Cuando vemos cómo en Europa se sufre y se llora por la crisis, sabemos que es duro, porque nosotros llevamos 400 años de crisis
(Jesús Bastante).- Juan José Aguirre es obispo de Bangassou, en la República Centroafricana, el segundo país más pobre del mundo y muy afectado por las guerras y la pobreza: «Cuando el Congo se pone enfermo, toda la zona estornuda», explica Juan José, y habla de las masacres impulsadas por Joseph Kony y el Ejército de Resistencia del Señor en Centro África.
«Quien tiene el control del coltán, tiene el control de la guerra«, afirma, denunciando el juego de intereses y la lucha por los recursos que está sumiendo al continente en la miseria, que es, en palabras del obispo, «el mayor atentado contra los derechos del hombre».
«Cuando vemos cómo en Europa se sufre y se llora por la crisis, sabemos que es duro, porque nosotros llevamos 400 años de crisis«, dice Juan José Aguirre, y por ello pide una «austeridad solidaria y razonable que nos permita vivir a todos sin tanta diferencia entre mundos, y a la Iglesia más evangélicamente».
¿Qué tal está la República Centroafricana?
Es el segundo país más pobre del mundo. Vivimos una situación muy dura. El gobierno es muy inseguro porque ve que por todos sitios entran guerrillas, intentando amenazar, de manera que los pobres siguen cada día más pobres.
¿Puedes contarnos someramente cuál es la situación geopolítica del país?
La República Centroafricana está en el corazón mismo de África, en el sur del Chad y en el norte del Congo. Al este tenemos Sudán y al oeste Camerún.
¿Una zona inflamada?
Completamente. Cuando el Congo se pone enfermo toda la zona estornuda, y cuando hay problemas en el Sur Sudán toda la zona tiembla. Ahora mismo Sudán del Sur y Sudán del Norte están en guerra. Nosotros tenemos refugiados sudaneses y refugiados congoleños.
La República Centroafricana tiene un subsuelo muy rico: uranio, diamantes…
¿Ese subsuelo ha sido explotado por potencias occidentales?
Como pasa en muchos países. Tenemos las materias primas, pero no los instrumentos para sacarlas. Por eso necesitamos que vengan de fuera compañías norteamericanas, asiáticas o europeas.
¿Qué hay de cierto en aquello que se dice de que China está «comprando» África?
China está presente en cada uno de los 53 países de África, y hará lo que sea por prevalecer ahí. Hizo de la República Centroafricana un estadio estupendo a cambio de que votara en contra de admitir a Taiwán como país en las Naciones Unidas. China tiene los puertos colapsados con los containers que llegan llenos de camisetas del Madrid, del Barcelona o del Milan, porque el textil chino se vende muy bien dentro de África. Y además ahora está comprando cantidad de miles de hectáreas en África, para poder sembrar y dar de comer a su población. El Tíbet ya alimenta de agua a toda China, pero los alimentos tienen que buscarlos fuera.
¿O sea que los alimentos quedan fuera del acceso de los propios africanos?
Exactamente. Están comprando miles de hectáreas, sobre todo en la zona de Madagascar, Tanzania, Malí, Kenia... para sembrar cosas que les interesan a ellos y llevárselas a su país. El mundo globalizado hace que los países ricos se vuelvan cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Yo soy obispo de Bangassou, que es una diócesis de grande como la mitad de Andalucía. Allí tenemos 20 proyectos, coordinados por un grupo que me sostiene, que es mi retaguardia, y que se llama Fundación Bangassou. Yo soy de Córdoba, que es donde está la sede de la fundación. Pero también estamos en Antequera, en León, en Madrid… en otros muchos sitios. Muchas parroquias de estos lugares nos están financiando escuelas o proyectos como el de «Las Casas de la Esperanza«, que es donde acogemos a los viejitos más viejitos que están acusados de brujería. Muchas veces, cuando hay una violencia extrema en el país, se les usa como chivo expiatorio y se les lleva a la cárcel. Son ancianos que tienen demencia senil y no tienen nadie que les proteja. Como no tienen hijos, son una diana fácil. En África el concepto de familia, de cuidar a los tuyos, está muy arraigado. Pero para eso tienes que tener hijos. Muchos africanos dicen que quieren tener muchos hijos para, cuando sean mayores, que al menos les quede uno que les proteja. Porque allí no hay pensiones ni nada de nada. Allí la única seguridad que uno tiene es que todavía le quede un hijo o una hija vivos. El que no los tiene, carga con los problemas de la sociedad. Muchas veces son agredidos en los barrios.
