"Sed libres para ser santos, pobres, castos y obedientes, sed libres para todos"
(José Manuel Vidal).-«Fieles, castos y libres«. Así quiere el Papa a sus curas. Y así se lo dijo a los 6.000 sacerdotes, seminaristas y diáconos, que le acompañaron en las vísperas celebradas en la Iglesia de la Santísima Trinidad de Fátima.
El Papa, sin hacer alusión directa al tsunami de la pederastia, quiso animar a los sacerdotes a ser «testigos de Cristo» en el mundo. Y para eso comenzó, agradeciéndoles su entrega «y testimonio silencioso y nada fácil«.
Y, después, les trazó el camino a seguir para ser testigos, el «camino que nos indica la Virgen». En primer lugar, la fidelidad. «La principal preocupación deel sacerdote ha de ser la fidelidad y la lealtadad a su propia vocación».
Fidelidad «en nombre del amor profundo y verdadero de Cristo». Porque, según el Papa, «sería un contrasentido que el sacerdote se contentase con una vida mediocre y una ética minimalista».
Y la fidelidad lleva a la «alegría de la consagración«, que supone «intimidad con Cristo en la oración». Oración como motor para dar testimonio ante «tantos hermanos que viven sin importarles la salvación eterna».
Tras poner al cura de Ars como ejemplo acabado de fidelidad a la vocación sacerdotal, el Papa recordó que «la fidelidad a la vocación exige coraje y confianza». Por eso, les pidió a los curas que se «ayuden fraternalmente, acogiéndoos unos a los otros en vuestras casas».
La fidelidad lleva, según el Papa, a la libertad: «Sed libres para ser santos, pobres, castos y obedientes, sed libres para todos, libres de vosotros mismos, libres para llevar a la sociedad al Cristo que permanece con nosotros hasta el final de los tiempos».
Fieles, libres, alegres y con ganas de proponer a otros el servicio y la vocación sacerdotal. «Mantened dentro de vosotros la inquietud por suscitar nuevas vocaciones sacerdotales«.