Ninguno de ellos ha perdido la razón de su vocación, como sí ha sucedido con otros ex legionarios o consagradas, que siguieron ciegamente a Maciel
(Jesús Bastante).- Era una familia rota. No por la fe, sino por el impacto de un hombre pretencioso y manipulador, que a la postre resultó ser uno de los mayores monstruos de la Iglesia católica contemporánea. Marcial Maciel supo llegar al corazón de la poderosa familia Oriol, cinco de cuyos hijos partieron junto a él para formar parte del aparato de la Legión de Cristo en todo el mundo. Tras conocerse sus escándalos como pederasta y otros desmanes, cada uno de los hermanos (Malén, Juan Pedro, Santiago, Ignacio y Alfonso) han ido recorriendo un camino específico. En las próximas semanas, la familia volverá a unirse en Madrid.
En secreto, para abrazarse, reconciliarse -algunos ya lo han hecho, pero ha habido mucha discusión e incomprensiones en los últimos años- y plantear el futuro. El de cada uno, dentro de la Iglesia, y el de los fondos familiares, buena parte de los cuales fueron entregados, en depósito o en herencia, a la Legión de Cristo. Y que, en la medida de lo posible se quieren recuperar. Tarea difícil con las actuales Constituciones legionarios, que se están modificando.
Malén Oriol, una de las piezas fundamentales de las consagradas de los Legionarios de Cristo, fue la última en renunciar. La pasada semana, el cardenal De Paolis reconocía su renuncia, junto a otras 30 consagradas, que han conseguido del Papa el permiso para mantenerse en la vida religiosa, pero bajo la autoridad de un obispo. El camino de Malén fue el más complicado, pues era una de las mujeres con mayor cercanía a Maciel.
Juan Pedro Oriol, hasta hace pocos meses en «período de reflexión», también ha abandonado la congregación en México. Harto de los silencios en torno al pederasta Marcial Maciel y la falta de decisiones claras contra los actuales responsables de los Legionarios de Cristo por parte del cardenal Velasio de Paolis, Juan Pedro Oriol sigue el mismo camino que, semanas atrás, tomaron Santiago (en proceso de incardinación en la diócesis de Getafe), Ignacio (en Madrid) y Alfonso (en Córdoba).
Ninguno de ellos ha perdido la razón de su vocación, como sí ha sucedido con otros ex legionarios o consagradas, que siguieron ciegamente un proyecto, capitaneado por un hombre, Maciel, que resultó ser todo lo contrario de lo que proclamaba. Ahora, los Oriol tienen un triple trabajo que realizar: el primero, de sanación y reflexión personal; el segundo, la lucha por el patrimonio familiar; el tercero, la reconciliación de unos hermanos, de una familia, que ha sufrido demasiado.