"La Repubblica" se refiere a él como "el hombre que renunció a ser papa"
La capilla ardiente del cardenal italiano Carlo Maria Martini, que falleció ayer a los 85 años, ha quedado instalada hoy en la catedral de Milán, que esta noche permanecerá abierta para permitir a los fieles despedirse de él, mientras que el lunes se celebrará el funeral.
El féretro con sus restos fue trasladado desde el Instituto Filosófico Aloisianum, un centro europeo de formación de la Compañía de Jesús situado en la localidad lombarda de Gallarate en el que transcurrió sus últimos años, hasta el Duomo (catedral) milanés, donde fue acogido por los obispos lombardos y el arzobispo de la ciudad, Angelo Scola.
La entrada de los restos mortales de Martini a la catedral tuvo lugar entre los aplausos emocionados de varios centenares de fieles que se habían congregado en la plaza frente al Duomo para despedir al cardenal, considerado siempre como «papable» y como uno de los máximos exponentes del ala progresista de la Iglesia católica.
Desde hoy la ciudad de Milán podrá rendir tributo a Martini, que durante 23 años, entre 1979 y 2002, fue arzobispo de la ciudad y para esta noche se ha preparado una vigilia de rezos y cantos, mientras que el lunes a las 16.00 horas (14.00 GMT) se celebrará el funeral, al que está previsto que asista el primer ministro italiano, Mario Monti.
El cardenal será enterrado, respetando su voluntad, en el Duomo milanés. Carlo Maria Martini murió como consecuencia de la enfermedad de Parkinson que padecía desde 1996, después de que su estado de salud se agravara durante la noche del jueves al viernes, tras una crisis sufrida a mediados de agosto.
Según explicó el neurólogo Gianni Pezzoli, que se encargaba de seguir su evolución, desde esa última crisis el religioso no podía ingerir alimentos sólidos ni líquidos, aunque precisó que había permanecido lúcido hasta el último momento.
La voluntad del cardenal, que en varias ocasiones a lo largo de su vida había rechazado el «ensañamiento terapéutico», fue respetada, según explicó el doctor.
Una elección que ha sido elogiada tanto por personajes del mundo de la cultura como de la política italiana, entre ellos el Premio Nobel de Literatura Dario Fo que definió su decisión como «estupenda».
Sacerdote jesuita, cardenal y arzobispo de Milán, Martini fue reconocido en el año 2000 con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. En 1979 el papa Juan Pablo II lo nombró titular de la archidiócesis de Milán, la más grande de Europa y una de las mayores del mundo, y el 2 de febrero de 1983 fue nombrado cardenal por el pontífice.
Desde la sede milanesa, Carlo Maria Martini potenció el diálogo entre ateos y creyentes, y entre distintas religiones y fue un viajero incansable.
La prensa italiana destaca hoy la figura de Martini, al que define como el «símbolo de la Iglesia del diálogo» y como un «príncipe de la fe y de los grandes ideales», según «Corriere della Sera», mientras «La Repubblica» se refiere a él como «el hombre que renunció a ser papa».
«Corriere» publica, además, su última entrevista realizada por el padre Georg Sporschilli, también jesuita, en la que el cardenal Martini lamentó que la «Iglesia está cansada en la Europa del bienestar y en América» y asegura que su «cultura ha envejecido», mientras «La Repubblica» recuerda sus declaraciones a «L’Espresso» en las que no era contrario al uso del preservativo.
(Rd/Efe)