Cada viernes la comunidad local acude a una misa junto a los olivos que rodean el convento para pedir por el futuro de Cremisán
Tras siete años de batalla legal, los salesianos de Cremisán, en el distrito cisjordano de Belén, han perdido el recurso contra la construcción de un tramo del muro israelí, que encajonará su monasterio y los separará de un convento aledaño y del 75 por ciento de sus tierras.
Establecido a finales del siglo XIX por un misionero italiano que buscó edificar un refugio para los huérfanos de Belén, el monasterio alberga una bodega que data de 1885 y es la única que elabora caldos de uvas palestinas.
Junto a él se encuentra el convento, donde las monjas rigen una escuela de primaria para niños palestinos humildes.
Desde hace décadas, los sacerdotes y las religiosas del Valle de Cremisán han formado parte de la comunidad local.
En estas laderas, las familias palestinas de Beit Yala han celebrado sus reuniones familiares, fiestas y almuerzos al aire libre en uno de los espacios verdes más importantes de toda la zona.
Pero esos momentos de encuentro, al igual que la conexión entre clérigos y feligreses, tienen sus días contados después de que el Tribunal de la Magistratura de Tel Aviv rechazara el mes pasado una demanda contra el trazado del muro, interpuesta por dueños de parcelas en Beit Yala y representantes del monasterio.
El recorrido de la barrera seccionará el valle, dejará rodeado al convento por tres costados, y los terrenos de cultivo de 58 familias palestinas quedarán del lado israelí de la línea divisoria.
«Estamos furiosos con la decisión que los israelíes nos imponen. Cremisán significa mucho para Beit Yala y el muro separará al gran monasterio de la gente que más lo necesita», explicó a Efe el padre Ibrahim Shomali, sacerdote católico de la iglesia de Beit Yala.
Si el Tribunal Supremo israelí no lo remedia, en los próximos meses un último veredicto podría corroborar el trazado proyectado.
Israel inició en 2002 la construcción de la verja de separación y que en algunos tramos se convierte en un muro de hormigón, como respuesta a los ataques terroristas palestinos.
Desde entonces, cerca de un centenar de demandas ante el Supremo trataron de modificar su trazado, aunque la mayoría no prosperaron.
En 2004, el Tribunal Internacional de Justicia declaró en un dictamen no vinculante que la barrera era ilegal y pidió a Israel que la desmantelara e indemnizara a los afectados.
De acuerdo a la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), cuando sea completada, el 85 por ciento de su trazado estará en territorio palestino, en lugar de sobre la línea divisoria del armisticio de 1949; y cerca del 9,4 por ciento de la población de Cisjordania y Jerusalén Este quedarán aisladas.
Los residentes de Beit Yala insisten en que en los últimos años no se ha registrado violencia en el área y sospechan de que la verdadera razón detrás del proyecto es que Israel quiere conectar los asentamientos de Har Guiló con el vecino Guiló.
Este último fue uno de los primeros vecindarios judíos edificados en tierra anexada a Jerusalén tras la Guerra de los Seis Días (1967) y las autoridades israelíes han aprobado planes para expandirlo en dirección a Cremisán, según las denuncias.
Un portavoz del Ministerio de Defensa israelí aseguró recientemente al diario «Haaretz» que los planes iniciales de 2005 incluían al monasterio del lado israelí, y que fueron elaborados tras consultas con el Vaticano y responsables religiosos locales.
Los letrados de los demandantes arguyeron en el juicio que los monjes querían estar cerca de su comunidad y que el trazado del muro dañaría el tejido social y económico de la zona y bloquearía el acceso a terrenos de cultivo y terrazas agrícolas históricas.
La sentencia obliga a Israel, no obstante, a construir un portón que conecte las áreas de sacerdotes y monjas para permitir a los primeros oficiar misas en el convento a fin de no vulnerar la legislación en materia de libertad de culto.
Pero esa medida resulta insuficiente para los afectados.
«Estamos tratando el tema con el Vaticano y esperamos que responda rápidamente», dijo a Efe Ashraf Jatib, activista de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Cada viernes la comunidad local acude a una misa junto a los olivos que rodean el convento para pedir por el futuro de Cremisán, mientras los clérigos prefieren en los últimos tiempos guardar discreción y centrarse en su misión pastoral.
«Los sacerdotes y monjas están abrumados y muy tristes porque esta medida les separará de la comunidad a la que han servido siempre», afirma Jatib.(RD/Agencias)