelli: "Cada vez hay más laicos trabajando en la Curia vaticana"
Flaminia Giovanelli, subsecretaria

Sí, creo que, en este momento, la Iglesia se stá convirtiendo en la conciencia crítica del mundo

(José Manuel Vidal).- «¡Cuidado con los titulares! ¡A ver si por vuestros titulares me va a echar el Papa!», dice, sonriendo y con ironía, Flaminia Giovanelli, la única mujer laica subsecretaria del dicasterio vaticano del Desarrollo Humano integral. Lleva más de 40 años en la ‘sala de máquinas’ de la Iglesia y, en una entrevista coral, tras su participación en el curso de Doctrina Social de la Iglesia, dice que cada vez «hay más laicos en el Vaticano», donde todo el mundo quiere a Francisco.

Me ha llamado la atención la reivindicación que hizo, en su conferencia, del papel de los misioneros como instrumentos de desarrollo integral.

Y es de verdad integral, porque es ayuda humana y evangelización. La persona humana es una. Y lo espiritual no puede vivir sin las necesidades humanas de una vida mejor y más digna. Tiene que comer, y hay que defender ambas situaciones hasta el final, pero también la vida mientras tanto. Los misioneros son los primeros que llegan y permanecen más cerca de la gente.

También el pontificio consejo Justicia y Paz del Dicasterio del Desarrollo humano integral se ocupa de de se tipo de temas. Por ejemplo, el problema de las minas en África, con la extracción del coltán. Está claro que la minería es el sector más importante para la vida de esos países por el trabajo que genera, pero al mismo tiempo se daña el medio ambiente y aumenta la prostitución de mujeres. Es un conjunto de problemas sociales fortísimo.

Nosotros hemos mantenido conversaciones con los jefes de minería. Porque hay algunos que se interrogan sobre su papel: cómo mejorar y cómo poder trabajar con los responsables de las comunidades locales. Esos responsables son todos curas y religiosas, porque son los más cercanos a los pobres, a la gente que trabaja allí. Así que el papel de estos misioneros no es solo el clásico que se podía esperar de la misión, la educación o el sector sanitario. El sector de la minería es igual de importante para ellos.

¿Cuál es la principal novedad que ha aportado el papa Francisco en su mensaje de la ONU, del que también habló en su conferencia?

Haber recordado la atención que hay que prestar a la vida y al desarrollo completo del hombre. Hay que reconocer una evolución en el conjunto de la comunidad internacional sobre la atención al desarrollo de la humanidad y de los pobres, que siguen siendo tantos. La globalización ayudó mucho a disminuir una parte de esos pobres, pero todavía queda mucho que hacer. Es indudable que la toma de conciencia y las instancias de justicia han ido creciendo, y eso es muy positivo.

Por el lado de la técnica, parece que estamos de acuerdo, pero la idea del ser humano es distinta a veces. Como dice el Papa, no somos Dios aunque la persona se sienta todopoderosa, porque es líder de la técnica y de esas cosas. Esto hay que tenerlo siempre en mente.

En agosto, su dicasterio cumplirá un año. ¿Cuál es su valoración de este primer año, y cuáles son sus retos y sus puntos fuertes para el curso que empieza?

El dicasterio avanza en reflexión, acción pastoral y cercanía a los sectores más desfavorecidos de la sociedad en todos sua ámbitos. Por ejemplo, en el dicasterio hay un organismo que se ocupa del personal del mar. Yo había visto, en la BBC el año pasado, documentales sobre los pescadores de Filipinas, que tenían una situación lamentable de falta de derechos básicos. Una vida muy dura. Recientemente, fuimos con el padre encargado de este sector -que además es un padre del antiguo pontificio de migrantes e itinerantes- a celebrar una misa con el cardenal en un crucero, un barco inglés, cerca de Roma. Y se nos abrió todo un mundo desconocido.

Fuimos allí y había miles de personas. Como el barco era inglés, la mayoría de los trabajadores eran indios de Goa y filipinos. No pueden imaginar la emoción de la misa celebrada en ese barco. Ese pasaje no tenía misa desde hacía seis meses y eran todos católicos. Se pusieron en fila para confesarse. Son experiencias que te hacen vivir y considerar la reflexión intelectual desde otro punto de vista.

Esto es la parte positiva del dicasterio. Lo difícil es juntar personas de maneras de trabajar distintas y de tradiciones distintas en el mismo discasterio. El Vaticano es un microcosmos, en este sentido, muy complicado. Hay de todo, no solo en cuestión cultural. Hay muchos religiosos, religiosas, laicos y seglares. Y son todos distintos, tienen costumbres de vida distintas y eso se refleja en las oficinas. Hay que mantener en equilibrio todo eso, y no es fácil.

Tanto el Papa Francisco como su dicasterio insiten en la petición de acogida para los refugiados y en la crítica al actual sistema económico que mata, provocando críticas contra ustedes y contra Francisco. ¿Por qué molestan estas peticiones en un mundo como el que estamos?

