Los propios creyentes han terminado cuestionando cómo pudo esto estar ocurriendo en la Iglesia, tomando en muchos casos distancia de la vida eclesial
(Marcos Buvinic, en Mensaje).- Los dolorosos casos de abusos cometidos por religiosos y las distintas reacciones eclesiales y sociales que estos han generado, configuran un escenario nuevo para la vida de la Iglesia y un desafío muy importante en el camino de la fe de los creyentes.
En los últimos años estos episodios han llevado a una situación de crisis que ha convulsionado la vida eclesial desde sus raíces, dificultando su desenvolvimiento y debilitando las relaciones internas y aquellas con la sociedad, socavando su credibilidad y paralizando en la perplejidad a muchos cristianos.
Lo nuevo de la situación no reside en la presencia del pecado en la Iglesia, el cual la acompaña en la historia desde sus inicios y por el cual la Iglesia ha pedido perdón al Señor y las víctimas en diversas ocasiones. Está, en rigor, en que su carácter escandaloso ha generado una crisis de credibilidad en una Iglesia que se presentaba como referente moral frente al relativismo imperante, especialmente en materias de relativas a la sexualidad. Los propios creyentes han terminado cuestionando cómo pudo esto estar ocurriendo en la Iglesia, tomando en muchos casos distancia de la vida eclesial.
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