"Un mundo con justicia, amor y humildad no es una utopía, es posible"
(Jesús Bastante, enviado especial).- Una sinfonía de color. África se hizo presente esta mañana en el estadio de la Amistad de Cotonou. Más de 60.000 almas soportaron el calor sofocante y húmedo de la capital administrativa de Cotonou para ver al Papa. Ataviados con trajes de sedas, que durante meses se vendieron en cada parroquia de Benin, y con el sonido africano presidiendo la ceremonia, un Benedicto XVI menos cansado que en la víspera trazó las bases del futuro de la Iglesia en África. Un futuro basado en el clamor por las víctimas del sida, de la pobreza y de «todos los humillados de la sociedad»
La liturgia del altar, propia de las grandes celebraciones vaticanas, contrastaba con la música y las danzas de los fieles. Los momentos de silencio, empero, se respetaban escrupulosamente. Los africanos querían despedir a lo grande al Papa alemán, igual que lo han acompañado a lo largo de estos tres días, en los que celebran los 150 años de la evangelización. La homilía papal se ofreció en tres idiomas: portugués, francés e inglés, pero durante la celebración también se utilizaron las lenguas bariba, mina, yoruba y dendi.
En su homilía, Ratzinger insistió en que «la cruz de Dios se manifiesta en la humildad», y proclamó la esperanza de que «hemos ganado el amor que nos ha llevado a la Resurrección». Hoy como hace 150 años, cuando se proclamó por vez primera el Evangelio en Benin. «La Iglesia -precisó el Papa- existe para anunciar la Buena Nueva a aquellos que todavía no la han escuchado, y quiere anunciar ese mensaje sobre todo a los jóvenes que buscan un modelo de vida».
Un mensaje que tiene que hacerse realidad en cada hombre y mujer, en Europa o en África. «Un cristiano no debe dejar a un lado a sus hermanos. No olvidéis las raíces que habéis recibido», insistió Ratzinger.
Poniendo la vista en el futuro, el Papa recalcó que «un mundo con justicia, amor y humildad no es una utopía, es posible». Mirando hacia los próximos años, y como ha sido una tónica en todo este viaje, Ratzinger quiso ofrecer «una palabra a las personas que sufren. Las personas que están afectadas por el sida, y todos los humillados de la sociedad: Jesús se identificó con un niño para compartir el sufrimiento de toda la gente humilde».
Durante la ceremonia, el papa entregó la exhortación apostólica -documento conclusivo- del Sínodo de Obispo de África celebrado en 2009 en el Vaticano a los presidentes de las 42 Conferencia Episcopales de África.
Tras rezar el ángelus dominical, el papa almorzará con los miembros del consejo especial para África de la secretaría general del Sínodo de Obispos y con el séquito papal en la Nunciatura apostólica de Cotonú.