Salieron en su defensa varios cardenales, entre ellos Tarcisio Bertone, número dos de la Curia
Cuenta Eusebio Val en La Vanguardia que algo chirría de verdad en Italia cuando la Iglesia católica, aún tan influyente y respetada, es protagonista de un enfrentamiento abierto con el mundo político. De ahí el impacto que está teniendo la polémica en torno a los graves ataques de la Liga Norte, partido aliado de Silvio Berlusconi, contra el cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán. Los liguistas acusan a Tettamanzi de adoptar una actitud excesivamente favorable a los inmigrantes y demasiado abierta a la presencia de mezquitas en Italia.
Las acusaciones contra Tettamanzi partieron del órgano oficial de la Liga Norte, el periódico La Padania, que publicó un violento artículo el domingo. El texto se preguntaba si Tettamanzi era de verdad un cardenal o un imán. Le recriminaba su apertura hacia los extranjeros en situación irregular y le instaba a ocuparse de otros asuntos como la defensa del crucifijo en las escuelas o la crisis de las vocaciones sacerdotales.
Luego se añadió a las críticas un ministro del Gobierno y miembro de la Liga Norte, Roberto Calderoli. Según él, Tettamanzi no encaja en Milán. Le atribuyó veladas inclinaciones comunistoides y llegó a decir que la presencia del cardenal en Milán sería el equivalente a poner un cura mafioso en Sicilia.
Tettamanzi es una figura muy importante en la Iglesia italiana. Milán es siempre una plaza de mucho peso. El propio Tettamanzi, que ya ha cumplido 75 años -edad oficial de jubilación, pero fue confirmado en el puesto- figuró entre los papables tras la muerte de Juan Pablo II.
La salida de tono de la Liga Norte se enmarca en una irritación que viene de lejos en ciertos sectores de la coalición de centroderecha de Berlusconi. Entre los autonomistas -o, a veces, abiertamente secesionistas- de la Liga Norte se expresan a menudo opiniones que bordean la xenofobia. Y eso entra en conflicto directo con la posición del Vaticano, que no cesa de predicar el respeto a los inmigrantes, la necesidad de su integración en Italia y el valor de la contribución de los jóvenes con mentalidad bicultural.
A los de la Liga Norte les sentó muy mal un reciente discurso de Tettamanzi en el que criticó a la ciudad de Milán por el desalojo de un campamento de 250 gitanos, justo cuando los niños de este asentamiento habían empezado a ir a la escuela. El cardenal instó a practicar la acogida y la solidaridad ambrosiana (de san Ambrosio, patrón de Milán, cuya fiesta se celebró el lunes).
Varios cardenales salieron en defensa de Tettamanzi. También lo hizo el Vaticano, por boca del secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone. Este pidió respeto para el arzobispo de Milán, a quien definió como un «gran pastor de la Iglesia ambrosiana y de su pueblo». Bertone citó las palabras del Papa en el ángelus de ayer: «Ricos y pobres, países desarrollados y habitantes de países subdesarrollados, somos todos protagonistas de la misma vida.Debemos salvarnos juntos». «Me parecen las palabras más claras y adecuadas», añadió Bertone, que coincidió en Milán con el presidente de la República, Giorgio Napolitano, ex comunista, quien también pidió respeto y destacó la «tarea fundamental de la Iglesia en la sociedad».