El Papa, que murió a los 88 años después de una década de lucha contra varias enfermedades crónicas, mantuvo su apoyo al ex presidente Hosni Mubarak
Miles de fieles y numerosos funcionarios egipcios despidieron en la catedral San Marco de El Cairo los restos de Shenuda III, que durante 40 años dirigió la Iglesia ortodoxa copta, la mayor comunidad cristiana de Medio Oriente. Chenuda III falleció el sábado a los 88 años luego de sufrir severos problemas cardíacos que agravaron un cuadro de salud ya debilitado, informó AFP.
«Shenuda ahora reposa en paz, pero nosotros no lo hemos perdido», dijo el jefe de la iglesia copta de Etiopía, el patriarca Abune Paulos, quien vino especialmente de Adis Abeba para abrir la ceremonia fúnebre.
En el centro podría verse el ataúd abierto, mostrando el rostro del difunto patriarca, con la cabeza coronada por una tiara de oro. Alrededor se acomodaban numerosos líderes religiosos con las ropas tradicionales del culto copto.
Miles de personas se aglomeraron en el exterior de la catedral portando pancartas con el retrato de Shenuda III, la figura más importante para una comunidad visiblemente inquieta ante el fortalecimiento del islam y los numerosos casos de violencia confesional.
En el interior de la catedral se encontraban personalidades coptas como el magnate de las telecomunicaciones Naguib Sawiris o el ministro de Turismo, Munir Fakhry Abedel Nur. También estaba presente en la ceremonia el presidente del Parlamento, el islamista Saad Katatni.
El Consejo Militar que gobierna Egipto desde la caída de Hosni Mubarak envió un representante al funeral. También había numerosos integrantes del cuerpo diplomático, incluyendo la embajadora de Estados Unidos en Egipto, Anne Patterson.
Tres personas resultaron muertas el domingo aplastadas por una multitud de decenas de miles de fieles que se concentraron en la catedral para rendir homenaje al patriarca fallecido, cuyo cuerpo era expuesto sobre un trono de madera tallada.
Luego de la ceremonia, el féretro fue llevado de la catedral hacia el monasterio de San Bichoi, a una centena de kilómetros al noroeste de El Cairo, donde tendrá lugar la inhumación. El monasterio, cerrado al público, era objeto de un enorme dispositivo de seguridad desde el lunes.
El gobierno decretó una jornada nacional de duelo. El funeral en la catedral de San Marco fue transmitido en vivo por la televisión estatal, y todas las banderas en las oficinas públicas fueron puestas a media hasta.
Los coptos representan entre el 6% y el 10% de la población egipcia, país con una enorme mayoría de confesión musulmana sunita. Poco representada institucionalmente o en la alta administración estatal, la comunidad copta alimenta un fuerte sentimiento de marginalización.
Sumamente conservador en materia de dogma, el patriarca era considerado próximo del ex presidente Mubarak, que cayó en febrero de 2011 en medio de una revuelta popular.
Criticado por una parte de los coptos por su rigidez sobre cuestiones como la prohibición del divorcio o posiciones conciliadoras con el poder militar, Chenuda III era una visto por muchos fieles como un protector en un país en plena ebullición.
La comunidad de los coptos había sido el blanco de un atentado en la noche del 1 de enero de 2011, contra una iglesia en Alejandría, que dejó una veintena de muertos.
En octubre pasado, la represión a una manifestación de coptos en El Cairo -que protestaban por la destrucción una iglesia- también había dejado unos 20 fieles muertos.
La conducción de la iglesia copta de Egipto fue confiada provisoriamente al obispo Pachomius de Beheira.
El complejo proceso de designación de un nuevo patriarca podría demorarse varios meses, según especialistas, quienes apuntan la existencia de cinco o seis obispos que podrían ser candidatos.
Un consejo de 1.500 personas, que incluye eclesiásticos pero también laicos eminentes de confesión copta, participará en la selección.
La minoría copta, la comunidad cristiana más numerosa de Oriente Próximo, asiste este martes al multitudinario funeral de su patriarca, el Papa Shenuda III, en un día de luto nacional decretado por la Junta Militar.
Desde su fallecimiento, el pasado sábado, un séquito de fieles se ha agolpado en los aledaños de la catedral cairota de Abasiya donde el cuerpo de Shenuda III ha permanecido ataviado con corona y alhajas doradas y sentado sobre el trono de San Marcos, que difundió la fe cristiana por Egipto en el siglo I.
Ansiosos por despedir al hombre que gobernó la Iglesia Ortodoxa copta durante las últimas cuatro décadas, decenas de miles de creyentes han tratado de acceder al interior del templo. El peregrinaje fue suspendido el domingo después de que tres personas murieran aplastadas entre la multitud y otras 135 resultaran heridas, según el Ministerio de Salud.
Para evitar nuevos incidentes, solo se puede asistir previa invitación a las exequias que se desarrollan a partir de las 11 de la mañana hora local y a la que acuden -además de las principales autoridades locales, entre ellas varios representantes de los Hermanos Musulmanes y su brazo político- los obispos de las diócesis establecidas por todo el mundo durante el pontificado de Shenuda.
El funeral será oficiado por el padre Bojomios, el miembro más anciano del Consejo de Obispo y líder interino de la institución hasta la designación del nuevo Papa. Tras la ceremonia, los restos serán trasladados en un avión militar hasta el monasterio de San Bishoi en Wadi el Natrun, a unos 90 kilómetros al norte de El Cairo. En el lugar, un pequeño oasis en mitad de un desierto de sal, se refugió Shenuda en 1981 cuando el entonces presidente Anuar el Sadat le despojó de su autoridad y le desterró como castigo por denunciar la discriminación contra los cristianos.
De monje ermitaño a Papa
Shenuda III, nacido en 1923 en la ciudad sureña de Asiut, fue nombrado Papa en 1971. A principios de la década de 1960 había sido un monje ermitaño en una cueva en medio del desierto. Durante su mandato, abogó por la tolerancia y se convirtió en el líder político de una minoría que representa el 10% de la población egipcia. Su desaparición se produce además en un momento delicado marcado por el ascenso político de las fuerzas islamistas y los ataques sectarios.
El Papa, que murió a los 88 años después de una década de lucha contra varias enfermedades crónicas, mantuvo su apoyo al ex presidente Hosni Mubarak hasta los últimos días de la dictadura. Críticos con esta complicidad, los grupos juveniles se distanciaron de su doctrina, que aplicó de manera férrea en asuntos como el divorcio, prohibido salvo en caso de adulterio, o la posturas defendidas por teólogos reformistas.
Su sucesor será elegido en los próximos meses conforme a un complejo proceso que establece la elección de tres Obispos por parte de un Consejo formado por clérigos y fieles. El resultado de la terna estará en manos de un niño que escogerá al nuevo Papa con los ojos vendados en un acto dictado por «la voluntad de dios». (RD/Efe)