Nosotros los veíamos así, con un brazo roto, durmiendo en el suelo, en la tierra… y le pedimos al procurador de Bangassou para que nos diera permiso para llevárnoslos a la Casa de la Esperanza. Ya tenemos 3 casas, y están llenas llenas. Allí les lavamos, les damos de comer, les damos una cama con sábanas blancas… y les tratamos como si fueran el mismo Cristo Jesús. Hay allí una religiosa congoleña que hace este trabajo 7 días a la semana y 24 horas al día.
¿Qué más proyectos tenéis?
La miseria es el mayor atentado contra los derechos del hombre. Eso sin ninguna duda. Entonces, cuando vemos pueblos que viven de una forma miserable, con menos de un euro al día, sabemos que eso genera mucha violencia, promiscuidad, sida y cantidad de otras cosas. Cuando muchos padres se mueren de sida, queda el problema de los huérfanos. Por eso tenemos un proyecto para ellos, ayudado por mucha gente de aquí de Europa, donde ya hay más de mil niños atendidos.
Tenemos también un centro para acoger a enfermos terminales de sida, que se llama El Buen Samaritano. Al lado tenemos un quirófano, que se llama San Rafael, y tenemos otro más en plena selva. Allí vienen médicos (sobre todo de Córdoba) a ayudarnos a quitar unas hernias gigantes, como balones de baloncesto. Patologías que nunca se han visto aquí. Como el caso de los niños con el labio leporino, que están ayudando a tratar muchos traumatólogos.
¿El labio leporino también es «síntoma» de estar maldito?
En algunos lugares sí, se les maldice. Todo lo que sea diferente corre ese riesgo. La ignorancia es una base para que te pisoteen tus propios derechos. Por eso hemos luchado mucho trabajando por abrir escuelas. Hemos fundado, por ejemplo, en campamentos de refugiados, escuelas donde vienen a estudiar hijos de musulmanes, de cristianos, de protestantes, de todo; para que aprendan a vivir juntos con tolerancia. Tenemos hasta universidad, y esto nos da mucha credibilidad y respeto como Iglesia Católica. El gobierno ve que logramos llegar a final de mes y a final de curso sin grandes pérdidas, sin huelgas y sin problemas. En la diócesis tenemos más de 8 mil niños escolarizados, que están aprendiendo a salir del pozo de la miseria. Porque la ignorancia te hunde en la miseria.
¿Es Joseph Kony uno de los peores asesinos de la historia reciente? ¿Sigue campando a sus anchas a pesar de la repercusión de la campaña por su captura?
La campaña fue una pompa de espuma. Explotó y se quedó en nada. El twitter aquel de niños invisibles fue visto por más de 40 millones de personas, pero ese «Stop Kony» que decía no se va a cumplir. Efectivamente, sigue campando a sus anchas, haciendo muchísimo daño. En la República Centroafricana estuvo hace poco tiempo. yo creo que ya se ha escapado, pero ha dejado grupos en la selva, porque sabe que el país no tiene ni un gobierno ni un ejército fuerte, y que nadie va a ir a buscarlos. Vinieron de Uganda, por el Congo, y entraron en la República Centroafricana con paracaídas. Empezaron a llevarse jóvenes a la selva, a hacer con ellos auténticas barbaridades, a robar, a asesinar impunemente… Son como un animal herido, que se esconde y busca defenderse y comer. Atacan los poblados en busca de comida y realizan verdaderas masacres. Son el Ejército de Resistencia del Señor (el LRA ugandés). Ya han ocupado la mitad de nuestra diócesis, y está siendo un auténtico calvario. Puedo contar las lágrimas de la gente, porque oigo sus lamentos y sé que el sentimiento es muy grande. Yo no puedo decir nada. Simplemente me callo y me siento con ellos.
¿Conoces a Kony?
No. Lo he visto en fotografía, porque es el asesino vivo más buscado por la Corte Penal Internacional. Es el primero de la lista. La fotografía que aparece es de cuando estaba en Uganda. Ahora está mucho más viejo, tiene canas y no se puede mover por un problema renal. Pero yo creo que ha escapado, porque todavía sigue teniendo mucha fuerza dentro de esa secta terrorista. Su palabra es ley. Él es el que da las órdenes, pero el LRA se ha desperdigado entre la República Centroafricana, Sudán y el Congo. Hay otros grupos nuevos que están llegando a buscar el coltán del Congo, y que les están echando. La palabra coltán es muy importante para comprender toda la problemática que vivimos allí. El coltán se utiliza para fabricar teléfonos móviles, y los microchips de los misiles teledirigidos que se lanzan en la guerra. Quien tiene el control del coltán, tiene el control de la guerra.