Hablaré del ejemplo de Italia, porque vivo allí. Nosotros no éramos un país de inmigración. Y ahora surge este fenómeno, que es nuevo y  de grandes porporciones. La acogida es un problema, pero tenemos que resolverlo. La primera cosa es que ya han surgido expresiones que no existían, como el soberanismo. Se habla mucho en Italia de esto; nunca habíamos sido ni nacionalistas, ni nada. También, es verdad que este fenómeno nos llegó en un época de crisis económica. Asi que hay que tenerlo en cuenta. Pero la primera acción que hay que hacer es la de salvar vidas y acoger a esas personas. La integración es lo más difícil. Además, sabemos que, en muchos casos, estos inmigrantes son necesarios para nuestra economía, esto es innegable.

En este tema recuerdo mucho al cardenal Turkson, que siempre dice que hay que presionar a la comunidad internacional, porque todas esas personas se van de sus países. Como africano, lo siente sobre su conciencia.

Recuerdo que hace un par de años fui invitada, de manera informal, por unos embajadores de los países de África. Hablamos de que hay que interrogarse por qué esas personas se marchan de sus países. Muchas veces es una cuestión de este sistema económico perverso. Por ejemplo el tema del coltán, por el que los países ricos vamos allí a explotarlo sin conciencia de las consecuencias de esta explotación. Y todo porque tenemos que producir a bajo precio y consumir. Y todos, hasta los niños, tenemos que tener el último modelo de teléfono. Son cosas del consumo, que es demasiado y no es humano, tampoco.

El Papa está conectado con todo eso. En las dos cosas, en lo del sistema que no funciona y también en lo de este fenómeno de la migración. El punto más delicado es el de la integración. En mi opinión, hay que hacerlo en el marco de nuestro sistema jurídico.

Al hilo de esto, se están motivando críticas hacia el papa Francisco, por ejemplo, en el caso de la petición de ayuda a los musulmanes. Con todo el tema del terrorismo yihadista, está habiendo ataques al papa Francisco de contenido islamófobo por pedir protección también para los musulmanes. Esto, en Europa sacudida por el terrorismo yihadista, no todos lo entienden.

También por el problema del terrorismo, ya sabemos que no todos los musulmanes son terroristas. Es una cuestión emocional. Pero también tenemos que protegerlos en el marco de nuestros derechos humanos, el del Estado de Derecho, que es el nuestro.

Desde Justicia y Paz, uno de los pilares fuertes es el del diálogo interreligioso. Ahora, en el nuevo dicasterio siguen trabajando en esta línea y en este momento tan delicado en la sociedad…

El diálogo interreligioso es un asunto transversal. Ya sale en todas partes y también en nuestras cosas. En las cuestiones que tratamos en Justicia y Paz se veía que no se podía dejar esto de lado.

Les pongo un ejemplo: Nosotros tenemos la tarea de organizar, cada dos o tres años, cursos para los capellanes militares de derecho humanitario. Es una obligación que tiene la Santa Sede con la Cruz Roja. Hace un par de años, versó sobre el derecho humanitario y las religiones. Porque ahora en los ejércitos hay cada vez más soldados de diferentes religiones.

Voy a participar en diciembre en un coloquio interreligioso que organiza el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Ellos mantienen este diálogo con los musulmanes con frecuencia. Me piden que hable allí de los obstáculos y de lo que favorece el desarrollo humano integral. Y ellos van a presentar su punto de vista. Es una cuestión que sale muy a menudo. Es el mundo de hoy.

Es usted subsecretaria de la Curia vaticana y, además, la única subsecretaria mujer y la única subsecretaria laica.

Por el momento sí, esperemos que haya más.

¿Le pesa esa representación de la mujer y del laicado? ¿Se lo ponen fácil?  ¿Es suficiente la representación femenina en la Curia romana?

Después de muchos años, ya sé cómo debo moverme en este ámbito. Lo que es cierto es que cada vez hay más laicos trabajando también en la curia. Y en la administración, del Vaticano también hay muchos.

El número de laicos ha ido creciendo en estos años y, digamos, que con responsabilidades intermedias crecientes. Es decir, que hace veinte años, cuando yo empecé a trabajar allá, nunca un laico hubiera sido encargado de ir a representar a la Santa Sede en una conferencia. Pero ahora, sí. Hoy, una jurista de nuestro pontificio consejo del dicasterio representa a la Santa Sede en un comité de derechos humanos en Estrasburgo. Es jurista internacional y ella es la representante. Esto, hace veinte años, no era posible. Las cosas evolucionan.

¿Pero no va demasiado lenta esa transformación, cuando la sociedad civil va muy por delante en este tema?

Tal vez sí. Pero creo que tampoco en la sociedad ciivil, en la administración del Estado y en otros ámbitos se va mucho más rápido.

Ha mencionado en su exposición que van a tener en noviembre una conferencia internacional sobre un ‘mundo libre de armas nucleares’. Precisamente en estos días, en los que se aprecia una escalada permanente entre Trump y el mandatario norcoreano.

