En ningún momento -ni antes ni después de imponer los cambios -, se ha consultado con suficiente amplitud la opinión de los laicos, a pesar de que éstos son la inmensa mayoría a la que debe dirigirse la liturgia eucarística
(Voces Cristianas de Sevilla).- ¿Cómo podemos ayudar al Papa Francisco en nuestra Iglesia local? Este importante interrogante nos ha ocupado bastante tiempo y reflexión en nuestros Encuentros últimos.
No resulta fácil de responder cuando la oposición a los cambios que propone Francisco (del dogma a la pastoral, de la intolerancia a la misericordia, de la ostentación y el privilegio al testimonio de humildad y el olor a oveja….), encuentran en la Institución clerical – y no sólo en ella- una soterrada oposición que se atrinchera mayoritariamente en el silenciamiento y la pasividad, cuando no en el disimulo y el Código de Derecho Canónico.
Hechas las anteriores consideraciones, llegó el momento de concretar los objetivos que como laicos encontramos adecuados. Proponemos los siguientes:
· Hacernos presentes dentro y fuera de la Iglesia, como laicos adultos en la fe que tienen opinión propia, y que se sienten corresponsables con la misión de aquella como la desea Francisco.
· Romper en la Iglesia el esquema de un clericalismo jerárquico que manda y un laicado sin opinión, que calla y obedece dócilmente; pues ese esquema lo consideramos inadecuado para regular las relaciones de una comunidad que se reclama como fraternal y es un anti-testimonio de la Buena Nueva que deseamos difundir.
· Defender la diversidad de lecturas lícitas de dicha Buena Nueva, que -no siendo incompatibles con la unidad en un mismo Espíritu-, son una riqueza de cara a difundirla.
Pues consideramos que una interpretación única, intolerante e impuesta, supone un serio obstáculo para dicha tarea.
Fijados estos objetivos claros y transversales, queda el plasmarlos en iniciativas concretas alrededor de las cuales aglutinar a otros fieles.
Quizás la entrada en vigor de la nueva Ordenación General del Misal Romano y las abundantes discrepancias sobre los cambios respecto al propiciado por el Concilio Vaticano II, haya sido la causa para detenernos a considerar el tema de la Liturgia. Y resultado de la atención prestada a ese tema ha surgido la «carta abierta» que a continuación sometemos a su consideración.
Sevilla Junio de 2018
Carta abierta y pública dirigida a: Conferencia Episcopal de España
Comisión Episcopal de Liturgia c/Añastro nº 1 28033 Madrid
«La liturgia es ‘popular’ y no clerical, es una acción para el pueblo, pero también del pueblo».
El pontificado del Papa Francisco está propiciando nuevas y renovadas esperanzas de que la Iglesia encuentre un sitio propio en el siglo XXI. Pero la apertura al mundo que manifiesta en sus exhortaciones y encíclicas, a pesar de ser muy bien acogidas por la mayor parte de los creyentes y de todas las personas de buena voluntad, está encontrando dentro de la Curia vaticana serias resistencias, así como presiones involucionistas procedentes de los Cardenales y Obispos más conservadores. Estos alientan en algunos casos ataques abiertos o calificaciones negativas de sus textos y comunicados a los que llegan a calificar de heréticos; si bien está más extendida la postura de silenciarlos, neutralizarlos o manipularlos mediante citas parciales sacadas de contexto.
Entre los rasgos de la renovación de la vida eclesial que impulsa el Papa Francisco queremos destacar el deseo de limitar el excesivo protagonismo y predominancia de los clérigos, para potenciar el papel interno y externo del laicado – especialmente el de las mujeres-, aumentando su capacidad decisoria en los órganos y manifestaciones públicas de la Iglesia. Especialmente sobre la Liturgia manifiesta que: «…es vida para todo el pueblo de la Iglesia», «….es popular, no clerical ……una acción para el pueblo, pero también del pueblo», «…es vida y no una idea para entender».
Desde «Voces cristianas de Sevilla» como laicos en sintonía con el Papa Francisco, deseamos señalar ciertos hechos que contradicen prácticamente ese rasgo de revitalización, tan necesario para la credibilidad de la Iglesia como fraternal Pueblo de Dios; y para que ésta atienda cercanamente las necesidades e inquietudes reales y concretas de los hombres y mujeres de hoy.
No hace mucho nos sorprendió la entrada en vigor de cambios no desdeñables en las fórmulas y ritos del Misal Romano que regula la celebración de la Eucaristía. A nuestro parecer estos cambios distorsionan y anulan los criterios anteriores emanados del Concilio Vaticano II. A este hecho consumado no le precedió, al menos en nuestra diócesis, una amplia explicación y extendida catequesis que justificara esos cambios, desoyendo la advertencia de Benedicto XVI -patrocinador de los mismos-, que consideraba esa catequesis previa importante y necesaria.
A pesar de imponerse estos cambios hace algún tiempo, siguen siendo poco aceptados por muchos fieles, especialmente en lo relativo al cambio central de la fórmula de consagración del cáliz, en la cual se sustituye la fórmula postconciliar del Vaticano II sangre derramada «por vosotros y por todos los hombres», cuya interpretación es claramente universal e inclusiva en español, por esta otra «por vosotros y por muchos», la cual se presta a una interpretación sin duda más restrictiva y que entendemos como menos ajustada al espíritu del Evangelio.
En ningún momento -ni antes ni después de imponer los cambios -, se ha consultado con suficiente amplitud la opinión de los laicos, a pesar de que éstos son la inmensa mayoría a la que debe dirigirse la liturgia eucarística. Esta omisión es tanto más lamentable en cuanto la celebración eucarística, es el más privilegiado lugar teológico para que los fieles vivenciemos el Evangelio y la Comunidad; por lo cual todo cambio afecta marcadamente a quienes componemos las Asambleas Eucarísticas.
Esta inadecuada manera de implantar los cambios litúrgicos -descartando a priori el diálogo con la inmensa mayoría laica del Pueblo de Dios-, refleja una mayoritaria, errónea, y habitual forma de actuar de las altas jerarquías eclesiásticas, que se apropian en exclusiva de la Liturgia como inapelable «Iglesia docente», en detrimento de que ésta liturgia refleje vitalmente la fe actual y concreta de los laicos reducidos a ser una «Iglesia discente» menor de edad.
Hecho que consideramos debemos denunciar al dificultar la vivencia de la Buena Noticia de Jesús en la vida cotidiana y real.
Voces cristianas de Sevilla