No creo que desde Europa os podáis dar cuenta de lo que estamos viviendo allí. África tiene mucho que enseñarnos. Tiene una capacidad de vivir asombrosa, de desdramatizar, de quitar leña al fuego, de aprender a vivir con lo que te toca. En la República Centroafricana tienen una esperanza de vida al nacer de 44 años. La mitad de lo que se vive aquí. Por eso se fijan en lo que es realmente importante. Y esa idea te la transmiten poco a poco, como te transmiten su serenidad. Es como si una niebla te fuera entrando en el cuerpo, o una humedad o una lluvia de primavera. Te van dando su filosofía de vida diferente y pacificadora. El africano tiene esa capacidad de pacificar a todas las personas agitadas que vienen de Europa con sus prisas y sus relojes.
¿Cómo podemos ayudar a la Fundación?
Hay miles de personas que están ayudando desde aquí, desde Europa, de manera escondida y sin hacer ruido, como a los 15.000 misioneros españoles repartidos por el mundo, de los que yo sólo soy uno. Son legión los simpatizantes que están ayudando de manera desinteresada, como una multitud de hormigas que, moviéndose todas, son capaces de echar al león de donde se ha sentado. Pero lo que también hay que comprender es que, si no cambiamos en Europa, lo que llega a África son migajas. Tenemos que vivir en una austeridad solidaria que nos permita vivir a todos. No pido imposibles, porque sé que hay muchas familias que lo están pasando mal. Pero quisiera que al menos pudiéramos vivir todos en esta austeridad razonable, para que no haya tanta diferencia entre los mundos.
El futuro de la humanidad, en muchos sentidos está en África. El de la Iglesia Católica y sus vocaciones, en concreto, está en África.
¿Y a pesar de eso seguimos siendo una Iglesia «más europea»?
La Iglesia en Europa tiene sus problemas, que no son pocos como para entrar a juzgarlos. También la Iglesia tiene que vivir en esta austeridad razonable, un poco más evangélicamente. Al menos así habría más comunicación, o más solidaridad, con el mundo de los pobres y de las misiones. El mundo de las misiones es un mundo precioso, y es Jesucristo el que anima nuestro carisma. Pero desde Europa no se pueden olvidar del mundo de las misiones, ni de los pueblos que viven mucho más abajo del límite, en condiciones muy duras y peligrosas. La zona donde yo vivo es una zona de alto riesgo, tierra a tierra. Cuando vemos cómo en Europa se sufre y se llora, en estos momentos, por la crisis, sabemos que es duro, porque nosotros llevamos 400 años de crisis. Lo estáis pasando mal porque la crisis os está redimensionando toda vuestra existencia, pero sólo son 4 años de crisis.
¿Qué podemos hacer estas navidades por esos niños que nacen en África, para los que no hay ni siquiera un día siguiente?
Podéis hacer un gesto muy sencillo: cuando pongáis el Belén en casa, colocad la mula y el buey, como dice el Papa por mucho que la prensa haya tergiversado sus palabras; y en la cuna, en vez de poner un niño regordete, poned un crucifijo. Porque ese niño que nació es el crucificado, y sigue hoy estando crucificado. Eso puede servir para acordarnos de cómo es la navidad en otros sitios: un banquete de los pobres que cenan mono y gacela con un vaso de limonada, aunque sólo hayan comido una vez ese día y se lleven en su bolsita de plástico el fondo de la marmita para meterla en el bolsillo y comerlo al día siguiente.
La verdadera navidad se celebra en África el día 24 por la tarde, en la misa en la que en vez de leer la Biblia se hace un pequeño teatrillo; y es una celebración tan bonita que muchas veces los musulmanes y los protestantes vienen también y se sientan a verla.
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Cuando el Congo se pone enfermo toda la zona estornuda
La miseria es el mayor atentado contra los derechos del hombre
La ignorancia te hunde en la miseria
Quien tiene el control del coltán, tiene el control de la guerra
El africano tiene esa capacidad de pacificar a todas las personas agitadas que vienen de Europa con sus prisas y sus relojes
Tenemos que vivir en una austeridad solidaria que nos permita vivir a todos, sin tanta diferencia entre mundos
La Iglesia tiene que vivir en una austeridad razonable, un poco más evangélicamente
Cuando vemos cómo en Europa se sufre y se llora por la crisis, sabemos que es duro, porque nosotros llevamos 400 años de crisis