Ya no me acuerdo de cómo era el programa, pero habrá un par de premios Nobel de la paz. Va a ser siguiendo, un poco, el modelo del nuevo dicasterio. Porque esas cosas, cuando se institucionalizan, es porque ya están maduras. También va a haber testimonios de japoneses que sobrevivieron a la bomba.

¿Está publicado el programa?

No lo sé, pero se lo mando con mucho gusto, porque va a ser una conferencia muy importante. Creo que va a estar también el Secretario de Estado. Esperamos mucho de esto; la idea es la de contribuir a crear una opinión, porque, como sabemos, este tratado todos los que tenían el arma nuclear no lo suscribieron, pero no solamente eso, sino también los que están en la OTAN estaban ausentes. Aunque me parece que son ya 150 Estados los que suscribieron este tratado de prohibición del uso de estas armas, y no solamente de uso, sino de posesión del arma.

Es un intento de ayudar a crear una mentalidad en contra de la fabricación de estas armas. El otro día recibimos la visita de un obispo surcoreano. Al final, el papa Francisco tiene razón en que detrás del dinero y de muchas cosas está el comercio de armas. Cualquier mínima ocasión es una escusa para vender armas más potentes. Y el Papa tiene el coraje de denunciarlo.

¿Usted cree que las grandes potencias internacionales se toman en serio la cuestión del calentamiento global?

Por el momento parece que hay progresos bastante serios después de París. La gente ya sabe que cambiar el sistema energético es también una oportunidad de desarrollo económico. Yo tengo bastante confianza en esto, por las novedades y por la capacidad del hombre de estudiar la manera de producir con menos energía. Ahora, en todas las casas los cristales son dobles y las ventanas cierran mejor, y esto es para desperdiciar menos el calor y ahorrar energía. Aunque son cosas elementales, pienso que hay motivo de confianza.

Y dentro de la propia Iglesia, ¿hay también esa conciencia ecológica? Porque hasta «Laudato si» era prácticamente inexistente esa concienciación.

Sí, la Iglesia creo que también está bastante concienciada, los religiosos están muy involucrados en todo esto, lo tienen muy presente. Y hay también organizaciones católicas movilizadas en este sentido.

Sabemos que el calentamiento es algo natural, porque siempre lo ha habido, pero aparte, seguramente la actividad humana también lo provoca, aunque no sabemos en qué proporción. De todos modos, esté involucrada o no la actividad humana, hay que respetar a la naturaleza y tener esa conciencia ecológica.

Creo, que en «Laudato si» este aspecto de que la creación tiene un valor en sí, y no solamente en función del hombre, es bastante novedoso.

Siguiendo con el tema: el Papa le dio un ejemplar a Donald Trump de la encíclica. ¿Sabe si tuvo algún eco en él?

Él lo dijo cuando salió de allí. Pero luego no me pareció que fuese así. Por lo menos hasta ahora.

El Papa ha acogido a inmigrantes y a refugiados, proclama una mayor conciencia ecológica y está haciendo una llamada apremiante a cuidar la «Casa común». ¿Se está convirtiendo la Iglesia en la conciencia crítica del mundo?

Sí, creo que en este momento es así. Y ya cuando salió «Populorum progressio» fue lo mismo. Ya entonces, acusaron al Papa Pablo VI de ser marxista, o tercermundista, o algo así.

No hemos aprendido mucho desde entonces.

No. Pero al menos hemos hecho algún progreso en cuanto a saber reaccionar más rápido.

¿Es verdad que algunos en la curia romana no le quieren al papa Francisco?

Es un estilo muy distinto de otros Papas. Pero yo no creo que no lo quieran. Nosotros, sí lo queremos.

¿Le quieren mucho?

Nosotros le queremos mucho, la verdad. Para nosotros, su interés en lo social es fundamental. Es un empujón extraordinario. Ya habíamos trabajado en muchas cosas, pero digamos que el Papa, con su interés en lo social, demuestra la importancia de nuestra actividad.

Y el estilo de todos los papas significa cambios. Él no conocía nada de la curia, además vino muy perplejo.

¿Qué puede aportar la Iglesia en la cuarta revolución industrial?

Pienso que puede aportar a los jóvenes el que la formación del carácter y la personalidad es mucho más importante hoy que antes. Porque antes había el puesto fijo y uno tenía estabilidad económica, su sueldo al final del mes. Pero ahora, no. Ahora hay que ser más creativos; no digo que sea una competición con la máquina, pero sí que la máquina sea una ayuda.

Lo esencial para la Iglesia es ser un acompañamiento en la formación de la personalidad. Tenemos que tener conciencia de que la resiliencia es la virtud de la fortaleza. Y la idea de que la vida no se acaba aquí. Hay que darle ese aliento a los jóvenes de decir: ya hicimos una cosa, pues empecemos otra.

Pienso que la Iglesia puede aportar la formación de la personalidad de gente que sea capaz de afrontar una situación más difícil, que es lo que va a ocurrir.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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