En la Legión todo está regulado: desde el tiempo que un sacerdote debe rezar al día (tres horas) y lavarse los dientes (tres veces) hasta la forma de comer los espaguetis
Pederasta, ladrón, toxicómano. Marcial Maciel, definitivamente la antítesis de un santo, fue al tiempo el fundador de la congregación más conservadora y una de las más poderosas de la Iglesia. Tras su muerte, en 2008, se destapó su farsa. Entramos en el territorio privado donde los legionarios se confiesan. Lo recoge La Vanguardia en México.
Son la punta de lanza de la Iglesia más conservadora. No se permiten concesiones. No pierden el tiempo. Es pecado. Su caza y pesca de fondos y vocaciones no se detiene. Tampoco su hambre de influencia. Una cuestión de poder en el seno de la Iglesia.
En 1950 solo tenían un sacerdote, su fundador, Marcial Maciel; hoy, cerca de mil. Su estrategia corporativa ha sido crecer a toda costa. Copiando el ardor guerrero de los jesuitas y el elitismo del Opus Dei. Y añadiendo una pizca de secretismo.
Su objetivo siempre fue atraer a los «líderes del mundo»; como confirma un viejo legionario: «Maciel tuvo claro que teníamos que ir a la punta de la pirámide; por los líderes naturales y económicos y, a través de nuestros colegios, por sus hijos. La clave era influir. Y, teóricamente, ayudar a los pobres a través de los ricos, como Robin Hood».
En la Legión todo está regulado. Desde el atuendo (distinguido) al modelo de reloj (sin adornos y con correa negra); desde el tiempo que un sacerdote debe rezar al día (tres horas) y lavarse los dientes (tres veces) hasta la forma de comer los espaguetis (cortándolos, nunca enrollándolos en el tenedor).
Algo extensible a su movimiento seglar, el Regnum Christi, donde el manual redactado por Maciel orienta al milímetro la vida de sus miembros; sus amistades, noviazgo, sexualidad, forma de vestir, espíritu laboral, educación de los hijos, caza de fondos y pesca de vocaciones. Maciel llega a aconsejar a sus seguidores la inclusión de la congregación «en el propio testamento».
Eran los elegidos. Iban a salvar la Iglesia. Fueron el eficaz martillo de la Santa Sede contra la Teología de la Liberación; activistas incansables contra el condón, el aborto, la eutanasia y la reproducción asistida, enemigos del matrimonio entre personas del mismo sexo. Generosa fuente de financiamiento para el Vaticano y, ante todo, la fiel caballería ligera de Juan Pablo II para implantar su modelo de catolicismo: resistencia, reconquista y restauración. La Iglesia como poder político.
La Legión creció muy rápido. Tenía los pies de barro. Y un terrible secreto en su interior que tras décadas de ocultamiento terminaría por estallar: su fundador, Marcial Maciel, nacido en México en 1921, era un farsante.
Marta Rodríguez, una consagrada de 30 años que ha hecho promesa de obediencia, pobreza y castidad y tiene un hermano legionario, rememora los fastos de la Legión de Cristo en noviembre de 2004, en el Vaticano, cuando Juan Pablo II celebró los 60 años de profesión sacerdotal del fundador. Era la consagración de la congregación.
«Juan Pablo II nos decía: ‘Se siente, los legionarios están presentes’. Y te creías lo mejor de la Iglesia. Pensabas, soy del Regnum Christi y qué fácil es ser del Regnum Christi».
«Cuando en 2009, el padre Luis Garza (segundo de abordo de la Legión) nos confesó la vida inmoral del padre Maciel, lloré tres días… he pasado de Disneylandia a la realidad«.
Le pregunto al padre Miguel Segura, valenciano, de 39 años, rector de la comunidad de Roma, maestro de novicios, físico de nadador y uno de los hombres más influyentes de la Legión:
-¿Autorizaría que se infligiera castigo físico para vencer la tentación?
-Para empezar, si tienes una sexualidad descontrolada no puedes entrar en la Legión. Aquí hay que vivir sanamente, y si aprieta, yo recomiendo amistad, deporte y descanso. Si esa persona es homosexual, le aconsejaría que abandonara la Legión.
Si eres gay no puedes ser legionario; no puedes ser sacerdote; no puedes vivir la castidad rodeado de hombres. En cuanto a los cilicios y azotarse… son muestra de vanidad. Yo aconsejo que se levanten antes, ayunen, se den baños fríos… que no pongan en peligro su integridad física.
Ante la gravedad de los hechos, el Papa ha ido más lejos de la pura retórica.
La maquinaria vaticana se encuentra en la disyuntiva de disolver, refundar o simplemente reformar la orden. Cualquier posibilidad se contempla.
El pasado 9 de julio, Benedicto XVI nombró al arzobispo italiano Velasio de Paolis, de 74 años, comisario para la Legión de Cristo.
De Paolis sustituye a Álvaro Corcuera, quien de 2005 a la fecha llevó el cargo.
El Arzobispo italiano presidía la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede.
Desde la condena de Benedicto XVI a Maciel en mayo de este año sus retratos han desaparecido de la Legión. ¿Los habrán quemado? Nadie lo sabe.
Marcial Maciel, ejemplo durante décadas, falleció de cáncer en enero de 2008 en Jacksonville, Florida, 20 meses después de haber sido apartado de la práctica del sacerdocio por haber abusado de 20 seminaristas. No hubo juicio.
Los abusos sexuales eran el primer capítulo de la biografía de crímenes que se conocerían en los meses siguientes.
La declaración de la Santa Sede sobre la vida y obra de Maciel concluía: «Sus comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales, se configuran, a veces, en auténticos delitos y manifiestan una vida carente de escrúpulos y de verdadero sentimiento religioso».
Los números de los legionarios
15 universidades en España y 48 en México
177 colegios
133 mil alumnos
20 mil empleados
3 mil 450 sacerdotes
Mil consagradas (su rama femenina de religiosas sin hábito)
75 mil miembros de Regnum Christi, el brazo laico de la organización