Fernando Fuentes: "Los jóvenes que viven su fe en el contexto actual quieren una Iglesia joven y que mire hacia afuera"
(José M. Vidal).- Los templos católicos de nuestro país están llenas de cabezas plateadas o calvas, mientras los jóvenes brillan por su ausencia. Una dinámica que tiene en vilo a la Iglesia, porque sabe que sin juventud no tiene futuro y muere. De ahí que en esta problemática se centre el XXV curso de doctrina social, que comenzó esta mañana en Madrid y concluirá el día 12, organizado por la comisión episcopal de Pastoral social.
En la inauguración del curso, en la Fundación Pablo VI, el obispo presidente de pastoral social, Atilano Rodríguez, reconocía que la evangelización de los jóvenes es uno de los retos fundamentales De la Iglesia, porque «a pesar de los esfuerzos, resulta difícil que los jóvenes se mantengan en el seguimiento de Jesús».
A juicio del obispo de Sigüenza-Guadalajara, «aunque sea difícil evangelizar a los jóvenes, no podemos dejar que las dificultades nos superen y hay que seguir trabajando con mucha esperanza».
El director del secretariado de Pastoral Social, Fernando Fuentes, presentó los objetivos del curso, que cumple sus bodas de plata, «señal evidente de madurez», así como el programa, centrado en el próximo Sínodo sobre los jóvenes, incidiendo especialmente en la perspectiva social.
De ahí la ponencia del sociólogo Juan María González Anleo, sobre ‘los jóvenes, protagonistas del cambio social y religioso’. O la otra ponencia del profesor salesiano Jesús Rojano, sobre ‘La generación de los millennials, ¿un desafío para el mundo de los adultos?’.
Rossano y monseñor Atilano Rodríguez
Y lo mismo se intentará con las mesas redondas. Una sobre el universo político y otra sobre las nuevas experiencias de evangelización. Y es que , según Fuentes, «los jóvenes que viven su fe en este contexto quieren una Iglesia joven y que mire hacia afuera«.
En esta línea discurrió la ponencia de inauguración, dictada por el salesiano Rossano Sala, nombrado por el Papa secretario especial del Sínodo. Como tal, resaltó las dinámicas de fondo del instrumentum laboris sinodal, al que respondieron 87 conferencias episcopales (de las 115 que hay en el mundo) y con las aportaciones de más de cien mil jóvenes.
«Nunca un Sínodo había dado la palabra con tanta abundancia y libertad a los destinatarios. Todo un signo de los tiempos y un modo de participar inédito en la vida de la Iglesia. Su voz fue escuchada sin filtros y sin silenciador».
Por eso, en el documento se hace notar la voz de los jóvenes, que «piden una Iglesia más auténtica y más comprometida con la Justicia». También solicitan, según el secretario sinodal, «tolerancia cero con los abusos del clero, liturgias cercanas con homilías vivas y toda una serie de propuestas proféticas para renovar la Iglesia».
Piden, por ejemplo «actuar con la ternura y la fuerza de los profetas, para que la Iglesia se desprenda de su imagen dicotómica, que está al lado de los pobres, pero , a la vez, sigue manchada por numerosas lacras de corrupción. O la «mayor cercanía que piden al universo lgtb».
En definitiva, los jóvenes quieren una Iglesia que sea signo de esperanza especialmente para los más pobres, una Iglesia con rostro familiar y una profunda actitud de servicio.
Asistentes al curso de Doctrina Social